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Autoestima por las nubes

BUENOS AIRES -- Se acostumbró a ganar. Aprendió a jugar finales, a encarar los partidos definitorios con una mentalidad positiva. Sabiendo que sus fuerzas le alcanzan para vulnerar al rival que le toque enfrentar. Al buen fútbol que intenta desplegar, y que por momentos lo consigue, ahora le agregó una cabeza muy fuerte. No hay fórmulas mágicas, River tiene un buen plantel, un entrenador que sabe lo que quiere y su autoestima está por las nubes, todo ese combo lo está llevando a dar una vuelta olímpica por semestre. Quizás la obtención de la Recopa Sudamericana viene acompañada de un sabor especial. Porque en la antesala de esta competición el equipo de Gallardo sufrió un durísimo revés ante Boca, en el partido disputado en Mendoza, y más allá de que se trate de un choque de verano, lo cierto es que esas caídas suelen generar un cimbronazo importante. Pero River sacó pecho en la adversidad y demostró que realmente ese discurso de que la preparación apuntaba a la zaga con San Lorenzo, tenía un sustento la realidad se encargó de validar.

No se puede negar que el Millo ya no es tan contundente en el juego como en otros tiempos, pero su sabiduría radica en aggiornarse a sus momentos. Busca jugar dentro de los parámetros estéticos ya conocidos, pero cuando el fútbol bonito no aparece, sale a la luz el temperamento. Y si se encuentra maniatado por el rival, las individualidades gritan presente. Tal el caso de Marcelo Barovero, quizás el hombre más desequilibrante en las finales junto con Carlos Sánchez. El arquero tuvo no menos de cinco tapadas determinantes sumando la de ambos partidos. Tan decisivas que, de no haber estado acertado, quizás la historia sería diferente. La referencia para Sánchez, en tanto, no está vinculada únicamente con que anotó los únicos dos goles que tuvo la serie, sino porque además ha vuelto a ser influyente. Por su despliegue, por su aporte en ataque, por su colaboración a la hora de recuperar la pelota y porque puso su temperamento en beneficio del equipo. En un River sin tantos picos individuales elevados, los dos futbolistas mencionados se quedan con un sitio en el podio.

En medio de la alegría que siempre ofrecen los festejos, los técnicos como Gallardo, que suelen observar más allá, seguramente deben buscar puntos flacos de su equipo, cosas para corregir. Y en estas finales que ha disputado el Millo, tanto en la Sudamericana como en la Recopa, se dio algo curioso: en ninguno de los cuatro partidos anotaron los delanteros (ante Nacional de Medellín, Pisculichi convirtió en Colombia, mientras que Mercado y Pezzella lo hicieron en el Monumental; en tanto que Sánchez fue el artillero de la Recopa). Este no es un dato menor, por algo el entrenador viene haciendo hincapié en las prácticas en los trabajos de definición. Este es un motivo por el cual las cosas le cuestan el doble. Tal vez la mancha más notoria en un equipo con pocas fisuras.

Pero claro, hoy es tiempo de festejo para River. Un club que recuperó su memoria ganadora y que lo hizo en un plano donde el pasado no le fue demasiado indulgente: el internacional. Nutrir su vitrina de copas con esa connotación le da un sabor especial a la celebración. Y la nueva vuelta olímpica trae implícito un nuevo objetivo: la Copa Libertadores pasa a ser hoy su máximo anhelo...