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Experiencia contra hambre de gloria

Manu Ginóbili y Marcelo Huertas son figuras en Argentina y Brasil, respectivamente Nora Baima/Getty Images

Como hace dos años atras, Argentina y Brasil se vuelven a ver las caras en un cruce por una competencia mundial.

En Turquía 2010, Brasil tuvo la oportunidad de terminar con el reinado de una década de su país vecino y rival, y, si bien estuvo cerca, una vez más terminó cediendo sobre el final del juego.

Esta vez se los ve más decididos y motivados que nunca. Su lenguaje corporal y la confianza que inspiran sus estrellas transmiten que esta vez es la vencida. El trabajo de años de Rubén Magnano pareciera estar dando sus frutos: está catapultando a Brasil al nivel de potencia mundial, no sólo a ser un buen participante en la competencias globales.

Argentina, en contrapartida, busca su chance de hacer historia colándose en otra semi olímpica, buscando una medalla que lo meta de lleno en la historia de los Juegos, ya que conseguir una presea en tres competencias seguidas es algo inédito para un país que, hasta hace poco mas de diez años, sólo era un aspirante a clasificar cada cuatro años. Y conseguirlo siempre era motivo de gran orgullo.

Es un choque continental, un clásico, y en los clásicos puede pasar cualquier cosa. Ese sería el primer punto de análisis. Simplista, sí, pero real. Son equipos que se conocen mucho, demasiado, que juegan, desde hace mucho tiempo, tres o cuatro amistosos cada año.

El análisis más fino se apoya en un duelo entre la superioridad psicológica que ejerce Argentina, respaldada en una década de triunfos casi ininterrumpidos, sumado a la experiencia de sus jugadores que suman infinidad de títulos entre todos ellos, frente al hambre de gloria de los jugadores brasileños, estrellas en sus clubes e importantes en la NBA (pero huérfanos de titulos) y su despliegue físico en todo el campo basado en una larga rotación de sus hombres.

Argentina debe llegar al pase extra, a la mejor opción, a buscar más de cinco pases en cada ataque, a no forzar el uno contra uno, porque de hacerlo estará a merced de la inspiración de sus individualidades, y no sé si eso bastará.

Defensivamente Argentina tiene que ser el equipo de la primera fecha, el que jugó contra Lituania.
Ya lo hizo al comienzo, y lo ha hecho infinidad de veces. No es nueva para Argentina esta instancia. El equipo se siente cómodo bajo presión. Hay que ver si Brasil está a la altura del desafio psicológico que implica un partido en esta etapa del torneo.

De hacerlo, probablemente este grupo se instale en la elite del básquetbol mundial, y no por un día, sino por un tiempo.

Para hacerlo tiene que derrotar a un equipo que ya fue campeon. Y nunca se puede subestimar el corazón de un campeón.