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Ángel Di María, el socio de Lionel Messi en Argentina en la Copa del Mundo 2022

Ángel Di María hizo historia con Argentina en el Maracaná Fotobaires.com

Al verlo correr, la mayoría se pregunta de dónde saca tanta energía. Lo mismo le ocurrió a su familia cuando el pequeño de tres años rompía todo a su paso. Un médico les sugirió iniciarlo en el deporte. Así comenzó a pegarle a la pelotita.

Ángel Di María tuvo que sacrificarse para llegar a ser un futbolista top. Y nunca estuvo solo. Los inicios en su Rosario natal no fueron fáciles. En la humilde casa del barrio La Cerámica no sobraba la comida, pero sí la contención. Con esfuerzo sus padres le compraron sus primeros botines.

Su madre Diana lo llevaba en bicicleta al club de barrio. Cuando pasaban por el estadio de Rosario Central le decía: "Alguna vez vas a jugar acá". Su padre Miguel, de características similares a las de su hijo en la cancha, estuvo a punto de debutar en la Primera de River Plate. Pero en un viaje a su ciudad, en un partido con amigos sufrió una grave lesión en la rodilla que lo marginó del fútbol. Luego trabajó durante 16 años en una carbonería, en condiciones adversas. Desde los 10 años, Ángel comenzó a ayudar. A los 15, 16 años, ya se ocupaba de los repartos, abría y cerraba las bolsas de carbón.

EL ARRIBO AL FÚTBOL EUROPEO Y A LA SELECCIÓN
A los 17, "Fideo" pudo cumplir el sueño de llegar a Primera que tuvo Miguel, quien ante el llamado de Benfica le recordó que "el tren pasa una sola vez". Y al ser vendido a Portugal, le pidió a su padre que no trabajara más y le compró una casa a su familia, que también integran sus hermanas Vanesa y Evelyn. Sus seis amigos de la Perdriel (la calle de su barrio, donde se crió, un barrio "pesado") también son muy importantes. A los 18 años se hicieron el mismo tatuaje (él lo tiene en el antebrazo izquierdo) para sentirse cerca, más allá de las distancias.

El romance con la Selección Argentina fue inmediato. Se consagró campeón mundial sub 20 en 2007 en Canadá (se perdió la final tras un golpe con Arturo Vidal en la semi ante Chile), y un gol suyo le dio la medalla de oro a Argentina en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Llegó inmediatamente después al plantel mayor dirigido por entonces por Alfio Basile y gritó su 1º gol a fines de 2009, ya con Maradona en el banco. "Va a ser uno de los mejores del mundo, adoro verlo jugar", opinó Diego.

Pese a haber jugado los cinco partidos del Mundial de Sudáfrica 2010, su actuación no lo dejó conforme: "Tuve que aprender a defender, me costó adaptarme a una posición donde no juego. No rendí para nada bien. Estoy disconforme totalmente con mi juego".

MOURINHO, UN MAESTRO EN REAL MADRID
El salto que dio fue superlativo. Pensar que Rosario Central lo fichó a los 7 años, después de un doblete en una final, a cambio de 25 pelotas. Y Real Madrid lo adquirió a los 22 años, por 25...millones de euros, más 11 millones extra por ciertos objetivos. Atrás quedó el paso por Portugal, donde jugó 110 partidos, anotó 13 goles, ganó dos Copa de la Liga y un campeonato nacional, destacándose por sus desbordes y su capacidad para asistir.

José Mourinho marcó la carrera del extremo zurdo. Lo colocó en una nueva posición a la derecha, le agregó sacrificio y lo disciplinó tácticamente. En suma, lo hizo crecer como futbolista. Con el portugués, Di María se ganó la titularidad y empezó a cosechar títulos con el Merengue. Pero a fines de 2013, ya con Carlo Ancelotti como DT, se especuló con su salida.

Para colmo, a principios de 2014, un polémico gesto en el choque ante Celta, al ser sustituido por el galés Gareth Bale (un fichaje multimillonario en su posición), no pasó inadvertido. Aunque explicó la situación, se le abrió un expediente. "Acá siempre están esperando que haga algo para poder matarme", dijo enojado.

Mientras tanto, el eléctrico Di María seguía esforzándose, jugando y corriendo. Como en aquel partido de la Selección en La Paz contra Bolivia, en el que tuvo que recibir asistencia de una máscara de oxígeno y aun así fue de lo más destacado. No tardó en recomponer su situación con el madridismo. Fue la figura en la obtención de la décima Champions League.

La vida de Di María se caracteriza por la lucha, como la de su hija Mía, nacida en abril de 2013 con apenas seis meses de gestación. En los más de dos duros meses que la bebé pasó internada, fue muy importante el sostén de Jorgelina, a la que le dedica los goles con un corazón. Antes de cada partido, su madre lo bendice y su mujer le prende velas a San Expedito.

El futbolista que sueña con retirarse en Rosario Central llegó en el mejor momento de su carrera al Mundial de Brasil 2014. Su 1º gol en una Copa del Mundo fue en la dramática y agónica victoria de octavos de final sobre Suiza, en San Pablo. Sin embargo, una lesión muscular del recto anterior, en el muslo derecho, de grado 1 lo sacó a la media hora del choque contra Bélgica en cuartos y del resto del Mundial, incluida la final perdida ante Alemania.

MANCHESTER, PARÍS Y TURÍN
Después de Brasil 2014, se terminó su exitoso ciclo en Real Madrid, donde jugó 190 partidos, anotó 35 goles y cosechó 6 títulos. Recaló en Manchester United con un pase récord para la época: 75 millones de euros más 15 variables por cinco temporadas. Pese a su buen arranque con la histórica camiseta 7 de los Diablos Rojos, duró apenas un año en Inglaterra (32PJ, 4 goles).

Su siguiente destino, en agosto de 2015, fue PSG. Sus 295 partidos, 93 goles, 111 asistencias (récord del club) y 18 títulos (cinco Ligue 1, cinco Copas de Francia, cuatro Copas de la Liga y cuatro Supercopas de Francia) lo transformaron en ídolo del conjunto parisino, en el que pudo compartir su última temporada junto a Lionel Messi. Ya en julio de 2022 fue presentado en Juventus para sumar otra liga top a su notable carrera.

AGUANTÓ EL DOLOR Y TUVO RECOMPENSA
Mientras brillaba a nivel clubes, Angelito sufría sinsabores con su amada camiseta celeste y blanca. Nuevamente una lesión le jugó una mala pasada y debió ser reemplazado a la media hora de la final de la Copa América 2015 ante el anfitrión Chile. La maldición volvió a decir presente un año más tarde, en la Copa América Centenario 2016. Fideo tuvo que abandonar la cancha en el cierre del 1° tiempo ante Panamá por un desgarro y recién reapareció para disputar 57 minutos en la definición que La Roja volvió a ganar por penales.

En su tercer Mundial, su gran gol ante Francia no pudo evitar la derrota en octavos de Rusia 2018. Los cuestionamientos, la falta de respeto y los memes lo afectaron, pero no lograron derrumbarlo. Con ayuda de un psicólogo y sobre todo el acompañamiento incondicional de su familia, volvió a apostar por su pasión: “Tengo muchos conocidos que me dicen que me quede en París tomando un café enfrente de la Torre Eiffel, pero yo prefiero que me puteen 45 millones de personas y vestir la camiseta de la Selección”.

Después de Rusia, Lionel Scaloni le había aconsejado a Di María que nunca deje la Albiceleste, que sea el técnico el que tome la decisión. Arrancó como titular en la Copa América 2019 y el entrenador lo sacó en el entretiempo ante Colombia. Y fue justamente el propio Scaloni el que prescindió meses después del extremo para darle más rodaje al joven Nicolás González por izquierda.

"Si me rompo el oje… en el club es para intentar tener la chance en la Selección y poder competir. Es difícil de entender que estando en un buen momento no soy convocado”, disparó Angelito en una entrevista. Rápidamente, el DT le hizo una videollamada y en esa charla terminaron ambos llorando.

La gran revancha llegó el 10 de julio de 2021, un día que quedará en la historia del fútbol argentino. A las 21 minutos de la gran final contra Brasil, Rodrigo De Paul metió un pase excepcional desde su campo, Renan Lodi falló en el cierre, Di María le ganó la espalda, controló el balón de zurda y definió con la especialidad de la casa, por encima del arquero Ederson para el 1-0. Significó el fin de la racha de 28 años de sequía. Como si esto fuera poco, la volvió a pinchar para el 2-0 ante Italia en la Finalissima en Wembley. Otro festejo con un Angelito clave. Tardó en llegar y al final tuvo recompensa.

"Corro por mi familia, amigos y vecinos", dijo una vez en una entrevista. Al repasar su historia de superación y su fortaleza para levantarse de las adversidades, queda claro que Di María nunca corre solo.