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Cien historias rumbo a Qatar 2022: Los orígenes de los cazadores de utopías de Ecuador

La Tricolor y el ritual de sus festejos en el camino a Qatar AP

Cazadores de utopías imposibles. El seleccionador Gustavo Alfaro escogió con cuidado cada palabra para definir al grupo de jugadores de la Tricolor, con el que Ecuador logró la clasificación al Mundial Qatar 2022.

Los llamó así porque al inicio de todo este proceso solo él, su equipo de trabajo y sus jugadores creyeron en que todo sueño era posible.

Apeló a la palabra para llegar a su corazón. Se encontró con futbolistas que acudieron a su talento para cumplir sueños. Que escogieron ir tras un balón para escapar a sus realidades.

Conoció a futbolistas que crecieron con carencias, pero motivados con algún día enfrentar a Lionel Messi o Cristiano Ronaldo. Niños que afrontaron un desarraigo temprano porque le apostaron al fútbol para ayudar a sus familias.

Moisés Caicedo, que hoy es uno de los mediocampistas más importante de la Premier League, abandonó la casa materna a los 15 años. Quería un mejor futuro para sus padres, sus 10 hermanos y 25 sobrinos.

Piero Hincapié, el hoy defensa central de Bayer Leverkusen, salió antes. Tenía 12 años cuando decidió ser futbolista. Se fue de su casa ahogado en llanto para iniciar su carrera deportiva.

DEL CAMPO A ESTRELLA DEL FÚTBOL
Enner Valencia jamás oculta sus orígenes humildes. Al contrario siempre se expresó con alegría, porque cuando retorna al país, vuelve al campo, a recordar los días en los que ayudaba a su padre en las labores de siembra y cosecha. De ordeñe, de caminar junto al ganado.

El romance que hoy vive con el fútbol y la fama solo es el resultado de una secuencia de sacrificios y jornadas de perseverancias. Énner nació en la población de Ricaurte, a 10 kilómetros de San Lorenzo, en la limítrofe provincia de Esmeraldas.

Desde niño acompañó a su padre, Remberto Valencia a trabajar en el campo: cargaba plátano verde y alistaba la tierra para la siembra y más tarde se encargaba de la cosecha. Los litros de leche, su padre los cambiaba por botines de fútbol, porque a Énner le gustaba ir a la cancha polvorienta del pueblo, porque su corazón ya era un rehén del fútbol.

Por la noche, pese al juego y el desgaste, Énner no se quitaba los botines. Se dormía con ellos puesto, porque así fue construyendo sueños.

Tras culminar el quinto año de estudios de bachillerato viajó a Sucumbíos, en la Amazonía para jugar en el Caribe Junior, el club donde se formó Antonio Valencia. El técnico Pedro Perlaza, quien sacó a flote sus cualidades futbolísticas.

Cuando se encontró listo para debutar en el fútbol profesional viajó a Guayaquil a pedir una oportunidad en Barcelona. Probó y no se quedó. Cruzó la vereda y en Emelec si observaron sus dotes técnicos.

Esta vez sí se quedó. Durmió en unas habitaciones que el club acondicionó para los futbolistas juveniles bajo los graderíos del estadio Capwell, donde también se alojó Iván Kaviedes. Allí aguardó la gran oportunidad.

En 2010, el entrenador Jorge Sampaoli, lo llamó a entrenar con el equipo profesional y lo hizo debutar en Emelec, que se ha convirtió en el club de sus amores.

Jugó por tres temporadas. En el 2013 se convirtió en goleador de la Copa Sudamericana.

Sin embargo, su buen transitar por el fútbol profesional y sus goles en Emelec, no le abrieron las puertas en la Selección. Era imposible competir con la mejor versión de Antonio Valencia y el despunte de Renato Ibarra, por esa banda por derecha.

Surgió entonces un doloroso acontecimiento para el fútbol nacional. Cristian Benítez, el delantero goleador de la Selección y campeón en el América de México, falleció.

Ese espacio le fue entregado a Énner Valencia, quien tuvo que pasar del medio campo a la ofensiva. El seleccionador Reinaldo Rueda se fijó en él por su velocidad, capacidad de definición y su juego en equipo. Le impresionó el metro y algunos centímetros más que lograba saltar para lograr goles con remate de cabeza.

El ensayo resulto valioso y en solo 10 meses, la vida de Énner Valencia dio un giro de 180 grados.

En agosto de 2012 ingresó a la Selección; en septiembre y octubre jugó los partidos de las Eliminatorias al Mundial Brasil 2014, en diciembre fue campeón con Emelec y en enero fue transferido al Pachuca de México.

Su adaptación al fútbol azteca fue inmediata. Se convirtió en el goleador del torneo con 18 goles en 22 partidos. Además jugó las finales y estuvo muy cerca de coronarse campeón.

En 2014 regresó a Ecuador, pero solo a completar la preparación rumbo al Mundial de Brasil para cumplir otro sueño que nació en esa polvorienta cancha de Ricaurte: anotar los goles en el torneo más importante del planeta fútbol.

Fue el único seleccionado nacional que sumó tantos: tres goles en tres partidos. Le hizo un gol a Suiza y dos a Honduras. Su pase se cotizó en USD 25 millones, seis veces más de lo que pagó Pachuca en enero de 2014.

Énner batalló, como siempre lo ha hecho, para conquistar una carrera deportiva llena de victorias. Jugó en West Ham y Everton de la Premier League entre 2016 y 2018 antes de regresar a Tigres de México. Desde el 2020 está en el fútbol turco con Fenerbahce, donde su puja goleadora se hace notar.

En la Selección, dejó de ser el otro Valencia (por la presencia de Antonio Valencia, entonces capitán de la Tricolor) para alcanzar su propio reconocimiento.

El 14 de noviembre de 2019, en un amistoso contra Trinidad y Tobago, que se disputó en Portoviejo, anotó un doblete que le permitió igualar la marca de Agustín Delgado como el máximo goleador histórico de la Tricolor, con 31 goles.

Pero en el fútbol como en la vida aparecen las rachas buenas y malas, Énner vivió un período de reveses por casi dos años, donde no saboreó el éxtasis del gol.

Esperó hasta el 7 de octubre de 2021 para marcar un doblete y convertirse en el máximo goleador histórico de la Tricolor con 33 anotaciones. Fue en el partido contra Bolivia, válido por las Eeliminatorias al Mundial de Qatar 2022. Ecuador ganó 3-0 y esa noche lloró.

No ocultó su felicidad y agradecimiento con el entrenador Gustavo Alfaro, porque nunca dejó de convocarlo, pese a que los goles no aparecían.

Enner estará por segunda edición en la Copa Mundial, ojalá en su máximo nivel, porque los goles han seguido en Turquía. Retorna a la gran cita donde comenzó a labrar su récord histórico con la Tricolor.

EL JUGADOR DEL PARTIDO
Alexander Domínguez es otro de los cuatro jugadores de la Selección que retornarán a la cita mundialistas. Perdió la cuenta de las veces ha mirado el video de Brasil 2014, cuando fue declarado el jugador del partido por la FIFA, tras el empate 0-0 con Francia.

En innumerables ocasiones ha visto las increíbles atajadas que protagonizó. Paró los remates de Griezmann, Benzemá, Remy, Giroud y Pogba, parte del seleccionado galo que cuatro años después se coronó campeón del mundo en Rusia.

Ese trofeo lo guarda en un lugar especial porque ese debut mundialista fue la coronación de un largo camino. Difícil por momentos. Oscuro también, pero nunca dejó de soñar pese a un entorno complicado.

Desde los 9 años, asumió responsabilidades que no le correspondía. Su padre, a quien no conoció, abandonó la casa con una esposa y tres hijos.

Alexander, entonces, vivía en Tachina otra población ubicada en Esmeraldas, la provincia-cantera del deporte ecuatoriano. Absurdamente, sus deportistas se ven obligados a salir a otras ciudades para lograr su consagración.

En ese poblado, trabajó en labores del campo; cuando se podía las hacía de mesero, cumplía mandados en un hotel; fue cobrador de bus y ayudante de pintor de casas.

Había que generar ingresos para ayudar a su madre, Gloria Carabalí. Eran días de trabajar más y estudiar poco o de renunciar a la escuela para seguir trabajando.

De su padre heredó el apellido y su enorme estatura de casi dos metros. Los entrenadores no le dieron otra opción más que la de ser guardameta.

Esmeraldas Sporting Club fue el primer club al que defendió. Se marchó luego a Santa Rita de Vinces porque le asegura alojamiento y alimentación. Intentó ingresar a Barcelona, pero no corrió con suerte porque recibió un no como respuesta.

Apareció entonces la posibilidad de ir a Liga de Quito, club con el que empezó a cumplir sus propósitos económicos y familiares: un mejor sueldo, estabilidad económica y brindar ayuda a su familia.

Con la ‘U’ consiguió los títulos internacionales que ostenta la institución alba: la Copa Libertadores (2008), Copa Sudamericana (2009) y Recopa Sudamericana (2009-2010).

En 2010 fue llamado a la Selección por el entrenador colombiano, Reinaldo Rueda. Durante las Eliminatorias al Mundial de Brasil 2014 se ganó la titularidad y es la primera opción de la selección mundialista de Gustavo Alfaro para Qatar 2022.

En 2016 fue fichado por el Monterrey de México en el inicio de un periplo internacional de siete años. Una temporada después fue al Colón de Argentina y enseguida pasó a Vélez Sarsfield, club con el que jugó hasta 2019.

En agosto de 2021 firmó con Cerro Largo de Uruguay y en enero de 2022 fue contratado por Deportes Tolima de Colombia.

Se quedó poco porque en julio volvió a Liga de Quito, club con el que firmó por dos años y medio y al que guarda un cariño especial.

EL RECOGEDOR DE PELOTAS DE TENIS
La historia de Pervis Estupiñán no es ajena a ese nexo de carencias-sueños-fútbol.

Nació en Esmeraldas, en uno de los barrios duros de la ciudad, donde el deporte cobra un especial valor. Se convierte en una tabla de salvación para los niños y jóvenes.

La familia carecía de comodidades. Ayudaba a su madre a vender empanadas en un lugar cercano a su vivienda.

Para comprar sus primeros botines, recogía pelotas en un club de tenis. Con ello le alcanzaba para soñar y jugar.

La velocidad que imprimía para correr por la banda izquierda y personalidad para el regate le abrieron las puertas en Liga de Quito club al que llegó con solo 11 años. Pasó por las formativas Sub 14, Sub 16 y a los 17 años, ya fue llamado por Luis Zubeldía para el equipo profesional.

En ese proceso de formación, el entrenador Patricio Hurtado, dejó su impronta. Pulió la técnica de Pervis, explotó su velocidad y trabajó en la técnica de los centros por alto, pero sobre todo, conversó con él.

Habló de lo importante de llegar a convertirse en una figura del fútbol mundial. Era lo que soñaba. Pero también habló que el dinero y la fama que llegan deben encontrar a un profesional para asumir con madurez diversas circunstancias.

Estuvo en Liga de Quito solo lo necesario para viajar a Europa donde ya suma siete temporadas.

Waltford compró sus derechos deportivos, pero nunca llegó a debutar en la Premier League. En 2016 jugó en el Granada B de la Segunda Categoría de España.

El 2017 formó filas en el Granada de la Liga Española, pero volvió a la segunda división con Almería y Mallorca.

Se enroló en Osasuna antes de llegar a Villarreal en 2020. Jugó hasta hace un mes en el Submarino Amarillo pues pasó a Brighton. Debutó ya en la Premier League inglesa, donde un día soñó jugar, cuando miró a Antonio Valencia hacerlo en Manchester United.

Y como los sueños están para cumplirlos, como un día lo dijo, con Villarreal alcanzó el título de la UEFA Europa League en 2021, convirtiéndose así en el segundo futbolista ecuatoriano en lograr ese título después de Antonio Valencia.

Son solo algunas historias de jóvenes ecuatorianos que soñaron. Tuvieron un sueño de una vida mejor y para eso se aferraron a la pelota. Hoy, ya consagrados como ídolos nacionales, irán en busca de la gloria a Qatar. Conocen muy bien cómo cazar utopías.