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Alomar: El inicio del asalto latino a Cooperstown

COOPERSTOWN, Nueva York -- Los peloteros latinoamericanos representan casi el 25% de la población actual de las Grandes Ligas, pero entre los 205 que han sido electos al Salón de la Fama de Cooperstown, apenas un 3,4% es hispano.

El puertorriqueño Roberto Alomar, el séptimo latinoamericano electo por jugar en Grandes Ligas y el primero desde el cubano Tany Pérez hace 11 años, espera abrir la compuerta del posible torrente hispano que se vaticina podría invadir Cooperstown en los próximos años.

"Espero que yo abra las puertas a muchos más. Por ahí vienen muchos", dijo Alomar el sábado a ESPNdeportes.com. El antiguo intermedista Todos Estrellas será exaltado el domingo al Salón de la Fama, junto al ex lanzador Bert Blyleven y el ex ejecutivo Pat Gillick.

"Cuando se retire, Iván Rodríguez, también Edgar Martínez, Juan González, Pedro Martínez y muchos más. Si sigo nombrando nombres, no terminaría", dijo Alomar. "Espero abrir las puertas para muchos más".

Aunque los latinos han jugado en las ligas mayores desde hace más de 100 años -- el colombiano Luis Castro accionó con los Atléticos de Filadelfia en 1902 -- no fue hasta mucho después de la ruptura de la barrera racial (1947) que el gran talento de la América morena recibió la oportunidad de exhibirse en el gran escenario.

Actualmente, los beisbolistas latinoamericanos brillan intensamente y al más alto nivel en los diamantes norteamericanos. Nombres como Sammy Sosa, Mariano Rivera, Manny Ramírez, Omar Vizquel, Alex Rodríguez, Albert Pujols, Vladimir Guerrero y Miguel Cabrera, entre otros -- incluyendo los mencionados por Alomar -- han dejado una profunda huella en la industria.

El jardinero puertorriqueño Roberto Clemente fue el primero en alcanzar la inmortalidad deportiva (1973) y desde entonces se le unieron sus compatriotas Orlando Cepeda (1999) y Alomar, el dominicano Juan Marichal (1983), el venezolano Luis Aparicio (1984), el panameño Rod Carew (1991) y Pérez (2000).

Los restantes latinoamericanos con placas en el museo del Salón de la Fama fueron reconocidos por su desempeño en las extintas Ligas Negras (los cubanos Martín DiHigo, José Méndez y Cristóbal Torrientes) por su labor en las cabinas de transmisión (el argentino Ely "Buck" Canel, el ecuatoriano Jaime Jarrín y el cubano Rafael "Felo" Ramírez). En total, unas 295 personas son consideradas inmortales del béisbol.

Alomar recibió la aprobación de los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA, por sus siglas en inglés) en su segunda oportunidad en la boleta. El boricua avala la escogencia con 10 Guantes de Oro -- la mayor cantidad para jugadores de su posición -- un promedio de bateo de .300, con 2,724 hits, 210 jonrones, 474 robos, cuatro Bates de Plata y 12 apariciones consecutivas en el Juego de Estrellas.

El domingo, el español volverá a endulzar la tradicional ceremonia al aire libre en el Clarks Sport Center de Cooperstown, una villa de 1,852 habitantes en el noroeste del estado de Nueva York que cada último domingo de julio se convierte en el centro de atención del mundo del béisbol.

"Voy a comenzar en español para darle las gracias al pueblo, a Cheo Cruz que era mi ídolo, a mi gente, a Roberto Clemente por todo lo que hizo por nuestro país", dijo Alomar durante un aparte con periodistas latinoamericanos, luego de la conferencia oficial de los nuevos miembros de Cooperstown.

"A la gente de Puerto Rico, los quiero mucho, esto para mí ha sido algo bien grande", dijo. "Yo no lo hice solo, esta es una victoria para el pueblo completo, para Salinas, Santa Isabela, donde comencé cuando era pequeñito, para Puerto Rico y toda Latinoamérica", agregó.

"Me alegro que haya tantos buenos deportistas en la isla de Puerto Rico y me siento orgulloso de todos los triunfos que han logrado. [José Juan] Barea, Tito Trinidad, soy fanático de todos ellos y espero que vengan muchos más", señaló.

Roberto Alomar, uno de los tres hijos del ex pelotero y coach de Grandes Ligas Sandy Alomar y María Velázquez, no tiene reparos en señalar el impacto positivo que tuvo su formación familiar para lograr el sueño de la inmortalidad deportiva.

"Mi familia es lo más importante en mi vida, es lo que más quiero, especialmente mi madre. Mi madre siempre estuvo ahí con nosotros cuando mi padre estaba jugando en Estados Unidos, estuvo sola criando a tres hijos", dijo.

"A mi madre le debo todo. Mi padre me enseñó todo lo que sé de béisbol", apuntó Alomar, el primer jugador en Cooperstown con la gorra de los Toronto Blue Jays.

"Los canadienses me han tratado como si fuera un hijo de ellos. Lo único que me han dado es amor y ellos están mucho más que contentos de que esté representando a los Azulejos", dijo.