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Mente fría y corazón caliente

LA SERENA (Enviado especial) -- Se aprendió la lección. El cachetazo de Paraguay sirvió para entender que no hay que volverse locos, que no hay que renunciar tan rápido a la intención de mantener el estilo.

Uruguay se plantó para esperar. Sabía que la urgencia era de Argentina. Sobre todo después de un primer tiempo en el que el subcampeón del mundo se adueñó de la posesión, sin poder generar tantas situaciones de gol. De hecho las más claras fueron de la Celeste, con los cabezazos de Godín y Rolán.

Con Di María desenchufado, Messi en búsqueda de espacios para desequilibrar y Agüero al acecho, el más claro era Pastore. Por su toque fino, por la pausa, por el pase profundo. El propio Flaco fue el autor intelectual de la jugada que abrió el cerrojo.

El jugador de PSG tuvo mente fría para abrir de manera exquisita con Zabaleta y el lateral conectó de forma perfecta con Sergio Agüero, su compañero del Manchester City. Centro por derecha y anticipo del Kun en el 1º palo.

El gol agrandó a la Albiceleste. Se siguió tocando, al ritmo del “Ole” de afuera. Pero al igual que Paraguay, los de Tabárez salieron a arriesgar. Tarde, pero seguro.

Afuera el frío era insostenible. Adentro se calentó el clásico. Hasta Messi se prendió en un cara a cara con Egidio Arevalo Ríos. Raro verlo a Leo así.

Martino, desde el palco porque fue expulsado a la media hora, tomó nota del 2-2 del sábado. Aunque “la tendencia va a ser el riesgo”, no se tentó con los nombres del banco: Banega por Pastore, Tevez por Agüero y Pereyra por Di María. Los fundamentalistas de “cerrar los partidos”, como si existiera esa receta, felices y satisfechos.

En el final se volvió a sufrir. Uruguay llenó el área de centros. El único objetivo era sacarla. Rolán lo perdió abajo del arco. Tata González estuvo cerca con un tiro desde afuera. Romero se convirtió en héroe en el remate de Abel Hernández. Llegó el pitazo final y un respiro.

A diferencia del debut, Argentina tuvo premio a la búsqueda. Y es justo.