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Yasiel Puig, un año en blanco y negro

Una de las grandes historias beisboleras del 2013 la protagonizó el cubano Yasiel Puig.

Lamentablemente, Puig también fue centro del último escándalo extradeportivo del año que agoniza.

El jardinero de los Dodgers de Los Ángeles exhibió sus credenciales de jugador excepcional en los campos de entrenamiento primaveral, pero no fue hasta junio que fue llamado a las Ligas Mayores, para cubrir la vacante del lesionado Matt Kemp.

Desde que puso un pie en las Grandes Ligas, fue sencillamente sensacional, al llegar al rescate de un equipo repleto de superestrellas que habían olvidado cómo jugar béisbol.

Para los Dodgers del 2013, Puig marcó un antes y un después: hasta el 3 de junio, cuando el cubano llegó, el conjunto estaba en el frío sótano de la división del Oeste de la Liga Nacional, sin dar señales de una potencial reacción.

Pero con la energía que le imprimió el novato cubano al clubhouse, los Dodgers comenzaron a carburar como una gran maquinaria que terminó ganando la división con amplitud, al tiempo que se desataba entre la fanaticada la "Puigmanía", sólo comparable con la "Fernandomanía", que provocó en 1981 el mexicano Fernando Valenzuela.

Su estilo de juego único encandiló a los medios y su imagen fue presencia permanente en programas y promociones televisivas.

Pero la brillante moneda de Puig también tuvo su otra cara, llena de controversia.

Convertido de la noche a la mañana no sólo en millonario, sino en una celebridad, perseguido por los flashes de las cámaras, terminó generando no sólo admiración por su juego explosivo, sino rechazo por sus actitudes del típico "nuevo rico".

Y precisamente esa cara oscura de su moneda fue la que terminó más visible en el 2013, tras su segundo arresto por conducir a 110 millas por hora en una carretera de la Florida.

En abril, cuando estaba en las Menores, fue detenido por manejar sin licencia y a 97 millas por hora en una zona donde la velocidad máxima permitida es 50 millas.

Y hacía apenas un mes que habían sido desechados los cargos de esa primera violación, cuando Puig se aparece con esta reincidencia.

Los Dodgers deben educar a su joven estrella, que en sus inicios contó con su compatriota Eddy Oropesa, ex lanzador de los Filis de Filadelfia, los Diamondbacks de Arizona y los Padres de San Diego, como su mentor, para ayudarlo a encaminarse en su nueva vida en Estados Unidos, tal como hicieron los Atléticos de Oakland con Ariel Prieto, tutor de Yoenis Céspedes.

Inexplicablemente, los Dodgers desecharon a Oropesa y dejaron a Puig a su libre albedrío, cuando evidentemente, tiene mucho que aprender y madurar dentro y fuera del terreno.

El cubano tiene el potencial para convertirse en uno de los mejores jugadores de las Grandes Ligas, pero necesita quien controle su temperamento que le ha valido de su manager Don Mattingly el merecido apodo de 'Caballo Loco'.

Todavía hay tiempo para atajar su inmadurez e impedir que tan brillante futuro se descarrile, obnubilado por la fama y las luces de Hollywood.