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Glendale se prepara para pérdidas económicas

La ciudad de Glendale sigue pagando la factura del deslumbrante University of Phoenix Stadium. AP Photo

TODOS LOS AÑOS, múltiples ciudades alrededor del país luchan por la oportunidad de celebrar el Super Bowl, prometiendo grandes sacrificios a cambio de un premio de valor dudoso. Esta pelea de perros municipal me recuerda a mi reality show favorito, "The Bachelor", que también presenta concursantes desesperadas intentando ganarse el corazón de un demandante pretendiente. Como las chicas que concursan en "The Bachelor", las ciudades sedes se adhieren a un libreto invisible. El Super Bowl es un honor, dicen, una fuente de riquezas, razón por la cual quedé sorprendida cuando el alcalde de Glendale, Arizona, Jerry Weiers, recientemente me dijo que no espera una gran fortuna cuando su ciudad reciba el gran partido el 1° de febrero próximo. De hecho, dijo, "Creo totalmente que perderemos dinero aquí".

La NFL prospera gracias a la percepción de que el fútbol americano es un estímulo económico poderoso; cualquiera que lo cuestiones presenta una amenaza existencial. No sorprende entonces, que la franqueza de Weiers lo haya mantenido lejos de la simpatía de la liga. Cuando el alcalde dijo el año pasado que Glendale perdió más de un millón de dólares cuando celebró el Super Bowl XLII en el 2008, el presidente de los Arizona Cardinals, Michael Bidwill, se mostró furioso. "¿Fue la cosa más favorable que pude haber dicho? No realmente", admite Weiers. En agosto, Bidwill describió las supuestas perdidas "un montón de paparruchas", alegando que el suburbio de Phoenix previamente había declarado una ganancia de 13 millones de dólares en "exposición mediática" del partido.

Bidwill ha acusado a líderes de Glendale de miopes e incompetentes; ha dicho que "la gente de la alcaldía no ha hecho nada" para apoyar el juego. El presidente de los Cardinals se mostró especialmente molesto cuando los hoteles de Glendale se negaron a garantizar una tarifa para visitantes del Super Bowl. "No voy a demandar a los hoteles descontar más de lo que demandaría a la NFL descontar las entradas al Super Bowl", sostuvo Weiers.

La imagen de un oficial citadino haciendo frente a una liga inmensa es tan inusual que llega a ser sorpresiva, como ver a un perro caminando erguido. Pero Glendale no es una ciudad cualquiera. Es un lugar que le ha dado mucho a los deportes, recibiendo poco a cambio. Desde el 2000, Glendale ha ayudado a construir tres estadios, incluyendo el domo plateado de los Cardinals que posa en el desierto como un platillo volador estacionado. Cuando pegó la recesión, ingresos por impuestos cayeron y los planes para convertir al polvoriento suburbio en un oasis de comercio se desplomaron. Glendale ahora paga más de 40 millones de dólares anuales en intereses por sus estadios y otros gastos.

Y los beneficios reales de la bonanza de Super Bowl no son claros. Un estudio fundado por el Comité de Super Bowl de Arizona encontró que visitantes gastaron 218 millones de dólares alrededor del juego del 2008, pero algunos economistas señalan que las ganancias reales fueron mucho menores dado que el fútbol americano bloqueó otro tipo de turismo. Poco de ese dinero beneficia directamente a la ciudad. Glendale dijo que gastó 3.4 millones de dólares en el 2008, sobre todo en seguridad pública, y que obtuvo solamente 1.2 millones de dólares en impuestos sobre gasto directo en lugares como hoteles y restaurantes. Las entradas al juego no acarrean impuesto. Una ex concejal de la ciudad, Joyce Clark, quien votó en contra de celebrar el partido del 2015 después de atestiguar las pérdidas de la ciudad hace siete años, se ríe ante la noción de que la publicidad lo vale. "No ha existido una sola corporación que se hubiera mudado a Glendale porque algún ejecutivo haya asistido al Super Bowl", externó.

La ciudad espera gastar un poco menos en esta ocasión, pero también anticipa menores ventas, en gran medida gracias a que la NFL mudó su circo a Phoenix. Las grandes fiestas se movieron al centro; la mayoría de aficionados y celebridades se hospedarán allí, también. Lo mismo ocurrió el año pasado, cuando la ciudad sede de East Rutherford, New Jersey, se vio eclipsada por New York. El alcalde de East Rutherford, James Cassella, dijo que la "arrogante" NFL fue as desdeñosa hacia su ciudad. "Eso básicamente envió el mensaje de que, 'Ustedes deben sentirse honrados por tener el juego aquí'", declaró Cassella.

Weiers dijo que centralizar la fiesta tiene sentido, pero también significa que Glendal requiere ayuda. Después de proyectar pérdidas por más de 3 millones de dólares por el juego, Weiers apoyó una iniciativa durante la primavera pasada que hubiera permitido a Glendale ser reembolsada por el estado. La iniciativa murió en el senado.

En "The Bachelor", el príncipe azul usualmente termina por convertirse en un sapo. Para las ciudades, esta epifanía usualmente llega demasiado tarde. "Este Super Bowl fue prometido antes de que yo me convirtiera en alcalde", dijo Weiers. "No había modo de echarse hacia atrás". En otras palabras, el juego debe seguir, aun si Glendale vuelve a perder.