Mensajes cruzados por radio, quejas de los pilotos, desplantes a los ingenieros… La Scuderia vivió una novela en el GP de Miami mientras luchaban por un pequeño premio.
Es Ferrari. Sí, el equipo más importante de la historia de la Fórmula 1. La escudería con más presencias (1.104 carreras), triunfos (248), pole positions (253), títulos de pilotos (15) y Constructores (16). Es la marca en la que todos los pilotos sueñan algún día representar y que siempre está detrás de las máximas estrellas. Para este año, en una negociación pedida directamente por John Elkann, la Rossa fue por Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo. Abrieron la chequera y realizaron una gran inversión de 48 millones de libras por año (unos 63 millones de dólares) para sumarlo al team y sentarlo al lado de Charles Leclerc. Demasiada parafernalia para después estar en un tira y afloje en el GP de Miami por el ¡séptimo puesto!
Mensajes de radio, pedidos del equipo a sus pupilos, desplantes de las estrellas… Primero que nada hay que decir que Ferrari tiene mucho piloto para tan poco auto. El SF-25 nació mal, no es competitivo y en Miami fue la quinta fuerza, detrás de McLaren, Mercedes, Red Bull y Williams. Sostener semejante estructura para estar tan lejos de la punta, el lugar al que Ferrari debería apuntar siempre, es, ante todo, una decepción para los tifosi y un desastre para los popes.
Leclerc y Hamilton batallaban por migajas en el semipermanente de la Florida. Un séptimo puesto, a casi un minuto del líder, Piastri. Los ingenieros apostaron por una estrategia distinta: el monegasco salió con neumáticos medios y pasó luego a duros, mientras que le inglés fue a la inversa. Promediando la carrera, el heptacampeón iba más rápido que Leclerc y en Ferrari a más de uno le tembló la pera para dar la orden. Es que, claro, tienen al niño mimado de la Scuderia, que pertenece a la estructura desde las inferiores, y al gran campeón. Nadie daba la lógica orden de dejar pasar a Hamilton, con neumáticos más veloces. Y comenzaron los mensajes. El inglés dijo: “¿Quieres que me quede aquí sentado toda la carrera?”. La respuesta: “Queremos mantener el DRS para Charles”. Vuelta 39 cae el primer ataque de Lewis: “Este no es un buen trabajo de equipo, es todo lo que voy a decir”. Un giro después, continuó el británico: “En China me quité del medio”.
Finalmente llegó la orden de cambiar posiciones y Lewis disparó: “¡Tomen en descanso para tomar un té, vamos!”. A partir de ahí, llegaron los reclamos del monegasco. “Necesito que Lewis vaya más rápido, tengo solo aire sucio”. En la vuelta 52 le dicen a Hamilton que van a cambiar posiciones otra vez. Con Leclerc de nuevo séptimo y Lewis, octavo, le avisan al ex-Mercedes que detrás estaba Carlos Sainz, a 1s4. “¿También quieres que lo deje pasar?”, respondió.
Ferrari rascó la olla para sacar un puñadito de puntos, está cuarto en Constructores y a ¡152 puntos del líder, McLaren! Después de la carrera, los pilotos se enfrentaron con los medios y algo dijeron, no mucho. “No sé qué decir. Obviamente lo hablaremos internamente, tenemos que hacerlo mejor, necesitamos hacerlo mejor. Cambiamos de posición, nos complicamos, no sé qué tenemos permitido decir”, confesó Leclerc, con temor de decir algo que lo complique. Hamilton, en tanto, señaló: “Perdí tiempo y luchamos entre nosotros y eso es normal que genera un desgaste en los neumáticos. Era necesario una definición más rápida, es frustrante pelear entre nosotros en lugar de ir a buscar el auto de adelante. De todas maneras, no sé si hubiera cambiado algo. Tomaremos esto internamente”.
La Scuderia tiene planeado llevar un paquete de actualizaciones a Imola, la primera de las dos carreras que se disputarán en Italia, ante tribunas llenas de tifosi que esperan que el equipo luche por victorias y no arme novelas por migajas.