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Seguimos esperando

BUENOS AIRES -- En el deporte existe una lógica que se repite con frecuencia: poner lo potencial por sobre lo real. Cuando aparece un jovencito que aún no ha terminado el secundario que, con algunos destellos de talento, ilumina a las tribunas, inmediatamente surgen las comparaciones con las grandes estrellas que lo antecedieron.

La lógica que se construye en el cerebro de los espectadores es líneal: "si puede hacer esto con 14 años, imagínense lo que puede hacer con 26".

Lamentablemente, las carreras de los jugadores no tienen una introducción, un nudo y un desenlace feliz como en los cuentos de hadas. No es como poner una Ferrari de 0 a 100 y esperar encontrar la velocidad final en una recta. El camino tiene obstáculos, curvas. Por momentos hay picos de montaña y por otros abismos.

Esta historia de cristalizar a los niños prodigio lo único que genera es que todos los ojos se inclinan ante ellos y se desvían de golpe cuando el asunto no es tan maravilloso como se pensaba de antemano. Ya hemos visto como las campañas publicitarias y las estrategias de márketing conspiran contra el talento de los jugadores que deben primero hacerse para, luego, mostrarse: así creímos tener al futuro Michael Jordan (LeBron James) al futuro Shaquille O'Neal (Greg Oden) y al futuro Karl Malone (Blake Griffin), tres potenciales estrellas quer aún buscan su lugar en el mundo. Los ejemplos abundan.

Ahora bien, ¿de qué sirve comparar a estos jóvenes con figuras célebres del deporte? A decir verdad, desde un punto de vista deportivo, en nada. Desde un punto de vista comercial, en mucho: nada más redituable que la expectativa. Podemos perseguir una mujer durante mucho tiempo para dejarla una vez conquistada. Vaya destino trágico el que nos toca vivir.

Esta comparación somete a estos jóvenes talentosos a una presión inusitada. Los enfrasca en su propio talento y no les permite crecer en el proceso de construcción como jugadores.

Ricky Rubio está siendo víctima de esa idealización. Con sólo 14 años debutó en el DKV Joventut tras jugar un Europeo de cadetes de antología (sus números en la final ante Rusia fueron surrealistas: 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 robos) y a partir de allí desarrolló una carrera que lo llevó a ganar campeonatos de Copa del Rey, premios repetidos a mejor jugador joven del mundo, Euroliga y participaciones con España en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, el EuroBasket de Polonia 2009 y el Mundial de Turquía 2010.

Lo que tenía que ser una carrera meteórica, terminó llevándolo a decisiones cuestionables y, quizás, equivocadas. Lógico para un joven de tan poca edad... ¿O acaso nadie ha cometido fallas antes de ingresar en la Universidad? Vamos, quítense el traje de perfección antes de señalar.

Rubio dejó pasar primero su chance en la NBA tras ser elegido por los Timberwolves en el quinto puesto del Draft 2009 -tras una novela con el dueño David Kahn que terminó siendo tragicómica... y aún continúa-, se peleó luego con el presidente del DKV Joventut -que lo construyó como jugador-, Jordi Villacampa, y firmó con el Regal Barcelona en un pase que, al menos, fue cuestionable en su procedimiento.

A partir de allí, llegaron algunos logros importantes de Rubio con el equipo culé. Pero su juego no vio el paso evolutivo que esperaban sus seguidores. La estadía en Europa para luego recalar en la NBA como jugador consagrado no se materializó -ni se está materializando- como algunos esperaban.

"Seguro, absolutamente, no tengo ninguna duda", dijo Kobe Bryant luego del amistoso de pretemporada entre Regal Barcelona y Lakers acerca de si Rubio podía estar en la NBA.

A mi entender, creo que Bryant estaba siendo políticamente correcto con la prensa. Veamos, hoy en día la NBA tiene, quizás, los mejores armadores en años. Abrimos la década de los bases, en breves palabras. Paso a nombrar algunos: Steve Nash, Tony Parker, Chauncey Billups, Derrick Rose, Chris Paul, Deron Williams, Rajon Rondo, Derek Fisher, José Manuel Calderón, Jameer Nelson, Devin Harris, Russell Westbrook, Jason Kidd. Y las nuevas promesas como John Wall, Stephen Curry... y la lista continúa.

Con una mano en el corazón... ¿Está Rubio a la altura de estos jugadores? ¿Tiene el tiro a distancia y la velocidad que necesita una estrella en esta Liga en la posición de armador? Supongamos que no tenga desarrollado el lanzamiento... ¿Tiene la capacidad asistidora y física de Rondo, por ejemplo? Sólo algunas preguntas que nos hacemos.

Durante el Mundial de Turquía, Rubio fue señalado como uno de los culpables del fracaso de España. La realidad es que no es fácil ponerse el saco de una figura como Calderón en la conducción del equipo, pero a Rubio ya le había sucedido este problema en el EuroBasket 2009. Y debemos completar con la verdad: no lo hizo nada bien en un torneo que lo necesitaba como protagonista (Sergio Scariolo le dio 25 minutos por partido y tuvo 2 de 17 en triples y 27% en TC).

Hoy en día, Rubio tiene números preocupantes en lo que va de temporada con Regal Barcelona: en seis partidosp promedia 13% en triples (2-15), 33% en dobles (6-18) y 8.8 de valoración en toda la Liga, cuando el máximo lo tiene el uruguayo Esteban Batista con 23. Quizás su número más interesante son las asistencias (5.33 por juego) donde figura tercero en ACB detrás de Marcelinho Huertas y Omar Cook.

Rubio aún es joven. Demasiado, ya que tiene sólo 20 años. De todos modos, las luces de las cámaras, el furor de la gente y las tentaciones pueden marear a cualquier persona. Este bache tiene que servirle a Rubio para reflexionar, trabajar duro y ver cómo darle un nuevo impulso a su carrera.

Tiene tiempo para desarrollarse. Hay que ver si el empujón lo envía al cielo o lo hunde en el abismo.

Desde aquí, lo seguimos esperando.