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Venganza: 'El Piojo' elige la espada peligrosa

VALPARAÍSO -- Con la Copa América rebosante de fracaso, Miguel Herrera pretende curarse la resaca llenando la Copa Oro de promesas: "Es una obligación ganarla", dijo en rueda de prensa en Orlando, Florida.

Contenido, agazapado, meticuloso, paciente, 'El Piojo' volvió a la tribuna pública. Al arrancarse la piel herida de la Copa América --"nada que hablar, fue otro grupo (de jugadores)--, eligió la metamorfosis y se concentra en el torneo estelar de la Concacaf.

Sus respuestas, su mímica, ese lenguaje silencioso pero inconfundible de su rostro, rebelan la bronca que acuna dentro. Quisiera desgañitarse. Como jugador siempre fue en busca de la revancha, del desquite. Pero se aplaca, se contiene.

'El Piojo' ha entendido al coronel Pierre Choderlos de Lacios: "La venganza es un plato que se come frío", escribió en su obra Amistades Peligrosas.

La actitud tiene los claroscuros de las pasiones humanas. Con esa arma de dos filos, puede cortar cabezas, o rebanarse la suya. La decapitación dependerá de su habilidad.

    1.- Para la selección mexicana es valioso tener ese motor encendido en su técnico. Miguel Herrera ahora trabajar montando la palestra desde la cual pueda lanzar el discurso vindicativo. Las únicas herramientas para merecer ese foro, se las dan las victorias. Y mientras más sume zaleas de los adversarios, más monumental será el estrado del discurso vindicatorio.

    2.- Y puede ocurrir todo lo contrario. En el afán de convertir en una revolución personal, arrastrar voluntades que deben permanecer permeadas, como las de los jugadores, puede significar un mensaje equivocado. La sangre negra de la revancha puede contaminar el mensaje, y el tono y el entorno del mensaje. Si 'El Piojo', inconscientemente o no, inconsecuentemente o no, provoca una epidemia de objetivos personales, creará confusiones.

De entrada, parece que 'El Piojo' ha demostrado ser un hábil y audaz motivador de grupos. Aísla y se aísla de factores mezquinos.

Al convertir en un desafío personal secundario, oculto, enclaustrado, marginado, en sus sesiones de trabajo y en los días del mismo juego, Miguel Herrera encontrará su escenario perfecto para confrontar las cunetas que le queden pendientes.

Incluso, tal vez, si conseguido el objetivo, le endulza el sabor de esa gloria efímera, entenderá lo inútil y estéril que es el anhelo de revancha. Comprenderá, si gana la Copa Oro, que la misión cumplida rebasa el eventualmente deleznable deseo de vendetta, y de resarcirse puerilmente de cualquier ofensa que sienta recibió.

Con este grupo de jugadores, Miguel Herrera tiene el ejército para levantar el devaluado Cáliz de la Concacaf. Sufrirá, porque enfrente le esperan hordas o legiones bien templadas, es decir adversarios de todo tipo, pero dispuestos a la vida heroica o la heroica muerte.

Peor aún: 'El Piojo' hereda una selección desprestigiada y ya casi desdeñada en su zona. En los recuentos recientes, a México le tundieron en la Copa Oro anterior con aborto en semifinales, y después en las mismas eliminatorias de la zona para Brasil 2014, le perdieron el respeto hasta en el mismísimo Estadio Azteca.

Del Tri sólo queda en el ocio de la memoria aquella semblanza mitómana a veces y mítica otras veces, del petulante Gigante de Concacaf, que queda claro, descubrió que tiene rodillas de barro.

Para Miguel Herrera la tarea no es tan compleja. Enfrenta selecciones de futbol que están en transición. Nuevos técnicos, nuevos procesos, nuevas generaciones, nuevos directivos, y algunas hasta sin dirigentes, pero los futbolistas rivales se toman con extrema seriedad enfrentar al Tri.

"Incluso, Aquiles era tan fuerte como su talón", dice Kevin Spacey protagonizando a Frank Underwood en House of Cards.

Este Tri de la Copa Oro, al final, será tan fuerte como el Talón de Aquiles de 'El Piojo': su vanidad.