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Dominio en una era difícil

COOPERSTOWN, N.Y. -- John Smoltz mostró algo de humildad y clase durante una entrevista reciente, cuando comentó que el cuerpo de lanzadores de los Mets de Nueva York del 2015 es significativamente más talentoso que las grandes rotaciones de los Bravos de Atlanta de la década de 1990 y principios de la década de 2000.

El paso del tiempo, la fragilidad de los ligamentos del codo y el grave efecto de miles de entradas ayudarán a determinar el veredicto final. Mientras los abridores de los Mets, Jon Niese, Matt Harvey y Jacob deGrom, se miden a los Dodgers de Los Angeles en Citi Field este fin de semana, Smoltz estará pronunciando un discurso en el norte del estado de Nueva York y estará agradeciendo a toda las personas que hicieron realidad su viaje a través del nirvana del béisbol.

Smoltz estará acompañado de algunos extraordinarios personajes en el estrado del Clark Sports Center. Cuando el próximo domingo Smoltz y sus colegas lanzadores, Randy Johnson y Pedro Martínez, reciban sus placas de Cooperstown, junto con el ídolo de los Astros de Houston y miembro del club de los 3000 hits, Craig Biggio, se estará dando un merecido reconocimiento a una fraternidad de lanzadores tristemente olvidada por los votantes del Salón de la Fama desde hace quince años.

En julio del año pasado, Greg Maddux y Tom Glavine se apuntaron un tanto a favor de los lanzadores, al convertirse en la primera dupla de abridores en ingresar en el santuario desde que Gaylord Perry y Ferguson Jenkins lo hicieran unidos en 1991. Ahora, con Smoltz y sus dos colegas, ya son cinco lanzadores en dos temporadas. Es la primera vez que el Comité de Veteranos ha elegido a por lo menos tres abridores al mismo tiempo, desde Jack Chesbro, Joe McGinnity, Eddie Plank, Rube Waddell y Ed Walsh en 1946.

Entre los historiadores del béisbol, la reacción natural es: "¿Por qué tardaron tanto?" Tras la llegada de Nolan Ryan a Cooperstown en 1999, en las ceremonias de introducción al Salón de la Fama no había ningún abridor, hasta que Bert Blyleven terminó con la sequía en el 2011. Durante dicho periodo improductivo, los estándares para los lanzadores abridores se descontrolaron y las expectativas eran prácticamente imposibles de alcanzar.

La gran cantidad de lanzadores abridores elegidos en el 2014-15 es particularmente impresionante, debido a todos los obstáculos que los recientes miembros tuvieron que superar. Florecieron en una era en la que la ofensiva se engrandeció, lidiando con enormes toleteros en parques amigables para los bateadores, y lanzando (supuestas) pelotas salidoras en zonas de strike más limitadas y restrictivas. A pesar de que la balanza se inclinaba a favor de la ofensiva, ellos perseveraron.

"En ningún momento mientras lanzaba, sentí que hubiera una desventaja", dijo Smoltz. "Mi filosofía era: "encontraré el modo". Y los grandes lanzadores siempre encuentran la manera de adaptarse a todas las situaciones. Creo que ese es el criterio de prácticamente todos los miembros del Salón de la Fama. Eso es lo que los hace grandes".

La supervivencia en la era de los esteroides

De los cuatro peloteros elegidos este año, Martínez ha sido uno de los mayores críticos del uso de sustancias que aumentan el rendimiento deportivo. Durante una reciente conferencia telefónica sobre el Salón de la Fama, Martínez calculó que 60% de los jugadores usaron sustancias prohibidas durante el punto álgido de la "era de los esteroides" (que se define vagamente como un periodo de veinte años que inició entre mediados y fines de la década de 1980).

"Si me preguntan, les responderé como siempre lo hago cuando me hacen la pregunta, '¿Cómo me sentía lanzando en la era de las sustancias prohibidas?", dijo Martínez. "Les digo: 'Saben, no hubiera querido que fuera de otra forma'. Así que no me puedo quejar de la forma en la que competí. Sé que lo hice de la manera correcta".

Martínez, de apenas 5 pies 11 pulgadas y 170 libras de peso, dependía de una combinación de tres lanzamientos, un corazón de gran tamaño y un don para lo espectacular que convertía cada salida en algo que todo el mundo estaba obligado a ver. La estatura de 6 pies 11 pulgadas de Johnson contribuyó a cierta falta de control en Montreal, pero el pelotero hizo los cambios necesarios para progresar de tirador a lanzador. Y Smoltz fue lo suficientemente versátil como para ganar 204 juegos y amasar 154 juegos salvados, colocándolo en un club de dos hombres, junto con Dennis Eckersley, de más de 200 juegos ganados y lanzador de cierre de elite.

Los números comprueban porqué Johnson obtuvo el 97.27% de los votos, el octavo total más alto en la historia del Salón de la Fama. Está en segundo lugar, después de Ryan, con 4875 poches en toda su carrera y es uno de los 24 lanzadores con 300 triunfos en toda su carrera. El auge de Martínez únicamente duró de 1993 hasta 2006, sin embargo, logró ganar tres Premios Cy Young y fue llamado a ocho equipos Todos Estrellas. Ocupa el decimotercer lugar en la historia de la MLB con 3154 ponches, a pesar de que está clasificado en el lugar 165 en entradas lanzadas con 2827 1/3.

Algunas de sus temporadas individuales desafían la comprensión: • En 1999, Martínez registró record de 23-4 con efectividad de 2.07 y 313 ponches, lo que le valió su segundo Cy Young. De forma increíble, su temporada pudo haber sido aún más dominante. En el 2000, Martínez acabó con marca de 18-6 y ERA de 1.74, 128 hits permitidos en 284 entradas y un promedio de carreras limpias ajustado (ERA+) de 291. (La estadística considera un estimado del lanzador y lo compara con el resto del béisbol, con un puntaje de 100 como promedio de la liga). Para ilustrar este ejemplo, Zack Greinke de los Dodgers tiene una racha de 42 2/3 entradas sin permitir carreras y un ERA+ de 281.

"Pedro lo consiguió en Fenway, en la División Este de la Liga Americana, con el bateador designado, durante el apogeo de la época de los jonrones", dijo Steve Hirdt del Elias Sports Bureau. "Es como si Jesse Owens o Ben Johnson establecieran el récord de los 100 metros planos corriendo en arena. Todas las condiciones estaban en su contra, y aun así logró florecer y terminar un año que pasó a la historia".

• Durante un asombroso periodo en Arizona, de 1999-2002, Johnson registró marca de 81-27 con ERA de 2.48 y obtuvo cuatro Cy Young consecutivos. En el 2001, ponchó a 372 bateadores y permitió 181 hits, uniéndose a Martínez como uno de los únicos dos abridores en terminar con el doble de ponches que hits permitidos en una sola temporada.

Las altas cifras de Johnson en ponches y su insistencia de lanzar hasta las últimas entradas de los juegos ponían a prueba rutinariamente su resistencia y voluntad. Según Baseball-reference.com, Johnson hizo 140 o más lanzamientos en más de 42 ocasiones en su carrera. En dos ocasiones, de comienzos a mediados de los años 90, hizo 160 lanzamientos con los Marineros de Seattle.

A finales de julio de 2002, cuando Johnson tenía 38 años de edad, hizo 149 lanzamientos en una victoria de juego completo sobre Montreal. El béisbol era distinto en aquella época, hoy en día la marca de 100 lanzamientos hace sonar las alarmas en el dugout.

"Considero que los lanzadores actuales son estupendos, pero no sé si alguna vez sabrán lo buenos que pueden llegar a ser porque las organizaciones no les permiten lanzar en momentos de problemas o llegar hasta las últimas entradas", dijo Johnson. "Yo me convertía en un mejor lanzador cuando estaba fatigado y el juego estaba en peligro. Con 125 lanzamientos, me quedaba sin energías, pero tenía que completar la entrada. En el béisbol actual, es un tipo de especialización, donde el manager va y llama a un lanzador que ocupará tu lugar porque esa es su función".

Johnson cita la reducción de la zona de strike como uno de los mayores retos a los que él y otros lanzadores de cosechas recientes han tenido que enfrentar. El béisbol introdujo el sistema de cámaras QuesTec para evaluar a los árbitros en el 2001, antes de reemplazarlo con un sistema de Evaluación de la Zona en el 2009.

"Recuerdo observar (a los lanzadores) en los años 60 y 70 en viejos videos en blanco y negro y en programas de béisbol", dijo Johnson. "La zona de strike en aquel entonces era de las rodillas a las axilas. Y después, cuando estaba lanzando y aún hoy en día, está la pequeña zona de strike que muestran en prácticamente todos los juegos. Ahora bien, esa la zona de strike ahora, pero en realidad no lo es, propiamente dicho. No es la zona de strike que se indica en el libro de reglas. Este hecho es más favorable para los bateadores".

¿Qué viene después?

Incluso con la llegada de las formaciones defensivas especiales y extensos informes de escuchas que inclinan la balanza hacia la prevención de carreras, es probable que pasará algún tiempo antes de que el Salón de la Fama vuelva a darles una cálida bienvenida a los lanzadores abridores.

La candidatura de Roger Clemens está en peligro por sus supuestos problemas con sustancias prohibidas, y Curt Schilling y Mike Mussina han hecho poca mella a pesar de sus fuertes currículos. Schilling alcanzó una marca personal con el 39.2% de los votos (se necesita el 75% para ser elegido) en su tercera aparición en la papeleta de voto en el pasado invierno. Mussina subió ligeramente del 20.3% al 24.6% en su segundo intento por entrar en Cooperstown. Y Roy Halladay, el siguiente abridor que merece un análisis más detenido, no estará incluido en la papeleta de voto hasta el 2019.

Los logros de la vieja escuela para la introducción ya no son alcanzables. Antes del inicio de la temporada, Bill James evaluó las probabilidades de que los lanzadores activos alcancen 300 triunfos para el final de sus carreras. Clayton Kershaw llevó la delantera con el 31%, seguido de Félix Hernández (26%), James Shields (16%) y Justin Verlander (12%). Nadie más superó el 10%.

No obstante, el panorama actual está salpicado de lanzadores jóvenes, y no tan jóvenes, que están logrando cosas increíbles. Kershaw obtuvo su tercer Cy Young a los 26 años; Madison Bumgarner ya tiene tres apariciones en el Juego de Estrellas y un premio de Jugador Más Valioso de la Serie Mundial en su currículo a la tierna edad de 25 años; se ha comparado a Chris Sale con Randy Johnson por sus totales de ponches; Greinke y Max Scherzer se ven más dominantes que nunca con poco más de 30 años; y José Fernández aparentemente está alcanzando el nivel que tenía antes de su cirugía Tommy John.

Y hay mucho entusiasmo en torno al grupo de jóvenes lanzadores de Nueva York: Harvey, deGrom, Noah Syndergaard, Steven Matz y (esperan los Mets) un quirúrgicamente reparado, Zach Wheeler, quien podría impulsar un renacimiento del béisbol en Flushing, mientras desanima las alineaciones de las ligas mayores durante muchos años.

¿Podrá el grupo actual de lanzadores abrirse paso a Cooperstown en quince o veinte años, una vez que el Rey Félix, Kershaw y compañía se hayan retirado y estén fuera de las papeletas de votación?

"Cuando observas el océano en calma, es difícil ver cuál será la ola más grande", dijo Hirdt. "Y luego, de repente, todo encaja en su lugar. Tal vez estos muchachos que están surgiendo en este momento y convirtiendo el béisbol en un juego de lanzadores, serán la próxima gran ola".

Mientras tanto, el trío formado por Smoltz, Johnson y Martínez cuidará del estrado como los dignos receptores de las placas del Salón de la Fama. Bajo circunstancias claramente desfavorables, encontraron la forma de terminar lo que algún día comenzaron.