El Real Madrid resuelve el trámite ante el Espanyol

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MADRID (Paola Núñez, corresponsal) -- Álvaro Morata interrumpió la siesta del Santiago Bernabéu. Gareth Bale lo hizo vibrar. El galés volvió después de tres meses para sacar a su equipo de un atasco y marcar el segundo en la victoria por 2-0 del Real Madrid sobre el Espanyol.

En media hora no había gran cosa que recordara al equipo que tres días antes había aprovechado hasta la última gota de todo su potencial para vencer al Nápoles en la Champions.

Entre bostezo y bostezo, los aficionados merengues se habían un susto mayúsculo cuando Mateo Kovacic se quedó tendido en el césped por una aparatosa herida en el pómulo tras un choque con Diop y, ávidos de espectáculo, festejaron estruendosamente un regate de altura de Cristiano Ronaldo con túnel incluido, de esos que de cuando en cuando recuerdan la clase que lleva en las botas. Apenas para sacudirse esa sensación de vacío que producía el partido.

Sólo repitieron cuatro hombres de los que actuaron de inicio a media semana. Raphael Varane, Dani Carvajal, Toni Kroos y Cristiano Ronaldo. Cuatro hombres que cayeron en ese mal hábito del equipo merengue de reservar energías cuando no se sienten amenazados. Y el Espanyol resultaba cualquier cosa menos amenazante. Los catalanes no se retaban ni a sí mismos.

Esperaban en menos de 20 metros dentro de su campo a que ocurriera algo. Lo que fuera. Madrid peloteaba casi por inercia. De todos los hombres del equipo B de Zidane, ese que en teoría tiene que aprovechar la mínima oportunidad para ganarse más oportunidades, se esforzaban - y a veces - Isco y Morata.

La displicencia de sus compañeros y la desconexión provocaron que el español fuera pillado en fuera de lugar al menos en cuatro ocasiones. Oportunidades, pocas, y las que tuvieron, casi todas a balón parado, las desperdiciaron por fallos absurdos.

Morata, que pide más minutos a gritos (o a través de veladas amenazas de marcharse), batallaba para pescar al menos un balón que le permitiera anotar. Llegó tarde al más claro, tras una gran jugada de Lucas Vázquez y Cristiano Ronaldo y empezaba a notarse desesperado. Siguió una posición adelantada más del atacante español; y con gol anulado.

Aumentaba su angustia y no ayudaba que su socio de confianza, Isco, se veía lento y pesado. Pero, como suele ocurrir con Isco, justo en medio de ese espiral hacia la frustración, se sacó de la nada un pase mágico que devolvió la confianza a su cómplice y trajo la calma. Le puso un centro precioso desde la derecha, larguísimo, pero medido al milímetro. Morata atinó a ganarle en el salto a Duarte y de un cabezazo entre los dos centrales, puso el 1-0.

El Bernabéu volvió a caer en el hastío inmediatamente después. Espanyol, ni con balones regalados, alcanzaba a llegar al área de Kiko Casilla. Sólo lo intentó Gerard en una jugada aislada, pero la defensa merengue no se molestó ni en intentar darle alcance de tan clara que era su posición adelantada. El Madrid, vuelta a pelotear.

El hastío continuó tras el descanso. Si bien Madrid llegaba un poco más, lo hacía sin el menor acierto. El partido se hacía eterno. Insoportable e incómodo. Zidane mandó a Casemiro por Kovacic, que apenas podía abrir el ojo, Kroos se movió a una posición más ofensiva... Pero todo siguió igual. Madrid seguía a lo suyo; retener el balón el mayor tiempo posible y buscar el segundo sólo cuando se veía obligado a ello.

Y entonces, otro toque mágico. El momento más esperado de la tarde: Gareth Bale ingresó al terreno de juego a 20 minutos del final después de tres meses de ausencia.

Tardó cerca de diez minutos en entonarse. Parecía, en principio, que ni siquiera su aparición avivaría el juego. Pero a la primera que pudo se hizo presente. Emprendió la carrera por el centro para internarse en el área tras recibir un pase preciso (otro más) de Isco y fulminar a Diego López con un disparo cruzado. Solo entonces enloqueció la grada.

Y el partido, que terminó con polémica después de que en la última jugada el árbitro decretara penal sobre Cristiano Ronaldo y se retractara inmediatamente después cuando vio la bandera en alto del juez de línea.