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Salido-López II para el recuerdo

Cuando faltaban unos 40 segundos para terminar el alucinante novena asalto del combate de revancha de este pasado sábado entre Orlando Salido y Juan Manuel López, el analista de Showtime Al Bernstein preguntó, "¿Podemos decir Corrales-Castillo?"

Bernstein estaba, claramente, arrobado por el momento y exagerando su caso. Solamente con el paso del tiempo, con algo de distancia y perspectiva, podrá el mundo del boxeo ser capaz de evaluar con precisión y sin emociones precisamente dónde se ubica Salido-López II entre los clásicos.

Lo que podemos decir seguramente ahora es que ésta será al menos una pelea que disputará el título de combate del año. Lo que también podemos decir con certeza es que el noveno asalto fue el mejor episodio de este duro combate de peso pluma.

Pero lo que más definitivamente deberíamos decir es que el 10mo round fue el round más indispensable en términos de permitir que Salido-Lopez II termine siendo recordado como un clásico.

¿Fue suficientemente sensacional como el noveno? No. Pero sin el décimo, con sus 32 segundos de duración, no estaríamos hablando de las emociones que nos ofreció el noveno round. No estaríamos hablando sobre los eventos del sábado por la noche en San Juan siendo buenos para el boxeo, del todo.

Si no fuese por el décimo round, de todo lo que estaríamos hablando es de otra atroz decisión manchando la noche para un deporte decidido a sabotearse a sí mismo en todo momento.

A dieciséis segundos de comenzado el décimo, Salido, con sus hombros alineados después de errar una zurda, conectó con un gancho de derecha que sacudió a Juanma. El mexicano le dio seguimiento con un uppercut de izquierda, luego un destructivo uppercut de derecha y finalmente una zurda recta que aportó la fuerza direccional necesaria para enviar a López a las lonas. La cabeza de Juanma se sacudió diagonalmente cuando colisionó con las lonas, moviéndose de un lado al otro como un látigo. El aguantador López se puso de pie de inmediato, pero estaba mareado y el réferi Roberto Ramírez correctamente detuvo el pleito.

López fue valiente pero fue superado en fuerza, y por segunda vez en 11 meses, Salido lo había noqueado. El peleador correcto había ganado.

Y si López hubiese sobrevivido en los últimos tres asaltos pactados, ese directamente no hubiese sido el caso.

A través de nueve asaltos, el juez Denny Nelson tenía la pelea pareja en 85-85. Sus colegas, Michael Pernick y César Ramos, tenían al peleador local López liderando en los puntajes por 86-84. Si López se hubiese mantenido de pie y hubiese ganado los últimos tres asaltos a los ojos de los jueces, él hubiese recibido la decisión. Y aún así probablemente no se hubiese merecido eso, aún si barría en las tres tarjetas.

Meramente tres semanas después de que Tavoris Cloud recibiera una decisión de regalo por sobre Gabriel Campillo que fue tan sorprendente que hasta la madre de Cloud se desmayó al escuchar el anuncio del ganador por parte del anunciador Jimmy Lennon Jr., otra pelea grande de sábado por la noche en Showtime estaba yendo a parar a la categoría "todo lo que viste hasta ahora no significa nada".

Todos los deportes tienen controversias y errores por parte de oficiales, que terminan dando un giro a los resultados. Pero ningún deporte promete tanto como lo hace el boxeo a la hora de sugerir que no hay lazos entre rendimiento y resultado.

Quizás Salido-López no fue una golpiza total. Después todo, López anotó la única caída de la pelea en nueve asaltos. Pero no habían dudas de quién iba ganando. En el peor de los casos, Salido debería haber estado al frente por 86-84. La mayoría de los observadores la tenía más cerca de 87-83 ó 88-83. Pero en las tarjetas de los jueces, Salido necesitaba una dramática remontada para quedarse con el combate. Es bueno saber que pudo lograrla.

El noveno asalto será el round del que estaremos hablando hasta diciembre, cuando llegue el momento de los premios anuales. Pero el 10mo round es la razón por la cual recordaremos a Salido-López II como algo más que una noche preocupante para un deporte periódicamente magnífico pero eternamente mal manejado.