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El Torneo de 30 quedó en deuda

BUENOS AIRES -- El dulce de leche. El colectivo. El alfajor. La birome. Todas creaciones argentinas que trascendieron las fronteras, que hicieron historia.

El Torneo de 30 equipos que organizó la AFA a partir de 2015, seguramente, no será recordado como un gran invento nacional. Para empezar, por algo lógico: desde lo deportivo, el ascenso en una sola temporada de 10 clubes a la Primera significó un emparejamiento hacia abajo en lo futbolístico.

Clubes que en 2014 jugaban en la Primera B Metropolitana, la tercera categoría del país, pasaron a la máxima divisional casi sin darse cuenta. Y lo sufrieron. Por caso, Crucero del Norte terminó el torneo tras 15 fechas sin ganar. Sólo se impuso en tres de los 30 encuentros disputados, marcando 21 goles y recibiendo 55.

Otros, con un poco más de historia y más dinero para invertir (aunque no tanto) dieron pelea hasta el final. Pero las diferencias con los grandes y hasta con no tan grandes pero ya afianzados en Primera se sintió. Y repercutió en los resultados y en el nivel de juego del torneo.

Claramente, en lo competitivo, los grandes fueron los más beneficiados. Boca, San Lorenzo, Racing e Independiente terminaron entre los cinco primeros: River fue el que quedó más relegado, en un semestre donde jugó la Copa Sudamericana y pensó más en el Mundial de Clubes que en el ámbito doméstico.

Central hizo un campañón y fue la revelación, dando pelea hasta el final y “colándose” entre los candidatos naturales por peso propio, por historia y por presupuesto.

La tabla de posiciones fue un fiel reflejo de las diferencias: cinco de los 10 ascendidos terminaron entre el 20° y el 30° lugar.

Una de las ventajas que en un principio se presentaba era la posibilidad del trabajo a largo plazo. Según explicaban desde la calle Viamonte, los torneos cortos, de seis meses, no daban tiempo para los proyectos serios y con la mirada hacia el futuro. Y los entrenadores renunciaban o eran despedidos con un par de resultados adversos.

Eso no ocurrió: por el contrario, la mitad de los entrenadores que comenzaron la temporada no la terminaron. Al cierre del torneo regular, sin contar las Liguillas, 14 de los 30 DTs ya no estaban en sus cargos.

Otra desprolijidad fue la fecha de los clásicos, que dejó muchas polémicas con clásicos inexistentes: Tigre jugó el suyo con Vélez, Argentinos con Chicago, Rafaela contra Belgrano, Olimpo frente a Sarmiento y Aldosivi con Crucero... ¿Clásicos?

Ni hablar de un problema que a esta altura no parece tener solución: el público visitante brilló por su ausencia. Y como siempre, las tribunas y los alrededores de los estadios siguieron dominados por los barras y los violentos.

Como dato positivo, el nuevo formato permitió contar con un torneo más federal. Así, ganaron su plaza Mar del Plata con Aldosivi, Misiones con Crucero, San Juan con San Martín y Junín con Sarmiento.

También, el algún punto, hubo un poco menos de histeria: una mala racha dejó margen para la recuperación, algo que con los torneos cortos no pasaba. Quilmes, por ejemplo, que de la mano de Julio César Falcioni estaba por el fondo de la tabla, se recuperó con Facundo Sava y terminó el certamen en un decoroso 11° lugar.

Y al haber un solo campeón por temporada, el ganador contó con más legitimidad, ya que debió sostenerse a lo largo de 30 jornadas. Otro dato para destacar pasó por lo siguiente: hasta la última fecha la mayoría de los equipos jugaron por algo: el título, el descenso, la clasificación a las Liguillas…

Sin dudas, este torneo inédito dejó más cosas negativas que positivas. Suponemos que de a poco las falencias se irán corrigiendo, ya que la idea es llegar, en un par de años, a los 22 equipos.

Mientras tanto, cada uno hará lo mejor que pueda.