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Tiempo de despegar

BUENOS AIRES -- A pesar de que su paso por la actual edición de la Copa Libertadores es discreto, River no ha cedido demasiado y sus chances de clasificación (incluso de clasificación cómoda) están intactas.

La goleada de Tigres sobre San José dejó una tabla accesible. En caso de ganar ante Juan Aurich en el Monumental, objetivo de moderada ambición, quedará en el segundo lugar. Tan simple como eso.

Por lo demás, es de esperar que los tropiezos en el exterior se reviertan drásticamente a la hora de jugar en Núñez.

Hoy se podrá tener una medida de esa hipotética diferencia. El porvenir suena más alentador que el trayecto cubierto hasta aquí. Así y todo, el equipo de Gallardo está en una encrucijada. Mejor dicho, el entrenador observa una y otra vez que el volumen de juego y la sorpresa de sus dirigidos se han esfumado como por obra de un hechizo y no atina a hacer modificaciones duraderas.

Del abanico amplio de alternativas ofensivas se ha pasado a una fórmula donde se repite el centro al área. El centro que se ejecuta a falta de mejores propuestas. Muchas (la mayoría) de las jugadas de River terminan de ese modo. Y sin la elaboración paciente que, en otros tiempos, ponía en práctica por las bandas. El más afinado en ese sentido es Sánchez, uno de los pocos que conserva el esplendor.

El equipo B es más fresco, imaginativo y dinámico. Lo ha demostrado en el segundo tiempo ante Arsenal. El buen momento de Mora (el más desequilibrante de los once) no encuentra un complemento a medida en el equipo titular, donde, por otra parte, siempre es candidato al cambio. Como si figurara en algún reglamento.

Álvarez Balanta debería permanecer como titular. Y en el segmento creativo, se impone la inclusión de Gonzalo Martínez, seguramente en reemplazo de Pisculichi, estancado en su rendimiento desde hace meses y muy probablemente necesitado de un descanso.

Sin ese plus de velocidad y penetración (a través del pase y del uno contra uno), River se agotará por la vía aérea. Y terminará, como los equipos de escasos recursos, dejando su suerte en manos de una pelota quieta.

Otra interesante movida en un tablero un tanto esclerosado sería la participación de Mayada, también insistente encarador. Hábil, multifacético. Allí donde Rojas aporta un orden rutinario y sin profundidad, el uruguayo podría desbaratar una defensa.

River está forzado a negociar seguridad en la gestión defensiva (desequilibrio del malo) a cambio de nuevas ideas de ataque. Y socios más próximos al pie certero de Teo y la electricidad de Mora.

El equipo de Gallardo, hasta aquí indeciso, inexpresivo, reclama un cambio en ciertas zonas sensibles para poder despegar.