<
>

Sigue siendo favorito

Preolímpico MDQ

(Prensa FIBA Américas Mar del Plata 2011)

La defensa de Puerto Rico fue realmente buena en el primer tiempo, pero luego sucumbió

MAR DEL PLATA -- Cuando pasen algunas horas después del juego, esta derrota traerá consigo un tejido de experiencia. La bronca de la caída dará lugar a la templanza y luego a la madurez. Puerto Rico perdió por sólo siete puntos ante el rival más pesado del Preolímpico, que tuvo todo el estadio a su favor. Un hervidero gritando por su país. De todos modos, el equipo boricua no perdió la brújula, trató siempre de estar a flote. Tuvo un orden envidiable en la primera mitad y mostró varias cosas interesantes.

Quitemos ese arranque fatídico del tercer cuarto, en el que Argentina liberó una ráfaga de su talento -desparramada en su póker de ases NBA (Manu Ginóbili, Carlos Delfino, Andrés Nocioni y Luis Scola)- puede haber confundido a los fanáticos boricuas. Pero la realidad es que el equipo de la isla tiene mucho por dar en este torneo.

Terminemos con esta historia de que este conjunto sólo vale por su pareja de bases estelares. Tampoco digamos que es el equipo de Carlos Arroyo o de José Juan Barea, porque su juego de pluralidad demostró que no se queda en individualidades. Practica el básquetbol de vértigo tradicional de la isla, pero para esta cita de selecciones también ha desarrollado aspectos de juego novedosos que ganan en eficacia cuando se los combina entre sí.

Antes de comenzar el Preolímpico, tuve oportunidad de ver la última práctica previa del equipo boricua. En aquella oportunidad, en Once Unidos, Flor Meléndez y su grupo de asistentes insistieron durante más de media práctica con una defensa zonal 2-3 con atrapes sobre el portabalón. Ese plan, que casi se convierte en el plan perfecto, sirvió para complicar a Argentina. Para asfixiarla, hacerla equivocar, llevarla un terreno arenoso, donde cada paso en falso luce como una tentación para ser devorado por los cocodrilos.

Hablaremos de lo mejor de Puerto Rico, que se dio en la primera mitad. La idea fue combinar defensas, por momentos hombre a hombre y por momentos una zona 1-2-2, con Barea o Arroyo presionando bien arriba. La idea del cambio de defensas consistió en aturdir mentalmente a los bases, para que no puedan contagiar al resto de sus compañeros. Si los catalizadores no funcionan, la química tarda en construirse.

Por otro lado, la defensa zonal le impidió por un buen rato a Argentina jugar pick and roll entre Pablo Prigioni y Scola, una de las armas fundamentales de este equipo. Con Scola casi congelado en la primera mitad, mucho del juego del equipo de Julio Lamas se apoyó en los tiradores, que terminaron yendo de menos a más, sobre todo si se tiene en cuenta lo que pasó tras el descanso. Pero he aquí otro tema contemplado por Puerto Rico: Argentina tiene dos bases de control y ninguno es como Arroyo o Barea, que tienen para las defensas la profundidad de una daga afilada a fondo. Por lo tanto, romper la zona fue un tema más para Ginóbili o Delfino que para los armadores, y cuando esto se producía, la potencial descarga ya no encontraba un tirador de lujo para lastimar a distancia.

Además, hay que tener en cuenta otro punto importante: al poner Puerto Rico un defensor bien arriba (en zona 1-2-2), fue más difícil para Argentina hacer girar la pelota. En fin, argumentos interesantes que le pueden servir a futuro para el equipo boricua.

Pese al tremendo parcial que metió el equipo argentino en el arranque del tercer cuarto (un 16-0 que lo puso arriba 52-41), Puerto Rico jamás se fue de partido. Mantuvo el enfoque, el coraje y la actitud para evitar que un Polideportivo encendido lo quiebre definitivamente desde lo mental.

Arroyo fue letal en todos los momentos del juego. Se lo nota cómodo, porque está tan picante como siempre pero se divierte como nunca. Le hace bien jugar al lado de Barea, porque le permite desarrollar su talento más liberado. Como decimos siempre, el básquetbol consiste en generar preocupaciones, abrir puertas para que los tigres salgan disparados desde los cuatro puntos cardinales.

Renaldo Balkman pagó caro sus errores infantiles en el arranque y casi no pudo jugar por cargarse de faltas. Párrafo aparte para Daniel Santiago, que pese a fallar tiros fáciles, sigue siendo el gran físico boricua. Y también un apartado interesante para Manuel Narváez, el último pasajero de P.R., que supo abrirse camino para ser una solución en momentos importantes del juego.

"Nosotros sabemos que podemos jugar mucho mejor. Nos mantuvimos en el partido hasta el tercer parcial. Seguiremos mejorando y esperamos recuperarnos lo antes posible", dijo Arroyo al cierre del partido.

Es cierto que Puerto Rico puede jugar mejor. Pero también es cierto que Puerto Rico ya juega mejor que sus versiones anteriores. Al vértigo tradicional del juego de la isla se le ha sumado una defensa envidiable con Flor Meléndez en el cargo.

"Si tú no defiendes con Flor, no juegas. Así de simple", dijo Ricky Sánchez hace un par de días al ser consultado acerca de qué había cambiado esta nueva versión del equipo boricua.

Y vaya si tiene razón. Cada jugador cumple un rol determinado y ninguno peca de egocentrismo. Equivocados o no, son un equipo con una idea de juego clara, que puede complicar a cualquier rival que tenga enfrente en este Preolímpico.

"La derrota duele mucho, pero tengamos en cuenta que nosotros sentimos algo de desgaste, sobre todo por jugar de corrido", señaló Flor Meléndez luego del juego.

Puerto Rico deberá descansar, pensar en lo que viene y utilizar esta derrota para construirse aún más. Estas caídas, en definitiva, sirven para rescatar cosas a futuro.

La caza de un pasaje a Londres 2012 sigue en pie. Y el equipo boricua, al momento, sigue siendo uno de los favoritos.