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    "Hoy no hemos sufrido nada", afirmó Luis Enrique tras la victoria por UCL

    MADRID - El entrenador del Barcelona, Luis Enrique Martínez, se ha mostrado satisfecho del partido que ha hecho su equipo ante el BATE Borisov bielorruso, al que derrotó a domicilio (0-2) y dominó a placer durante todo el partido. "Hoy no hemos sufrido nada, gracias al rigor en la presión y a que hemos estado siempre bien colocados en las segundas jugadas. Ahí hay que darle el mérito al trabajo de los centrocampistas", ha destacado en la rueda de prensa posterior al encuentro. El empate entre Bayer Leverkusen y el Roma (4-4) consolida además a los azulgranas en el liderato del Grupo E, por lo que Luis Enrique ha destacado que la jornada "ha sido positiva en cuanto a resultados" y también "en lo que necesitaba el equipo", en su visita al Borisov Arena. "Mantener la portería a cero siempre viene bien", ha añadido. Sin embargo, el técnico asturiano ha lamentado que sus hombres todavía no estén del todo finos de cara a puerta, algo que se viene repitiendo en muchos partidos en este primer tercio de la temporada: "Seguimos necesitando muchas ocasiones de gol para materializarlas". Pese a que el brasileño Neymar da Silva volvió a disfrazarse de Messi para echarse de nuevo el equipo a la espalda -hoy asistió a Rakitic en los dos goles-, Luis Enrique ha vuelto a evitar caer en personalismos y felicitar a todo el colectivo, "porque todos han aportado". Del BATE, ha recordado que la pasada jornada ganó al Roma -"éste es un grupo muy igualado y creo que todavía pueden hacer algo en él", ha indicado- y también se ha referido a la lesión de Sergi Roberto, que ha pedido el cambio a los 18 minutos, en principio, por unas molestias en el pubis. "Cuando un jugador se retira del terreno de juego con molestias no es algo positivo, pero no es nada grave. Esperamos a la exploración de mañana y a ver que dicen los médicos", ha concluido.
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      Luis Enrique: "Hoy no hemos sufrido nada"

      El entrenador del Barcelona, Luis Enrique Martínez, se ha mostrado satisfecho del partido que ha hecho esta noche su equipo ante el BATE Borisov bielorruso, al que derrotó a domicilio (0-2) y dominó a placer durante todo el partido. "Hoy no hemos sufrido nada, gracias al rigor en la presión y a que hemos estado siempre bien colocados en las segundas jugadas. Ahí hay que darle el mérito al trabajo de los centrocampistas", destacó en la rueda de prensa posterior al encuentro. El empate entre Bayer Leverkusen y el Roma (4-4) consolida además a los azulgranas en el liderato del Grupo E, por lo que Luis Enrique ha destacado que la jornada "ha sido positiva en cuanto a resultados" y también "en lo que necesitaba el equipo", en su visita al Borisov Arena. "Mantener la portería a cero siempre viene bien", añadió. Sin embargo, el técnico asturiano lamentó que sus hombres todavía no estén del todo finos de cara a puerta, algo que se viene repitiendo en muchos partidos en este primer tercio de la temporada: "Seguimos necesitando muchas ocasiones de gol para materializarlas". Pese a que el brasileño Neymar da Silva volvió a disfrazarse de Messi para echarse de nuevo el equipo a la espalda -hoy asistió a Rakitic en los dos goles-, Luis Enrique evitó caer en personalismos y felicitar a todo el colectivo, "porque todos han aportado". Del BATE, recordó que la pasada jornada ganó al Roma -"éste es un grupo muy igualado y creo que todavía pueden hacer algo en él", indicó. También se refirió a la lesión de Sergi Roberto, que pidió el cambio a los 18 minutos, en principio, por unas molestias en el pubis. "Cuando un jugador se retira del terreno de juego con molestias no es algo positivo, pero no es nada grave. Esperamos a la exploración de mañana y a ver que dicen los médicos", concluyó.
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        Barcelona buscará ante BATE Borisov cambiar inercia como visitante

        BARCELONA -- Tres derrotas en seis partidos, las últimas dos consecutivas en una racha de tres encuentros sin ganar, muestran la estadística del FC Barcelona en este inicio de temporada lejos del Camp Nou. Este martes, en Bielorrusia, sin Messi pero con Neymar, el equipo azulgrana está obligado a dar un golpe de efecto en Europa. “Sólo estamos un punto por encima del BATE y del Leverkusen, así que no esperamos facilidades de ningún tipo”, advirtió Luis Enrique, sabedor de la necesidad de mejora que tiene el Barcelona, más allá de los resultados aunque con el marcador en el primer plano. “Somos conscientes de que debemos mejorar, pero lo importante es la trayectoria durante toda la temporada”, convino el entrenador asturiano, apartando críticas al rendimiento de su equipo. El regreso de Vermaelen, una vez recuperado de su última lesión, fue la buena noticia en un equipo que sigue esperando a Messi e Iniesta, cuya ausencia se deja notar en el ambiente y provoca tanto una mayor exposición de Neymar como una duda entorno al grupo. “Tanto Messi como Iniesta son futbolistas excepcionales, pero el Barcelona tiene una buena selección de los mejores jugadores”, explicó Aleksandr Yemakovich, entrenador del BATE y quien no dejó escapar la oportunidad de recordar la “inmensa diferencia” que existe entre los dos equipos. Roma, Celta y Sevilla, consecutivamente, han demostrado que el Barcelona pierde fuelle lejos del Camp Nou. Si se apuntó primero a Ter Stegen como uno de los grandes responsables de los goles encajados, la presencia de Bravo no ha conseguido acabar con el debate y esperando a ver quién es este martes el elegido, por encima de todo se entiende la necesidad de sumar tres puntos con más valor efectivo que otra cosa. Luis Enrique: "Tengo la referencia del partido que ganó el BATE a la Roma. No esperamos un partido fácil" #FCBlive pic.twitter.com/LTC2pe5Ze5— FC Barcelona (@FCBarcelona_es) octubre 19, 2015 BRAVO O TER STEGEN Capítulo aparte merece la portería. ¿Volverá Ter Stegen para ser el meta de la Champions o se mantendrá innegociable Bravo? El rendimiento del alemán durante la lesión del chileno no le ofrece muchas esperanzas, pero alrededor del equipo las opiniones acerca de quién será el elegido demuestran que nadie es capaz de dar nada por seguro en este aspecto. “Trabajo para ser titular siempre”, explicó hace pocos días Claudio Bravo, devolviendo al plano la difícil relación que mantienen los dos metas esta temporada, desde que Ter Stegen avanzó el regreso de sus vacaciones para convencer a Luis Enrique... y provocar un soberano disgusto en el campeón de la Copa América, quien apuró hasta el último día de su periodo vacacional. Luis Enrique, cuya relación con los medios, con todos, sigue siendo tan distante (o más) como el primer día, no ha dado pista alguna acerca de quién será el elegido para resguardar la meta, y si puede sospecharse que Munir volverá al once, Sergi Roberto al lateral o Mascherano al eje central, adivinar el portero se contempla más difícil. Lo que no ofrece lugar a la duda es que el Barça precisa recuperar el sabor del triunfo lejos del Camp Nou. Sin contar la victoria (5-4) ante el Sevilla en terreno neutral en la Supercopa de Europa, el equipo de Luis Enrique suma dos victorias, un empate y tres derrotas como visitante, un saldo fuera de lógica para un tricampeón obligado a ganar en Borisov. Por prestigio, grandeza, lógica... Y tranquilidad.
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        • Jordi Blanco | Corresponsal

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          La Champions regresa al escenario en medio de una gran expectación

          BARCELONA -- El reto de repetir título, el desafío de reconquistarlo, la necesidad de dar un paso al frente, la presión del entorno, la ilusión de romper los pronósticos… La Champions, 32 equipos y San Siro en la mirada. Barcelona y Real Madrid, PSG y Manchester City, Bayern, Juventus, Manchester United, Atlético, Leverkusen, Benfica, Arsenal, Oporto, Valencia… La melodía más estimada en el futbol comienza este martes con la final de Milán del 28 de mayo de 2016 como objetivo de un puñado de clubs vestidos como favoritos y aspirantes, necesitados de cumplir el pronóstico en una fase de grupos menos exigente que en otras ocasiones en la mayoría de grupos, que no en todos. La Liga española se presenta una temporada más como la mejor representada en el torneo. No solo por la presencia de cinco clubs gracias a la conquista de la Europa League por parte del Sevilla, sino porque en los dos últimos años ganaron el título Real Madrid y Barcelona, acompañando el Atlético en la final de 2014. El equipo de Luis Enrique, que debuta en la legendaria Roma visitando a un equipo al que venció cómodamente hace un mes en el trofeo Gamper, parte con el reto de ser el primer campeón que defiende con éxito la corona desde que existe la Champions League. Y suceder en este éxito al legendario Milan de Arrigo Sacchi, vencedor en 1989 y 1990 para ser el último en repetir. Para acabar con la maldición del campeón deberá, antes de todo, concretar su superioridad en un grupo que le emparejó, además de con la Roma, con el Bayer Leverkusen que hace cuatro años facilitó el record goleador de Messi (cinco dianas en un partido) y el BATE Borisov, convidado de piedra en buena lógica. Las apuestas presentan a Real Madrid y Bayern Múnich como los mayores rivales para el Barcelona. A la presión siempre presente en el Bernabéu se suma en Múnich la que siente Guardiola en su tercer y, para muchos, último curso al frente del campeón bávaro, que le fichó para igualar, por lo menos, a Heynckes y que se estrelló ante los dos gigantes españoles en los dos años precedentes. El primer tramo de la competición se presenta vital para Cristiano Ronaldo en su mínima esperanza de conquistar el Balón de Oro por encima de Leo Messi. El portugués, máximo anotador del torneo con 78 goles, (uno más que el argentino) dirigirá el favoritismo del Madrid por encima del PSG de Laurent Blanc, necesitado de dar ese paso al frente que le exige el multimillonario presupuesto que rige el proyecto qatarí. Con todo, y tras los mayores nombres entre los que se debería colocar al Manchester City, emerge en general la necesidad de Inglaterra de recuperar el mando perdido desde que el Chelsea logró en 2012 el último trofeo de un club de la Premier, que en los diez últimos años apenas ha levantado dos veces el título. El Manchester United vuelve tras la ausencia del pasado ejercicio, extrañamente apartado de los favoritos y con Van Gaal expresando un temor exagerado ante PSV, frente a quien debutará mañana, Wolfsburgo y CSKA Moscú para lograr el pase a octavos. Después de invertir 335 millones de euros en fichajes desde el verano de 2014 se entiende grotesco que el entrenador de los diablos rojos se equipare ante tres rivales que, sumados, no han alcanzado los 134 millones en fichajes en el mismo periodo. Menos excusas se le contemplan al City de Manuel Pellegrini, por mucho que el sorteo fue especialmente duro en su caso. Tanto como en el de Juventus, Sevilla y Borussia Mönchengladbach, con quienes compartirá el llamado, con razón, grupo de la muerte. “No perder puntos en casa será importantísimo” aseguró Allegri, el entrenador de una Juve necesitada de cambiar la depresión de la Serie A por la alegría en Europa… Y que mañana inicia camino en Manchester con un partido, de entrada, explosivo. Tanta presión se le observa al City como al Chelsea, no por el club, que logró el sueño en 2012, sino por José Mourinho, campeón con Oporto e Inter, pero que persigue desde su primera etapa ese objetivo con los blues de Stamford Bridge para poder proclamarse el primer entrenador en lograr el título con tres clubs distintos. De entrada al equipo londinense se le adivina una fase de grupos más calmada, junto a su ex Oporto y por encima de Dinamo Kiev y Maccabi Tel Aviv. Similar presentación se le entenderá al cuarto representante ingles, el Arsenal que al cabo de diez años buscaría esa final que perdió en París. Los gunners de Wenger comienzan luchando con el Bayern que les eliminó consecutivamente en 2013 y 2014 en los octavos, fase en la que también cayó en 2015 ante el Mónaco, 2012 frente al Milan o 2011 contra el Barcelona. La Bundesliga presenta como candidato innegociable al Bayern de Pep Guardiola, arrodillado de mala manera en las dos campañas precedentes por el campeón de turno y al que se le exigirá llegar a la final sin excusas. Bayer Leverkusen, Wolfsburgo y, por encima de todo, Borussia Mönchengladbach sufrirán una fase de grupos de alto riesgo, demasiado como para, de entrada, presentarles como candidatos. Ellos podrían darse a concer con el papel de outsiders, tal como Valencia y Atlético, subcampeones en dos ocasiones, o los portugueses Benfica y Oporto, que con Casillas en la portería aspira a mejorar las prestaciones de los últimos años. Como el PSV, Olympique de Lyon, Galatasaray, Olympiakos, Zenit, CSKA o Shakhtar…Aspirantes a hacerse ver por encima de lo que la lógica indicaría de entrada. Por debajo quedan los invitados a la fiesta, aquellos que deberían pasar de puntillas y que en más de una ocasión han dado que hablar por un descaro que les convirtió en protagonistas. Ocurrió en años pasados con APOEL o Basilea, ausentes en esta edición que tiene en el regreso del Maccabi israelí o el debut del Astana de Kazajistán a los mayores protagonistas. Nada se espera de ellos como tampoco del Malmoe sueco, subcampeón en 1979, del Gent belga, el Dinamo Zagreb croata o el BATE bielorruso. Clubs necesarios para completar la nómina de participantes en una Champions que echará en falta tanto al Ajax (ausente por primera vez después de seis años) como al Celtic o el Mónaco, Borussia Dortmund, Fenerbahçe o Brujas. Y, por supuesto, a Inter o Milan. Por segunda temporada consecutiva la final se disputará en una ciudad sin representante en la competición, algo que no ocurría desde 2006, cuando el PSG aún no estaba en la nómina de la aristocracia futbolística. Que no participase el Hertha de Berlín el pasado año podía considerarse tan lógico como ilógico se contempla la ausencia, a la vez, de Milan e Inter, que suman 10 títulos y 16 finales entre ambos y que siguen apartados del plano.
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          • Jordi Blanco | Corresponsal

            Las finales más épicas, imposibles y legendarias de la Champions League

            BARCELONA -- Dicen que Inglaterra es la cuna del futbol y quizá sea por ello que en la historia de la Champions tengan que ser, hasta hoy, dos clubs ingleses los que hayan protagonizado las victorias más épicas, imposibles y legendarias del torneo. Lo hicieron el Manchester United en 1999 y el Liverpool en 2005. En Barcelona la imagen no se borra de la mente de quien la viera en directo. Es imposible. Y es cruel. Tanto que incluso los vencedores consolaban a los vencidos, aparcando ni que fuera por un instante la felicidad y la euforia desbordada para dar una palmada al perdedor. Es la final de 1999, la del Camp Nou, la de una remontada que absolutamente nadie pudo imaginar. Es la victoria por antonomasia del Manchester United. Sin tener la mística de 1968 por significar el cierre del duelo tras la tragedia de Múnich, la Champions que los diablos rojos conquistaron en Barcelona frente al Bayern Múnich permanecerá como la más excepcional. En los pasillos del Camp Nou, camino a la salida, empezaban a mezclarse hinchas de ambos equipos, unos conformándose con la derrota y los otros celebrando su primer título desde 1976. Derrotado por el Aston Villa en 1982 y por el Oporto en 1987, al Bayern le bastaba con el gol de Mario Basler para lograr el trofeo. Ganaba 1-0 y había tenido ocasiones para ampliar la ventaja, estrellando incluso dos balones en el palo de Schmeichel. “A ver si al final lo vamos a lamentar” pronosticó en la tribuna de prensa un enviado alemán. Apenas nadie le atendió porque el United de Alex Ferguson parecía entregado a su derrota. Entró Sheringham por Blomqvist antes de que por los germanos se marchase más contento que unas pascuas Matthäus a los 81 minutos y Basler, el autor del gol, a los 89. Era el homenaje… en el momento menos indicado. Porque de la nada nació la remontada más épica. Se alargó el partido tres minutos y en el primero del alargue, tras la salida de un corner botado por Beckham, el balón llegó al borde del área para que lo disparase sin ton ni son Giggs… Y pusiera el pie Sheringham para despistar lo justo a Oliver Kahn. La explosión del graderío provocó una avalancha de hinchas, que habían empezado a desfilar en la salida y regresando a su localidad para entender qué pasaba. Para, probablemente, ver una prórroga en la que nadie había creído. Una prórroga que nunca llegó a disputarse. Porque si el fútbol ya había sido cruel para el Bayern, aún lo fue más al cabo de dos minutos, en el último suspiro, sin tiempo para más. Otra vez a la derecha de Kahn, en el corner Beckham, el balón que lanza David, lo toca con la cabeza Sheringham… Y aparece el pie de Solskjaer. La locura se apoderó en aquel momento del Camp Nou como en las ocasiones únicas. Un gol de Zuviría en 1978, otro de Quini en 1982, la cola de vaca de Romario en 1994, la cabalgada del bisonte Ronaldo en 1997… Hasta llegar a Solskjaer, el primer gol no barcelonista que hizo temblar los cimientos del Camp Nou aquella noche de 1999. Cuando Pierluigi Collina señaló el final del partido, la histeria de los ganadores, repartiendo sus cánticos por la grada y el césped hinchas y jugadores, se mezclo con el desespero de los derrotados. El lloro de Kuffour y la rabia de Matthäus es tan imposible de olvidar como las lágrimas de multitud de aficionados alucinados por aquella derrota impensable. NUNCA ESTUVIERON SOLOS A la épica del Manchester United le sucedió al cabo de seis años la del Liverpool, levantándose de manera imposible tras un 3-0 para acabar ganando en la tanda de penalties una Copa que el Milan ya había empezado a celebrar. Sucedió el 25 de mayo de 2005 en Estambul. Sin tiempo para enterarse, en el primer minuto, Paolo Maldini clavó el 1-0 y en cinco minutos brutales, 39 y 44, Hernán Crespo logró un doblete que se consideró ya insalvable. 3-0 al descanso y en las gradas del estadio Ataturk los hinchas del Milan celebraban su éxito como relamían sus heridas de derrotados los ingleses. Veinte años después de la tragedia de Heysel el Liverpool estaba siendo masacrado. “Les dije que dieran la cara por los aficionados, apelé a su profesionalidad y les señalé que si marcábamos pronto lo podíamos lograr” rememoró tiempo después Benítez recordando qué dijo a sus hombres en el descanso de aquella final imposible. Y los jugadores del Liverpool, desde Xabi Alonso y hasta Baros, pasando por Cissé, Luis García, Carragher y Gerrard, despertaron el ánimo de los suyos para convertir Estambul en un cielo rojo. En seis minutos igualó el Liverpool el 3-0. Gerrard, Smicer y Alonso hicieron el milagro. La historia, que siempre apoya al vencedor, olvidó, se dejó en un cajón, que el Milan, como el Bayern en 1999, tuvo hasta el último instante la victoria a su alcance. Dudek fue un gigante y la mística hizo el resto. La final se fue a los penalties y en ellos, tras los errores de Serginho y Pirlo, Shevchenko falló el definitivo para dar el título más impensable al Liverpool. “Nunca ha habido una final más llena de emoción y creo que nunca la habrá. En otro equipo, con otros aficionados, creo que no hubiera sido posible” afirmó el hoy entrenador del Real Madrid, quien pasó a convertirse en una leyenda reverenciada por todo el universo del Liverpool. Benítez y Ferguson. Xabi Alonso y Solskjaer. Hitzfeld y Ancelotti. Kahn y Dida… Historia y leyenda viva del fútbol. De, probablemente, las dos finales más épicas de la Champions League que nació en 1993 y que inauguró como campeón el Olympique de Marsella con el gol de Boli ante el Milan… que había ganado los diez partidos disputados en el torneo y fue a perder, precisamente, el último. Aunque esa sería ya otra historia…
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            • Jordi Blanco | Corresponsal

              Barcelona, ante el reto de romper el maleficio del monarca en Champions

              BARCELONA -- ¿Logrará el FC Barcelona en San Siro romper la maldición del campeón? La Champions League, como tal, nunca ha visto al campeón defender con éxito su corona y el equipo de Luis Enrique asoma al torneo que comienza este martes entre los aspirantes a lograr un título al que la historia, de entrada, le condena. En 1992 ganó el Barça la última Copa de Europa y a partir de entonces, con la denominación de Champions League, el trofeo, la ‘Orejona’, siempre fue cambiando de manos. Campeón en 1995, el maravilloso Ajax de Van Gaal perdió la final de 1996 frente a la Juventus, que cayó derrotada en las dos finales posteriores frente a Borussia Dortmund y Real Madrid. El último en alcanzar la final como campeón fue el Manchester United, vencedor en 2008 contra el Chelsea y derrotado en 2009 por el Barcelona. La historia, antes, había sido distinta puesto que si el Real Madrid conquistó los primeros cinco títulos entre 1956 y 1960, los años 70 vivieron dos dinastías mayúsculas personalizadas en el Ajax de Johan Cruyff (campeón en 1971, 1972 y 1973) y el Bayern de Franz Beckenbauer, que enlazó los tres campeonatos siguientes. Antes, en los 60 hubo un protagonismo no prolífico pero sí destacable del Benfica que entre 1961 y 1968 disputó cinco finales de ocho ediciones, ganando solamente las dos primeras, en 1961 al Barcelona y en 1962 al Real Madrid. Después, enlazando los 70 y los 80, llegó la era de los ingleses. Si en 1968 había logrado el título el Manchester United de los Charlton, Best O Foulkes, entre 1977 y 1982 Liverpool (3), Nottingham Forest (2) y Aston Villa se repartieron la gloria. Rompió el dominio efímeramente el Hamburgo de Keegan en 1983 y en 1984 volvió a ganar el magnífico Liverpool de Dalglish… Antes de que la tragedia de Heysel cambiase el panorama del fútbol en Europa por la exclusión de los clubs ingleses de los torneos continentales. La Juventus ganó a los reds la final más triste en 1985 gracias a un más que dudoso penalti sobre Boniek que transformó Platini y después de la dramática derrota del Barcelona de 1986 ante el Steaua en Sevilla reinaron consecutivamente Oporto, PSV, Milan, Estrella Roja y Barça, por fin, en 1992. En los 60 años de competición hay lugar para los nombres propios, porque hubo un momento especial para todos y cualquier buen hincha del Celtic conocerá a Stevie Chalmers, el autor del 2-1 que le dio al equipo escocés el título en 1967; Ove Kindvall es leyenda en el Feyenoord de 1970 y Trevor Francis lo es en el Forest como Ducadam en el Steaua, Madjer en el Oporto, Koeman en el Barcelona o Boli en el Marsella… EL MILAN… Y EL CAMBIO En la historia del torneo, mando especial tiene el Milan para enlazar la vieja Copa de Europa con la nueva Champions. El club catapultado desde 1986 por Silvio Berlusconi ganó los títulos de 1989 y 1990, fue descalificado por la UEFA en los cuartos de final de 1991, perdió la final de 1993 frente al Marsella, ganó la de 1994 al Barcelona y perdió la de 1995 ante el Ajax. Si de las primeras once ediciones el Madrid disputó ocho finales para lograr sus primeros seis títulos, entre 1961 y 1968 el Benfica de Eusebio jugó cinco finales en ocho años y entre 1977 y 1985 ganó cuatro títulos el Liverpool en cinco finales, el Milan pasa por ser el último gran dominador de Europa, al disputar cinco finales en siete años ganando tres campeonatos. El 23 de mayo de 1990, en el legendario Praterstadion de Viena, un gol de Frank Rijkaard le supuso al equipo de Arrigo Sacchi la conquista de la Copa de Europa, la cuarta (entonces) de su historia y segunda consecutiva. Así igualó las gestas de Nottingham Forest (1979 y 1980), Liverpool (1977 y 1978), Inter (1964 y 1965) y Benfica (1961 y 1962). No Acanzó los tres títulos enlazados por Bayern o Ajax ni, por supuesto, los cinco que ganó de carrerilla el Real Madrid en el inicio de la competición… Pero fue el último de una estirpe de campeones que repitieron. No ocurrió nunca más y, de hecho, solamente Ajax, Juventus y Manchester United estuvieron en disposición de lograrlo hasta el último día, hasta caer en la final. Y fueron, en los tres casos, equipos extraordinarios y dirigidos por entrenadores legendarios. Van Gaal al frente del último gran Ajax de los 90, Lippi dirigiendo a la Vecchia Signora de Zidane y Deschamps y Ferguson al mando de los diablos rojos de Cristiano Ronaldo, Giggs y Rooney… Ninguno de ellos pudo. Como no pudo trasladar a la historia de los trofeos el Barcelona de Pep Guardiola y Leo Messi su consideración de mejor equipo del mundo, ganando dos títulos en tres años, pero no enlanzándolos por más que entre las temporadas 2007-08 y 2012-13 siempre alcanzó el Barça, por lo menos, la semifinal de la Champions. Ni el Barça, ni el Manchester United, ni el Chelsea ni el renacido Liverpool de Benítez ni, tampoco, el Real Madrid, que pareció dispuesto a iniciar un segundo ciclo de dominio después de los títulos de 1998 y 2000, con la moda de los galácticos que le dieron para ganar el campeonato en 2002… Y no volver a besar la gloria hasta 2014. EFÍMEROS Han sido 22 los clubs que alguna vez han logrado el título en 60 ediciones. Desde el Real Madrid en 1956 y hasta el Barcelona en 2015, al lado de los que han ido repitiendo y recuperando protagonismo hubo otros clubs con presencias efímeras. Campeones que vivieron un momento de gloria. Y otros que, tocados por la desgracia, aún esperan sumarse al pelotón de los vencedores. Celtic, Hamburgo, Steaua, Marsella, Borussia Dortmund o Chelsea tienen un título en su palmarés después de haber disputado dos finales. Excepto en el caso del Dortmund (campeón en 1997 y subcampeón en 2013), los restantes llegaron a las finales con cuatro años, como máximo, de diferencia. Más efímero fue el mando de los otros. Feyenoord, Aston Villa, PSV y Estrella Roja solo jugaron y ganaron una final. El caso de los dos últimos el dramatismo fue aún mayor puesto que lograron el cetro en la tanda de penalties en 1988 el equipo holandés y en 1991 el serbio (en aquel entonces yugoslavo). Mención especial merece el caso del PSV Eindhoven de Guus Hiddink, que levantó la Copa en 1988 a pesar de no ganar ninguno de los últimos cinco partidos. Eliminó en cuartos al Girondins y en semifinales al Real Madrid con cuatro empates y gracias al valor doble de los goles en campo contrario para vencer en la final al Benfica en los penalties por 6-5. MALDITOS El Benfica es un nombre que no puede dejarse de lado. Campeón en 1961 y 1962, el club despidió a su entrenador fetiche, Bela Guttman, por pedir un aumento de sueldo. “En cien años el Benfica sin mí no ganará ni una copa europea” dijo el húngaro a modo de despedida… Una maldición que acompaña al equipo portugués desde entonces, habiendo perdido cinco finales de Copa de Europa (1963, 1965, 1968, 1988 y 1990), una de Copa de la UEFA (1983) y dos de Europa League (2013 y 2014). Al lado del Benfica cualquier derrota parece menos amarga… Aunque para nada se debe sentir desde el bando del derrotado esa sensación. El Stade de Reims se estrelló ante el Real Madrid de Di Stefano en las finales de 1956 y 1959, pero son dos clubs españoles, uno especialmente, los más doloridos por la maldición de no ganar. Es el Atlético de Madrid, conocido como ‘El Pupas’ y que perdió dos finales que ya estaba, casi, celebrando. En 1974 un gol inverosímil de Schwarzenbeck en el último minuto de la prórroga evitó el triunfo colchonero. Al cabo de dos días se disputó un desempate y el Bayern goleó por 4-0. Al cabo de 40 años, en 2014, el equipo dirigido por Simeone acariciaba la gloria cuando en el último suspiro del alargue un Sergio Ramos igualó. En la prórroga el Madrid de Ancelotti le masacró. No tan grave pero igualmente dolorosa es la historia del Valencia que bajo el mando de Héctor Cúper llegó consecutivamente a las finales de 2000 y 2001. En la primera, disputada en París, el Real Madrid no le dio opción goleándole por 3-0; al cabo de un año los penalties le derrumbaron frente al Bayern en San Siro. El Barcelona aspira a ser el primer club que repite éxito en la Champions y en conseguir un hito prohibido desde hace 25 años. Intentarán evitarlo gigantes históricos y favoritos como el Real Madrid, Rey de la competición, o el Bayern, la Juventus… Y otros muchos con hambre de gloria. Algunos con la esperanza de volver a ser protagonistas, varios para hacerse ver. Todos, a fin de cuentas, en la gran fiesta. Una fiesta con final en San Siro, el 28 de mayo de 2016.
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              • Jordi Blanco | Corresponsal
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