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No es tan sorpresivo el Clásico como parece

Si por credenciales se trata, lo ocurrido en Asia durante las dos primeras rondas del III Clásico Mundial de Béisbol no debería sorprender a nadie.

Japón, campeón en las dos primeras ediciones de este torneo, junto a Holanda, último monarca de las Copas del Mundo de la Federación Internacional de Béisbol (IBAF), ganaron los dos boletos disponibles para las semifinales de San Francisco y ahora esperarán por lo que hagan Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico e Italia en el Marlins Park de Miami.

Si de sorpresas se trata, digamos que la mayor de todas fue la eliminación de Corea en la primera ronda.

Los coreanos, subcampeones de la segunda edición y ocupantes del tercer lugar en el primer Clásico, debían al menos haber llegado a la segunda fase en Tokio, junto a los cada vez más mejorados holandeses.

Pero China Taipei superó las expectativas iniciales y aprovechó el calor de su público en Taichung para llevarse el pase hacia Japón.

Pero ni siquiera es la eliminación de Corea una sorpresa mayúscula, si se tiene en cuenta que terminaron con idéntico récord de 2-1 que taiwaneses y holandeses y que solamente la cifra de carreras inclinó la balanza en su contra.

Ya en segunda ronda, con el sistema de doble eliminación, cualquier cosa podría suceder y aunque los cubanos en general desplegaron una ofensiva impresionante, no pudieron salvar en dos ocasiones el obstáculo de los europeos.

Los dos enfrentamientos entre Cuba y Holanda fue la guerra entre la historia y el presente.

El desarrollo alcanzado por los holandeses en años recientes demuestra que la tradición requiere de trabajo para mantenerla y que los cubanos, independientemente del enorme talento que enseñaron muchos de sus peloteros, se han quedado atrás conceptualmente, lo cual, al final, les pasó factura.

Si de sorpresa hablamos, podríamos hablar de lo sucedido a la selección venezolana en San Juan, eliminada en la primera ronda tras ceder ante dominicanos y boricuas.

Afortunadamente, consiguieron el triunfo del honor ante España, algo beneficioso para la buena salud del IV Clásico.

¿Imaginan que los "españoles" hubieran vencido a la vinotinto? Eso hubiera significado que los europeos habrían tenido garantizada su presencia en el 2017 y Venezuela, cuya calidad es innegable, más allá de este pobre resultado, habría tenido que buscar su boleto al próximo Clásico en un torneo clasificatorio.

Ojo. No es lo mismo Holanda o Italia, por cierto, otra sorpresa, que España.

El desarrollo alcanzado por estas dos naciones, con mucha más tradición beisbolera que los ibéricos, es producto de una combinación de trabajo más serio en sus respectivas ligas nacionales y el llamado de peloteros con raíces de esos dos países.

Pero España debió llamarse Naciones Unidas o algo así. Esa selección, si bien se ganó su boleto en buena lid en el clasificatorio disputado en Jupiter, Florida, es el ensamblaje de venezolanos, cubanos, miamenses y un par de naturales de la Madre Patria.

Realmente, habría sido injusto, aunque el deporte no entiende de justicia, pero sobre todo, habría sido artificial.

Junto a las eliminaciones de Corea y Venezuela, la otra sorpresa hasta el momento es el pase de los italianos a la ronda de Miami, por delante de México y Canadá.

Pero así son las cosas en los torneos cortos. Cualquier cosa puede suceder y ese primer triunfo contra todo pronóstico sobre los mexicanos los dejó muy bien posicionados, en tanto metió demasiada presión a sus rivales, que terminaron perdiendo no sólo el boleto a segunda ronda, sino la compostura de una manera bochornosa frente a los canadienses.

Si la lógica se impone sobre el terreno del Marlins Park, dominicanos y estadounidenses deben unirse a nipones y holandeses en el ATt&T Park de San Francisco para las semifinales.

Pero a esta altura, todo es posible, hasta una final europea entre Holanda e Italia.