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Modelo para armar

BUENOS AIRES -- La llegada de Leo Messi siempre estimula al plantel de la Selección, le confirma su jerarquía colectiva, puesta a veces en entredicho por la falta de títulos.

En esta ocasión, en la ciudad de San José, al oeste de los Estados Unidos, y en vísperas del debut de la Copa América, el regocijo de debe haber sido mutuo.

Luego de la hostilidad de los tribunales españoles, al capitán argentino le cae como un bálsamo el calor de hogar. Los rostros conocidos de los admiradores incondicionales.

Claro que además de las lesiones morales, Messi tiene algunos achaques en su anatomía (otros golpes de la vida) que, aunque están en vías de pronta solución, ponen en duda, al menos hasta la redacción de estas líneas, su presencia en el primer partido.

Más allá de su eventual reemplazo, materia para nada menor, hay una cuestión general y es cómo afrontar el juego con Chile (y el resto de la competencia), más allá de Messi.

El rival de turno nos transporta directamente a dos antecedentes cercanos, que Argentina, siempre conducida por Martino, afrontó de modos muy distintos.

Uno es la final de la Copa América 2015, donde el equipo resignó su actitud ofensiva y se limitó a proponer orden y resistencia, como durante la gestión de Sabella en las instancias decisivas del último Mundial. Desapareció la posesión, el juego y, en consecuencia, desapareció Messi.

En marzo de este año, por las Eliminatorias, en cambio, la Selección se plantó más adelante (empezó en desventaja y eso quizá la empujó) e hizo del anticipo (no de la espera y la cobertura) su herramienta más eficaz para defender. Aun sin brillar, logró dar vuelta el marcador.

Ante la baja de Lucas Biglia, el Tata Martino optó por Augusto Fernández, aguerrido volante ahora bajo la tutela de Diego Simeone en el Atlético de Madrid.

Es alguien que le echará una mano en la recuperación a Mascherano. Pero también es un jugador apto para escalar y volver por la banda. Con generoso recorrido, muy útil para obturar las proyecciones de los siempre bien reputados y temidos laterales chilenos.

Simétricamente, Di María, con su naturaleza de correcaminos, haría un trabajo similar por la izquierda.

Es de esperar que esa no sea la prioridad, que la Argentina no prevea nombres y diseños en virtud de supuestas fortalezas del enemigo.

Como en el encuentro disputado en Santiago, los dirigidos por Martino tienen que imponer un protagonismo excluyente por espesor de juego y actitud.

Presión y anticipo es una buena combinación de funciones para mantener a Chile bajo control; y a sus laterales y volantes más atentos al circuito de la pelota en los pies ajenos que en sumarse al ataque.

Nada mejor para inhibir a un defensor con afanes ofensivos y portador de peligro que darle trabajo.

Ni Augusto Fernández ni Di María ni ninguno debería retroceder decenas de metros si los defensores se adelantan para concentrar el equipo. Si todos están cerca de todos y los rivales en permanente asedio.

Hay dos ejemplos a los cuales remitirse para pensar el debut y, por qué no, la conducta táctica del equipo de aquí en más.Insistimos: con Messi o sin él. Muy probablemente Martino, por inteligencia y convicciones, se incline por el modelo correcto. Luego, como siempre, en la cancha, la ejecución de cualquier premisa dependerá de los futbolistas y sus circunstancias.