Barcelona se aleja más del Real Madrid

EFE

CASTELLÓN (Jordi Blanco, corresponsal) -- Cinco puntos y un partido pendiente. Esa es la renta que ya alcanzó el Real Madrid cuando no se ha alcanzado aún el ecuador de la Liga. El Barcelona falló en Villarreal el partido que de ninguna manera podía dejar escapar y pensar en el título comienza a ser una quimera.

Messi salvó un punto, de milagro, en el último suspiro con una falta sideral, pero su gol, que evitó la derrota, no ocultó una realidad palpable: el Barcelona ha perdido ya todo papel de favorito para ser campeón.

Penalizado por su falta de contundencia en ataque y hundido por un árbitro que no quiso saber nada de un brazo clarísimo en el área del submarino amarillo, el Barça fue desdibujándose, cada vez más alejado de si mismo y acabó, casi, por rendirse en una Liga cada día más blanca.

Al equipo de Luis Enrique le faltó el remate que tan poderoso le convirtió en el pasado y le condenó su poca predisposición a atajar las contras rivales, que si ya le hicieron sufrir en San Mamés le volvieron a retratar este domingo en Villarreal.

Un balón recuperado frente a la corona del área local la convirtió el submarino amarillo en un contragolpe de alta escuela, dirigido imperialmente por Alexandre Pato y sentenciado con un disparo raso y cruzado de Sansone al que no llegó Ter Stegen, falto de agilidad y reflejos en una jugada señalada antes de producirse.

Si el Barça salió mandando al campo, el grupo de Escribá, cuyos equipos en el pasado nunca le habían ni marcado un gol, respondió con un orden excelente en defensa, un centro del campo al mando de Trigueros muy firme y una electricidad ofensiva que por dos veces le dio la ocasión de adelantarse en el primer tiempo.

Digne se cruzó providencialmente a un disparo de Jonathan dos Santos, quien antes ya había disparado por arriba una volea que avisó al campeón de lo que se le venía encima. Se le venía, probablemente, una tragedia a la vista de su poco tino en consumar las jugadas que iniciaban indistintamente Messi e Iniesta.

De 6, de 8 o de 10, Leo se hizo con las riendas del Barça, pero tanto el retraso de Busquets como la invisibilidad de André Gomes le penalizaron demasiado, ofreciendo una calma inesperada al submarino amarillo, cómodo sin ninguna clase de intercambio de golpes.

TOCADOS... POR EL ÁRBITRO

Al toque, sin prisas y con avisos, los de amarillo cerraron el primer tiempo dando cuenta de la pesadilla que podía ser la segunda mitad... Y sucedió.

El Barça salió con menos intensidad... Y el Villarreal le golpeó a lo bruto, con una contra excepcional conducida por Pato que sentenció Sansone a los cinco minutos de la continuación.

Apremiado y urgente, Messi se puso ya sin disimulo los galones y viendo como la Liga se escapaba el campeón se lanzó a un desesperado ataque en busca de esa remontada providencial. A partir de ahí crecieron los nervios en la misma medida que aumentó la polémica, porque como continuación de San Mamés el arbitraje regresó al plano.

Con Denis y Arda en el campo y una ofensiva azulgrana desesperada, un disparo de Messi fue desviado desde el suelo con el brazo por Bruno, en una jugada tan clara que provocó estupor la no señalización del penalti. Claro que poco después respondió con otra mano no señalada Mascherano... Y una más de Bruno.

Ignacio Iglesias, a lo suyo, no señaló ninguno de esos penalties y el Barça, agonizante, se relanzó, sin orden ni concierto, en busca del empate, que rozó Messi con un remate al palo y se sospechó en cualquier momento.

Claro... a través de Leo Messi. El se fabricó la falta y el la metió dentro, con un obús al que apenas siguió con la mirada Asenjo. Era, claro, demasiado tarde para pensar en una remontada milagrosa. Y así el Barça arrancó un empate de amargo sabor que, a pesar de Messi, le ofrece demasiado poco.

Y que empieza a convertir el sueño de la Liga en una quimera.