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La noche del Príncipe

Milito fue figura del Inter campeón de la Champions Getty Images

ROMA – En el estadio Santiago Bernabeu de Madrid, en donde se jugó la 55ª final de la UEFA Champions League, Inter le ganó a Bayern Munich por 2 a 0 gracias a un fantástico doblete del que fue sin dudas el hombre del partido, Diego Milito.

Así, luego de 45 años los nerazzurri levantaron por tercera vez en su historia esta anhelada copa y se dejaron a las espaldas las derrotas de la dos últimas finales jugadas, las del 1967 y del 1972, perdidas respectivamente contra Celtic y Aston Villa.

Los alemanes, por su parte, con esta caída igualaron el número de finales perdidas y ganadas, puesto que esta fue la cuarta vez que el Bayern acaba segundo en la competición, a frente de cuatro Copas celosamente guardadas en el salón de trofeos del club alemán.

La fiesta del conjunto de Milan es grande y durará por muchos días, porque junto a esta victoria los hinchas nerazzurri podrán finalmente festejar por los triunfos en campeonato y en Coppa Italia, que le permiten de ser el primer equipo en la historia del Calcio en conquistar la "triple corona".

BUENA FINAL
El hecho de que se enfrentaran dos equipos que apuntaban a ganar el triplete prometía un gran partido, pero el hecho de que dos equipos tan fuertes físicamente y tan cínicos como Bayern e Inter se jugaran todo en noventa minutos también dejaba la duda de que el encuentro pudiese ser cerrado y poco brillante, probablemente decidido en la definició por penales.

Al final, la buena actitud de los alemanes, el excelente estado de forma de los nerazzurri y el increíble olfato de gol de Milito fueron los componentes principales de un partido que, gracias a esos ingredientes, fue agradable, emocionante y divertido.

El primer tiempo no fue tan bello, porque los dos equipos se vieron un poco atemorizados y nadie quiso descubrirse. Se vio enseguida que el conjunto italiano quería esperar que sus rivales se abrieran, para salir a la contra y golpear con la velocidad de sus hombres ofensivos.

Bayern por su parte, pretendía hacer el partido, pero la buena guardia de Inter y la lentitud de algunos propios jugadores fueron el principal impedimento para lograr tomar el dominio del match.

De esta manera, los minutos pasaban sin demasiadas emociones y la sospecha de un desafío trabado iba tomando forma. Sin embargo, a los 35 minutos todo cambió: Julio César metió desde su área un pelotazo largo bien dirigido hacia Milito, parado sobre la "trescuartos". El argentino le tomó muy bien la posición a Demichelis, la bajó de cabeza para Sneijder, picó hacia el área para recibir la pared del holandés y con categoría y frialdad definió de derecha ant la salida del portero.

Realmente un golazo, que puso en ventaja a Inter y tuvo el poder de abrir definitivamente el match. Efectivamente, con el 1 a 0 Bayern estaba obligado a buscar el empate y los nerazzurri pudieron jugar como prefieren, de contra.
Así, ambos equipos empezaron a crear buenas chances y a jugar algo mejor, con velocidad y una buena dosis de calidad.

Bayern dio la impresión de poder igualar el marcador, pero antes del final de etapa la ocasión más clara fue para los hombres de Mourinho, cuando Milito inventó una asistencia perfecta para Sneijder pero el enganche nerazzurro remató encima del portero, quien achicó muy bien.

En el complemento, los alemanes empezaron con todo y estuvieron muy cerca del 1 a 1, cuando al primer minuto armaron una grande jugada que Müller, solo adelante de Julio César, no supo definir adecuadamente disparando encima del portero de Inter. Dos minutos más tarde la chance fue para los nerazzurri: otra vez grande jugada de Milito, asistencia para Pandev y remate bien tapado por Butt.

El match se puso caliente y Bayern se jugó todas sus cartas con un empuje endemoniado, en el que a menudo los alemanes estuvieron cerca de anotar el empate. Defensa y arquero nerazzurri debieron cumplir algunos milagros para aguantar el marcador, pero siempre lograron salvarse de una manera o de otra.

En una de esas ocasiones, Samuél se lanzó para cubrir con el cuerpo un remate de Olic, el balón rebotó hacia afuera y en esa misma contra Milito anotó el segundo: el "nueve" recibió algo por izquierda, encaró hacia el arco, amagó de irse para el centro, mientras con un enganche entró al área y con el interno derecho la colocó con un remate en diagonal inatajable.
Otro golazo, exactamente a 35 minutos de distancia del otro, anotado a 35 desde el comienzo. Un tanto que cerró definitivamente el encuentro y coronó a Inter campeón de Europa, luego de largos 45 años sin triunfos en la máxima competición continental para clubes.

CONVENCIDOS
Inter logró una conquista que nunca nadie en Italia había alcanzado, es decir la triple corona o, como se dice en Italia, la "Tripletta". Por encima, logró esta hazaña en el año en el que igualo un grande récord de la historia del Calcio, es decir el de vencer cinco Scudetti al hilo.

Estos números no son absolutamente casuales y explicaremos el porque: efectivamente, los cinco campeonatos consecutivos (solo cuatro sobre el césped) fueron lo que le sirvió a una Sociedad fuerte, pero poco ganadora, para acostumbrarse al triunfo y para construir un ambiente de confianza.

En los últimos cinco años, en efecto, Inter logró entender lo que necesitaba para salir a ganar en Europa y, un paso a la vez, construyó el que hoy en día es el mejor equipo del continente, que ganó después de haberse dejado a las espaldas grandes equipos como Barcelona y Chelsea.

Las movidas de este año fueron claras y miraron todas hacia la misma dirección, la de crear un cuadro compacto, sólido, cínico y eficaz, que supiera jugar un buen fútbol pero que hiciera de su fuerza la capacidad de defenderse y de cortar el juego adversario. El comienzo fue difícil, con equipos que amenazaban su hegemonía nacional y con algunas performances europeas realmente poco convencedoras.

Todo cambió cuando Mourinho encontró la manera de hacer jugar al equipo, con una formación inteligente desde el punto de vista táctico pero, sobre todo, que le supo dar la única cosa que le faltaba a su conjunto, la confianza. Así, partido tras partido Inter mejoró su juego y sumó grandes resultados, en un camino que lo llevó a la

más grande conquista que un equipo Italiano haya nunca alcanzado.

Este fue un gran triunfo del club y de los jugadores, pero sobre todo de Mourinho, el "SpecialOne": el técnico portugués, en efecto, no sólo encontró la manera de hacer jugar a sus muchachos, sino que sobre todo los tuvo "convencidos" por todo el campeonato.

Por ejemplo, lo convenció a Eto'o a jugar de lateral, con el africano haciendo por momentos casi "el marcador de punta"; lo convenció a Sneijder a jugar siempre por el piso; lo convenció a Maicón a subir un poco menos y a Cambiasso y a Zanetti a cubrir cada bajada de los laterales.

Fue ese el mérito más importante de un entrenador que viene llamado el mago por sus resultados, pero debería ser llamado de esa manera por su capacidad de hipnotizar a sus jugadores y de hacerlos jugar como más sirve para el equipo.

AHORA ES UN REY
Diego Milito, en su primer año en Italia con Genoa en Serie B, fue apodado el Príncipe por su similitud con Enzo Francescoli, llamado justamente así. Ahora, pero, no caben dudas de que debería se llamado el Rey, puesto que a son de goles se coronó campeón de Italia y campeón de Europa en su primer año con un equipo "grande".
Todo empezó hace 17 días, cuando con un autentico golazo liquidó a Roma en el Olímpico de la capital italiana para ganar la Coppa Italia. Luego, menos de una semana atrás, con el tanto para otro 1 a 0, esta vez en Siena, decidió un campeonato largo y reñido hasta el último minuto.

Esta vez un único "centro" podía no alcanzar, así que metió dos, nada menos que en la final de Champions, para que Inter pudiera vencer esta Copa que no levantaba desde hace muchísimo tiempo.

Así el Rey pudo hacer la diferencia para vencer y premiar finalmente un club que merecía sacarse este gusto. Así como lo merecía Javier Zanetti, grande capitán que alcanzó a jugar y (ahora podemos decirlo) a ganar una Champions League a casi 37 años, después de quince largos y duros años jugados en el conjunto nerazzurro, por encima justo en el día en el que cumplía 700 partidos con la camiseta nerazzurra.

Es exactamente con esta imagen que queremos recordar por siempre esta mágica noche española, tierra de grandes triunfos italianos (Mundial 1982): con Zanetti teniendo la "Orejuda" en su cabeza y Milito una "invisible" pero evidente corona en la suya, que hace de él el Rey de Europa por lo menos por un día.