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¿Y si marcharse no es tan mala idea?

LOS ÁNGELES -- Como de costumbre, el gerente general de Los Angeles Lakers, Mitch Kupchak, disfrutó del bufé previo a los juegos de su equipo en el Staples Center. Esta vez, la oferta del menú consistía en varios platos ricos en pasta: lasaña, espaguetis, unos ravioli reyenos de queso, y algo de pollo y ensalada para compensar tanto hidrato.

Kupchak comió relajado, rodeado de algunos de sus colaboradores y poco después del enésimo estancamiento de las negociaciones entre los Lakers y Cleveland Cavaliers sobre el posible canje de Pau Gasol por Andrew Bynum.

El directivo disfrutó de unos manjares acompañados por la eterna rumorología sobre la marcha del internacional español, que dicho sea de paso es una cuestión de pasta, de lana, de recortes, de reconstrucción deportiva con el fin de incorporar a un jugador joven de Cavs o lograr una posición privilegiada en el draft; en cualquier caso, se trata de una situación archiconocida por el jugador, que ya está más que acostumbrado a que su futuro esté en boca de todos.

Tras una semana de idas y venidas, el domingo era el día clave para que las negociaciones entre ambas franquicias hubieran llegado a buen puerto. No pudo ser y tal y como reporta ESPN.com, "existen expectativas de retomar el diálogo el lunes", según fuentes consultadas por Ramona Shelburne.

Tanto Lakers como Cavs buscaban dejarlo todo atado y bien atado este fin de semana, justo antes de que los laguneros emprendan el viaje a Texas para medirse a Dallas Mavericks, el martes y a Houston Rockets, el miércoles. El deseo de los de Cleveland era el de someter a cualquier nueva incorporación a las pruebas médicas antes del martes, día en que se garantiza el contrato de Bynum.

Lo que es una evidencia es que los Cavaliers desean deshacerse de Bynum (suspendido con un juego la semana pasada por 'comportamiento en detrimento del equipo') antes del martes, día en que su contrato de 12.3 millones de dólares queda plenamente garantizado. Si no consiguen traspasarle, la opción pasaría directamente por prescindir de sus servicios, un movimiento con el que se ahorrarían 6 millones de dólares, mientras que si lo mantienen, buscarían traspasarle antes de la ventana de febrero.

Por parte de los Lakers, y tal y como informa ESPN.com, la opción de canjear a Pau por Bynum y recortar al segundo, implicaría un ahorro de 20 millones de dólares y los laguneros no volverían a afrontar un gasto extra por sobrepasar el tope salarial, algo que lleva sucediendo siete años al hilo.

ACOSTUMBRADO
Mientras tanto, Gasol trata de permanecer ajeno a todo lo que gira en torno a su futuro, pero no puede. Porque hay una pregunta que vuelve a rondar su cabeza:

"¿Por qué siempre tienen que traspasarme a mí?", cuestionó este domingo en la columna que escribe en el Diario Marca.

Lo cierto es que su nombre siempre aparece en la palestra cuando las cosas no van bien para el equipo. Se trata del séptimo jugador mejor pagado de la liga (19.3 millones de dólares) y segundo de los Lakers después de Bryant (30.4 millones de dólares este año y 48.5 millones en los dos próximos). Los problemas físicos no le están ayudando en los dos últimos años y el último infortunio es la infección respiratoria que le está persiguiendo esta campaña.

Como de costumbre, Kobe le apoya de cara a la galería y entre bastidores, cuando ambos hablan de sus cosas en el vestuario. Antes del encuentro entre los Lakers y Denver Nuggets, la Mamba Negra incidió en que Pau demuestra sobre la duela su valía para seguir vistiendo de púrpura y oro. A veces, las palabras se quedan en eso, en meras palabras, en un conjunto de letras unidas que no tienen por qué ir ligadas a los hechos.

Kobe podría haber certificado esas palabras de ánimo con una bajada más cuantiosa de su contrato. Entonces sí estaríamos hablando de hechos e incluso quizás hubiera sentado precedente y Pau (agente libre en verano) hubiera aceptado otra reducción que les mantuviera al frente de este navío a la deriva y con opciones de buscar refuerzos sólidos.

Pero así es la NBA. A Pau le dijeron de la noche a la mañana que tenía que cambiar Memphis por Los Ángeles, algo que podría volver a suceder mientras cruza los dedos para que no recibir la llamada que menos le apetece contestar.

Y quién sabe si su marcha le ayuda a formar parte de un equipo que no abandone su estadio entre la indiferencia y los abucheos de su público, algo que quedó patente el domingo, luego de la derrota de los Lakers ante los Nuggets (137-115). La séptima en ocho partidos.

Quién sabe si el futuro es más prometedor lejos de Los Ángeles.