Barcelona sufre en exceso, pero saca el triunfo ante la Real Sociedad

BARCELONA (Jordi Blanco | ESPN Digital) -- El FC Barcelona mantuvo a duras penas el pulso por la Liga imponiéndose a una descarada Real Sociedad que le plantó cara en fútbol... Pero cedió a la prestancia de Messi, majestuoso y clave en todos los órdenes.

El campeón respondió a la tardía pero trascendental victoria del Real Madrid en Gijón ganando por 3-2 en un choque abierto, lleno de alternativas, vistoso y que demostró como ha cuajado la idea de Eusebio en el equipo vasco.

La Real propuso, y no poco, sobre el césped. Se encontró con la colaboración involuntaria de un Barça con defensa de juguete y sin un plan, a simple vista, preestablecido. Aunque no contó, porque hay situaciones incontrolables, con el liderazgo de Leo Messi, quien en muchas fases del partido demostró ser el plan del campeón por sí mismo.

Principio y final, el argentino frenó la impetuosa presentación donostiarra, que en dos minutos había avisado dos veces a Ter Stegen y que fue agrandándose en el campo hasta que a los 17 minutos Leo tomó un balón cedido por Suárez y desde la frontal del área soltó un obús, un zambombazo, un misil ajustado al palo al que no pudo responder Rulli.

Pero este Barcelona cojea tanto que, queriendo cerrar el partido Messi con ese inverosímil 2-0 en el que demostró que la suerte y la casualidad hay que buscarlas, se metió en un auténtico lío. Primero fue Iñigo Martínez el que señaló a la zaga en completo para disparar al muñeco y meterse el gol Umtiti y después, al borde del descanso, fue Xabi Prieto quien retrató, otra vez, a todos.

Y es que ni con el 3-1 de Alcácer, asistido lógicamente por Messi, pudo respirar con tranquilidad un Barça que transitó otra vez por el alambre sin que pudiera encontrarse una solución lógica.

SUFRIR

Tal es así que la segunda mitad demostró este sábado que el campeón se agarra con los dedos a una supervivencia que es en el fondo un sinsentido, casi se diría una invitación a la catástrofe.

Porque a la magnificencia de Messi, que llegó a regalar una suerte de regate soberbio con la cabeza, no acompañó nadie. ¿Entrega? Por supuesto pero calidad y dominio de la situación no se contempló por ningún lado.

Transcurrió la segunda parte como un thriller en el que era imposible adivinar el final pero en el que se temía más el empate de la Real que la sentencia del Barça, acotado y asustado, sin capacidad ni frescura y entregado a un sufrimiento impensable en el Camp Nou.

Solamente cuando aparecía en escena la Pulga se calentaba el ánimo local, llegando a los 40 minutos a proponer un slalom al que le faltó solo la puntilla final, mientras una parte del Camp Nou pensaba ya con sus gritos en la Juventus y otra, más pendiente del presente que del futuro, se frotaba los ojos con un desenlace de partido sufridor como no sospechó.

Ganó el Barça, sí. Empujado, liderado y dirigido por Messi para mantenerse agarrado al sueño de la remontada liguera... Pero ofreció unas sensaciones tan dudosas que soñar con derrumbar a la Juventus se entiende, ahora mismo, una misión imposible.

O habrá que ponerse en manos del 10. Claro.