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El secreto del básquetbol

"El secreto del básquetbol... no tiene que ver con básquetbol", dice Isiah Thomas, ex figura de los Detroit Pistons en la década del '80, en una declaración recogida en el libro 'The book of basketball" de Bill Simmons.

Sus palabras son la punta de un ovillo que, al tirar de la misma para descubrir su interior, nos permite descubrir que se trata de una genialidad. Una genialidad que, valga la paradoja, no salió de la boca de un genio. Hablamos de la persona que destruyó a los Knicks como gerente general a comienzos del nuevo milenio con sus movidas delirantes y que terminó con una sobredosis de pastillas para dormir tras su despido luego del escándalo por acoso sexual con Anucha Browne Sanders, infortunio que le costó a la franquicia de la Gran Manzana la friolera de casi 12 millones de dólares de indemnización.

La teoría muchas veces no se ve ejecutada en la práctica. Su concepto sobre el secreto del básquetbol se centra en la "enfermedad de más", algo de lo que habla Pat Riley en su libro 'Showtime'. Un equipo gana todo un año y al año siguiente todos quieren más dinero, más minutos, más tiros, más protagonismo. La capacidad de autodestrucción de los conjuntos duerme en el colchón de la codicia y el egoísmo. "No se trata de habilidades físicas. Va más allá de eso... Un equipo alcanza el tope cuando domina las habilidades mentales. Jack McCloskey (nota: manager general de Detroit Pistons en aquel entonces) sabía que la única manera de alcanzar esas habilidades era observando a los Celtics y los Lakers. Pero es difícil no ser egoísta. El arte de ganar es complicado por las estadísticas, que se traducen en dinero. Bueno, tienes que luchar contra eso. Y creo que nosotros lo hemos logrado", dijo Thomas a los periodistas, en declaraciones recogidas por Simmons, durante las Finales de 1989 en las que los 'Niños malos' de Detroit se consagraron campeones.

Veintiseis años después, nada ha cambiado en el mundo del básquetbol. Hemos visto caducar infinidad de equipos en función de esta teoría. Y también colapsar a muchos jugadores por mirar primero su propio ombligo en vez de observar el panorama completo. La parte en lugar del todo, el árbol en lugar del bosque. Esta "enfermedad de más" ha despertado últimamente una nueva cepa, la "enfermedad del yo y la inmediatez". Los jugadores escapan hacia otros equipos en función de agarrar éxitos veloces en lugar de construirlos, destruyendo el camino que enlaza el principio y el final. Marcelo Bielsa, célebre entrenador de fútbol, dice: "Cuando yo era chico, y vivía en un barrio, la gran novedad o logro era tener un auto, y cuanto más lujoso era el auto más reconocimiento para la familia que lo había obtenido. Pero había una distinción para nosotros, el reconocimiento a la familia era en función de qué había hecho para conseguir ese auto. Había familias en las que trabajaban padres e hijos y se compraban un Seat. Y había familias que se ganaban la lotería y se compraban un Mercedes Benz. Y nosotros valorábamos al que trabajaba mucho y se había comprado el Seat. Le doy ese ejemplo porque a partir de ahí aprendí que no se evalúa lo conseguido sino lo merecido. Primero hay que ver si el medio está de acuerdo con que se evalúe lo merecido y no lo conseguido, la respuesta es no".

No se trata en absoluto de juzgar un comportamiento, sino de dejar en evidencia que aquellos que planifican el largo plazo obtienen el rédito que los demás ya no alcanzan. La teoría de la unión de estrellas tuvo su pico con el acople del Big Three de los Celtics de 2008, que unió a Paul Pierce, Ray Allen, Kevin Garnett y posteriormente se transformó en un Big Four con el salto al estrellato de Rajon Rondo. Consiguieron lo que fueron a buscar y luego se aferraron uno por uno a la "enfermedad de más". Primero fue Allen, luego Pierce y Garnett y finalmente Rondo. Pasó en Miami la temporada pasada con la partida de LeBron James y antes sucedió con los Lakers cuando se desprendieron de Lamar Odom. Se produce por innumerables razones: a veces por exceso de jugadores estelares en un plantel, por celos de una estrella a otra, por escasez de líderes, etc. Los errores de este tipo a veces son de los jugadores, otras veces de los entrenadores, otras veces de los dirigentes.

"El secreto del básquetbol... no tiene que ver con básquetbol".

Todo radica en el manejo de las personas. "Muchas veces, en nuestro equipo, no puedes decir quien fue el mejor jugador del partido. La razón es que todos hicieron algo bien. Eso es lo que nos hace tan buenos. El otro equipo tiene que preocuparse por detener a ocho o nueve personas en vez de dos o tres. Es el único camino al triunfo. El único camino para ganar. Esa fue la forma en la que este juego fue inventado", completa Thomas en declaraciones recogidas por Simmons en las Finales de 1989.

Y en ese recorrido, la complicidad que se genera en esta clase de equipos tiene que ver con el triunfo. Apartando la obsesión por las estadísticas, la enfermedad del dinero y el placer de sobresalir, el foco de la mente se centra en ganar. Hacer lo necesario para que el bien común subsista. Ahora bien, ¿qué equipos de los que actualmente jugarán playoffs se mantienen vivos con esta lógica imperante? Es curioso que suceda con los más dominantes, como por ejemplo Golden State Warriors, equipo que mantiene su coro de notables desde hace años (Stephen Curry, Klay Thompson, Harrison Barnes, Draymond Green, Andrew Bogut, etc), Atlanta Hawks, quienes tuvieron que quitar a Josh Smith y Joe Johnson para conseguir lo que hoy exhiben, San Antonio Spurs (redundante explicarlo), Memphis Grizzlies (Mike Conley, Tony Allen, Zach Randolph, Marc Gasol, etc) y en otra escala Chicago Bulls (merced al trabajo de Tom Thibodeau), Toronto Raptors y Portland Trail Blazers.

Despierta dudas el trabajo de los Rockets con el protagonismo que necesitan James Harden y Dwight Howard jugando juntos. O los cruces de cortocircuito que se ven por momentos en Los Angeles Clippers. Y la gran incógnita, sólo por el armado repentino, es lo que puedan hacer los Cleveland Cavaliers en playoffs con James al mando. A saber: la "enfermedad de más" se percibe una vez concluida la temporada y la "enfermedad del yo y la inmediatez" se ve cuando el show de una nueva Liga está cerca de comenzar.

Me atrevo a decir que la química grupal pone por encima del resto en playoffs a Warriors, Spurs, Grizzlies y Hawks, en el orden que ustedes prefieran. Lo mejor que tiene el deporte, siempre, es la capacidad de sorprendernos.

"El secreto del básquetbol... no tiene que ver con básquetbol".

Así fue, así es y así será.