México, de nuevo, vence pero no convence

Mexsport

SAN SALVADOR (Rafael Ramos) -- No todas las victorias garantizan felicidad, ni curan todas las llagas. Subyugado en el primer tiempo, contundente en el segundo, México mantiene marca perfecta en su zona de confort en la fase de grupos de la Concacaf.

3-1 sobre El Salvador. Un veredicto poco elocuente, sufrido por pasajes del partido. Porque México salió con indicios de temor, administrando la adrenalina que exigía un partido en el que debía rescatar más que el resultado, debía, además ornamentarlo de buen futbol.

Al final, México saca la victoria reaccionado por impulsos, a estertores, con desesperación, y como un acto de contrición, después de que en el primer tiempo, con dureza y con rudeza, los salvadoreños.

Tras un cobro magistral a lo Panenka, por parte de Larín Hernández, cambiarían la historia Héctor Moreno, Ángel Sepúlveda y Raúl Jiménez, éste de penalti, cambiaron la historia, pero sin brillantez, a más transpiración que insíración.

BELIGERANTE...

El Salvador siguió la simplicidad de la ruta trazada por Primitivo Maradiaga: agresividad, para atacar y defender. Una devoción espartana. Por el balón y por el adversario. La cacería sólo tenía esas dos prioridades.

Y México fue cayendo en la emboscada. Se exponía menos y exponía más la pelota. Cierto: al silbante texano Villarreal le tembló la tarjeta roja en la alforja. Porque bien pudo recetarle una a Domínguez tras una falta sobre Javier Aquino.

Cierto que el Cuscatlán no se llenó de gargantas bélicas, pero la rabia se contagiaba. La tribuna ululaba, arrojando carcajadas, ilusiones, fantasías, y rememoraba, con el ácido incluido, las penurias mexicanas ante la marabunta chilena. El 7-0 era un coro de delirio en los ecos ciscatlecos.

Al minuto 23 el destino corresponde a quien queriendo más, merecía más: El Salvaor. Una torpeza de Torres Nilo metiendo el brazo en el área, lleva al a condena del manchón.

El cobro es espléndido. Larín Hernández se viste de artista y de héroe. Se atreve. Juega en esa delgada línea de lo sublime y lo ridículo. La audacia paga: cobra a los Panenka el penalti. El amague. Y Ochoa se lanza al vacío, mientras el balón dibuja suave, cadenciosa y gimnásticamente esa peripecia burlona, subyugante, que embelesa a la misma víctima. 1-0, minuto 23.

En esos ensayos tibios del Tri para atacar, los salvadoreños mantenían el orden absoluto jugueteando incluso, con parsimonia en el uso del balón para desesperar a los mexicanos.

REDENCIÓN...

El Tri intenta reaccionar. El ingreso de Jesús Dueñas por Torres Nilo, y el reacomodo del equipo, le da orden y un mayor control de la media cancha.

Para El Salvador parecía que el esfuerzo extremo de la primera mitad pasaba factura. Y México no lo desaprovecha, porque en cuatro embestidas consumas dos goles, en errores de marcación de la defensa cuscatleca.

Héctor Moreno (52) y Ángel Sepúlveda (66) rematan sin piedad en el área y capitalizando los descuidos y titubeos del arquero salvadoreño. El 2-1 trastoca los papeles en la cancha y desalienta la tribuna, que se había convertido en el sólido guerrero 12 de los salvadoreños.

Sepúlveda tendría el tercero, solo, ante el arquero, en una descolgada, pero la gula o el miedo, le impidieron definir, aunque después, con falta de Domínguez, llegaría al manchón al cobrar con pulcritud la falta Raúl Jiménez, para el 3-1, al minuto 72.

El Tri viajó de inmediato a México. El martes cerrará la fase de grupos ante Honduras, que pelea por su clasificación.