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Olney: ¿Qué hay detrás del declive de la base robada?

Mike Stobe/Getty Images

José Altuve tiene cientos de partidos que jugar antes de llegar a su cumpleaños número 30 y se encuentra entre los estafadores más prolíficos de su generación. Mientras esperaba su turno en la práctica de bateo en el campamento de los Astros la semana pasada, mencionó la posibilidad que nunca se acercará nuevamente a su total de por vida de 56 estafas, la cual obtuvo en 2014.

Demasiado riesgo inherente, concluyó el venezolano. Altuve se refería a una preocupación específica que tiene. Sin embargo, bien pudo hablar de forma más amplia en nombre de toda la industria.

El número de bases robadas está generalmente en declive. Podría ser que esta tendencia forma parte de otro ciclo dentro del béisbol, meramente precursora de una época en la cual los equipos nuevamente verán valor en peloteros capaces de deslizarse y avanzar 90 pies sobre las bases sin necesidad de hacer otro swing del bate. O podría ser que, en un deporte en el cual la evaluación de riesgos ahora es el motor que genera todas las decisiones, desde las inversiones en agentes libres hasta el desarrollo de jóvenes lanzadores, los ladrones de base se han convertido en una especie de rareza innecesaria y peligrosa, como los motociclistas sin cascos.

En 2017, sólo hubo tres peloteros que sumaron cifras superiores a 40 bases robadas: Dee Gordon, Billy Hamilton y Trea Turner. También hubo solamente tres en 2015, a saber, Gordon, Hamilton y Charlie Blackmon. Antes de 2015, no habían habido tres estafadores o menos con 40 robos (en cualquier campaña a excepción de las recortadas por motivos de huelga) desde 1967, cuando solamente Lou Brock y Bert Campaneris llegaron a dicha cifra.

Algunos evaluadores han aportado sus tesis para argumentar el declive de las cifras de bases robadas:

1. La Generación del Jonrón: Todos parecen aspirar sumar cuadrangulares por estos días, desde los sluggers de la talla de Giancarlo Stanton y Aaron Judge, hasta lanzadores como Madison Bumgarner y Jake Arrieta. El año pasado, 117 peloteros generaron 20 jonrones o más, mientras que 29 sumaron 20 o más robos de bases. En los entrenamientos primaverales este año, los Cachorros, Rays y otros equipos están asesorando a sus peloteros con respecto a maneras de hacer que la pelota vuele y probablemente estén dedicándole mayor tiempo a este concepto que a buscar como correr bien desde la primera base.

Sin embargo, este cambio no trata solamente de la concentración en los bateadores, sino también en la estrategia que se usará cuando hay un corredor en la inicial.

"No creo que estos (peloteros) ni siquiera deseen que alguien esté corriendo las bases sobre ellos", dice un evaluador. "Pienso que ellos consideran que, si hay alguien en base, buscaré impulsarte con un batazo largo"

En otras palabras: Es más fácil que un bateador se concentre en despachar la pelota para la calle si no tienen que preocuparse por darle a un corredor en primera la oportunidad de robar una base, o distraerse por el movimiento del corredor. Y si este corredor llega a segunda exitosamente, el lanzador y receptor podrían tener mejor capacidad de trabajar al bateador con cuidado y tener menores aptitudes para lanzar un strike candente.

Para muchos jugadores, la conversación gira menos en torno a buscar esos 90 pies extras y enfocarse en los 360 pies que pueden cruzar trotando si la mandan de jonrón.

2. Lesiones: Se le puede preguntar a cualquier corredor de bases de alto nivel con respecto a Rickey Henderson y sus 1.406 robos de por vida y se mostrarán maravillados por la resistencia de Henderson, particularmente para alguien que solía deslizarse de cabeza. A pesar de su estilo sumamente agresivo, Henderson logró en gran medida evitar las lesiones en dedos, manos y muñecas a las cuales se exponen todos los corredores.

El talento de Altuve depende en mayor parte de sus manos y muñecas: necesita hacer todo lo que pueda a fin de mantener esas partes de su cuerpo sanas. Se puede decir lo mismo de Mike Trout y Carlos Correa, quienes se fracturaron sus pulgares en carreras el año pasado, ausentándose de la acción por una cantidad considerable de semanas.

En estos días, los equipos indican y se ahieren a los límites de innings lanzados por los pitchers para así mantenerles sanos y productivos durante un mayor periodo de tiempo. Major League Baseball cambió las reglas de bloqueo en el plato en un esfuerzo de mantener a receptores de la talla de Buster Posey presentes en el diamante.

Para Altuve, Trout y muchas gerencias del béisbol, lo que se pueda ganar con una base robada, o sea, unos 90 pies adicionales de un rally potencial en un encuentro que forma parte de una temporada con 162 partidos no valen la pena ante los riesgos potenciales de sufrir lesiones.

3. Repetición instantánea: Turner, quien juega para los Nacionales, se encuentra entre los mejores estafadores de las Mayores, y ha mencionado las implicaciones de la repetición instantánea, que ha desalentado a los ladrones del béisbol: Contrario a lo vivido por generaciones previas de corredores, Turner y sus colegas ahora deben encontrarse completamente seguros de mantener contacto con la almohadilla durante todo el movimiento hasta el fin del deslizamiento. Henderson era lo suficientemente ágil y poderoso en su forma de tomar las bases, usando primeramente su cabeza para así atacar las almohadillas (y los fildeadores contrarios) como si fuera un encuentro de fútbol americano y, sin duda alguna, se produjeron momentos en la carrera de Henderson en los cuales no tocaba la base mientras aceleraba su movimiento.

Esto ya no se puede hacer debido a los retos que tienen los mánager hoy en día y los múltiples ángulos de cámara en las repeticiones a cámara lenta. Para los estafadores de la talla de Turner, esto significa que se debe atacar la segunda base con un poco más de control (y quizás algo menos de velocidad descontrolada), lo cual aumenta el riesgo de ser atrapado.

4. Porcentajes: Tommy Pham, de los Cardenales de San Luis, se mostró escéptico durante una reciente conversación, con respecto a un prolífico ladrón de bases de una era ya lejana, quien fue puesto out entre 20 a 25 ocasiones en una temporada. "Debes estar cerca del 80 por ciento de aciertos", dice Pham, quien estuvo muy cercano a dicho límite durante la pasada zafra, robándose exitosamente 25 bases en 32 intentos (78.1 por ciento).

Pham tiene razón: mediante el análisis estadístico, los equipos han determinado que, si te encuentras por debajo del 80 por ciento en tu promedio de robos exitosos, entonces ni deberías intentar correr. Los números nos afirman que simplemente no vale la pena arriesgarse. Brett Butler robó más de 40 bases en 5 ocasiones en su carrera, entre 1981 a 1997. Sin embargo, si Butler jugara en la pelota actual, es muy probable que su gerencia hubiese ordenado a su mánager mantenerle quieto, en vez de arriesgarse a ser hecho out en 28 ocasiones de un total de 66 intentos, lo cual ocurrió en 1991.

Los jugadores cuyo valor está estimado en base al volumen de bases que pueden robar parecen convertirse en reliquias del pasado, similares a los pitchers ases que solían lanzar juegos completos.

5. Las mecánicas de lanzamientos a primera con hombres en circulación han cambiado: Cuando un pitcher visitante lanza a la primera, causará que la multitud presente lo abuchee y esta reacción se hará más audible en la segunda, tercera o cuarta ocasión. Hubo una época en la cual los peloteros respondían más a esta situación de lo que hoy en día se puede ver: sentían cierta presión a fin de mantener el encuentro en desarrollo, y por ello accedían y lanzaban la pelota hacia el home.

En la época actual, los peloteros y sus jefes ya no se muestran tan preocupados al respecto, tanto en el juego universitario como en Grandes Ligas. Ahora, se concentran más en la tarea a mano. Si el mejor método para desacelerar a un ladrón de bases es lanzar a primera una y otra y otra vez (agotando así al corredor tanto física como mentalmente) simplemente lo harán, sin preocuparse por el ritmo de juego. Los pitchers saldrán de la caja, mirarán hacia atrás, o simplemente retendrán la pelota, haciendo lo que puedan a fin de romper la concentración del corredor.

"Si te decides y vas a detener al corredor y evitar que avance", dice un evaluador, "lo puedes hacer, con ciertas excepciones, como Billy (Hamilton)".

6. Mejores mecánicas de pitcheo: Los lanzadores están trabajando a fin de hacer sus mecánicas más eficientes, con menores márgenes de error. Ello ha producido que algunos han perfeccionado sus envios; tal y como lo ha hecho Stephen Strasburg, quien lanza sin windup aunque no hayan corredores en base. En 2012, Strasburg admitió 14 robos de base en 16 intentos. Durante las tres temporadas anteriores, toleró un total de 14 estafas en 23 intentos totales.

No todos los lanzadores son tan buenos como Strasburg a la hora de desacelerar el corrido de bases, obviamente. El año pasado, Julio Teheran, de los Bravos de Atlanta, permitió 26 robos. En el caso de Aaron Nola, de los Filis, toleró 21 robos en 23 intentos. Pero cada vez más, los pitchers están perfeccionando su mecánica, con el apoyo de una tecnología que evoluciona cada vez más. Catorce corredores intentaron robar con Zack Greinke en la loma y sólo cinco fueron exitosos, y los rivales estafaron en 4 ocasiones de un total de 8 intentos contra Carlos Martínez, de los Cardenales de San Luis.

7. Mejores catchers a la defensiva: Desde la época reflejada en la película "Nuestra pandilla", el receptor era típicamente un hombre fornido y poderoso, probablemente relegado a dicha posición por su carencia de velocidad. El prototipo del receptor era parecido a Javy Lopez de los Bravos, quien podría tener deficiencias a la defensiva y, no obstante, aportaba 30 bambinazos al año.

En estos días, la posición de cátcher es primordialmente defensiva, con cuerpos esculpidos en rutinas de entrenamiento funcional, más parecidos a los cornerbacks y safeties en la NFL que los hombres de línea ofensiva. Los equipos prefieren receptores con pies rápidos y la capacidad de moverse bien detrás del plato. Los cátchers altos, como Matt Wieters, con 6 pies y 5 pulgadas de estatura, se han convertido en dinosaurios. Ahora, los receptores son ex infielders, como es el caso de Austin Barnes (5 pies, 10 pulgadas de estatura) y la mayoría lanzan de manera efectiva. Gary Sánchez es un receptor de los de antaño en cuanto a su estatura y poder ofensivo y, sin embargo, lanza muy bien.

El hecho es que los archienemigos de los ladrones de base de élite son mejores que antes. "No creo que haya otra posición que haya cambiado más durante las dos últimas décadas que la de receptor", expresó un ejecutivo.

Quizás el arte de robar bases se ponga de moda otra vez en un par de décadas, si se acaba la explosión de los jonrones y si se le llega a exigir a los pitchers que trabajen con la presión de un cronómetro que los obligue a lanzar en cierto periodo de tiempo con corredores en circulación.

Debido a este declive en el robo de bases y el aumento en la planificación de juego tras cada lanzamiento, el número de bolas francas (lanzamientos altos y afuera hechos a fin de evitar las estafas) ha decaído de forma dramática, ya que los mánager (y lanzadores y receptores, quizás) se muestran reacios a hacer swing en un conteo de bolas y strikes a favor del corredor.