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Una velada que sufrió contratiempos

BUENOS AIRES -- La organización de la
velada en la cual el argentino Sergio "Maravilla" Martínez defendía
su título mediano del CMB ante el inglés Martin Murray no pareció
estar a la altura del acontecimiento y terminó con un reprobado en
diferentes aspectos.

Más allá de la lluvia, que estaba anunciada desde hacía
varios días y no falló, los encargados de llevar adelante la
jornada boxística en la cancha de Vélez Sársfield no cumplieron con
las expectativas de una reunión de clase mundial.

Desde el vamos, la velada arrancó una hora más tarde de lo
anunciado, por lo cual el público y la prensa tuvieron que esperar
dicho tiempo para ingresar al estadio José Amalfitani, haciendo
cola bajo la lluvia que recién comenzaba a amenazar.

Luego, la pelea entre el dominicano, radicado en Buenos
Aires, Diego Pichardo y el español Iván Ruiz, que iba a ser a 10
rounds por el título Latino FIB de los gallos se modificó sin
previo aviso y se acortó a seis capítulos.

Lo mismo sucedió con el combate entre el argentino Damián
Marchiano y el español Franco "Kiko" Martínez, que iba a ser por el
titulo Fedelatin AMB supergallo pero fue acortado a seis asaltos
(igualmente terminó en dos).

Durante los combates preliminares, donde hubo varios
resbalones de los boxeadores, quedó en evidencia que el techo que
se colocó sobre el ring no era lo suficientemente grande como para
evitar que el mismo se humedeciera.

Otro tema que molestó a la gente fue la estructura de las
torres que sostenían las luces, el sonido y el techo sobre el ring,
que por su voluminosidad obstruían la visión del público.

Este último no es un detalle menor, ya que las personas
ubicadas en las populares, que pagaron precios relativamente
módicos, tuvieron que seguir la pelea por las pantallas Led, pero
las que estaban en las primeras filas del campo de juego, que
pagaron hasta 5 mil pesos, también.

Además, la pelea entre el
argentino Fernando Saucedo y el británico Gary Buckland -que en principio se había reprogramado para después del combate principal- fue
cancelada por las malas condiciones climáticas y porque el ring
quedó deteriorado porque mucha gente subió tras la pelea de
Martínez y Murray.

Por el mismo motivo tampoco se pudo realizar la pelea comodín
entre Israel Pérez y el cordobés Jorge Luis Rodríguez.

Los organizadores no informaron sobre si se concretarán las
mismas, sobre todo en el caso de que Buckland debe retornar a su
país.

Pequeñas manchas en una velada que pretendía emular a las
grandes citas de Las Vegas o Nueva York pero que, a la luz de lo
expuesto, quedaron sólo en intenciones.

BALANCE POSITIVO, PESE A TODO
el mal clima casi no le dio respiro a las cerca de 40 mil personas
que colmaron el estadio José Amalfitani, quedó claro que el imán de
Maravilla Martínez con su gente es tan fuerte que, pese a
las adversidades, igualmente se vivió una fiesta inolvidable.

Es más, se podría decir que la lluvia, muy intensa por
momentos, lejos de tornarse en protagonista, se convirtió en el
condimento extra para que fuese aún más inolvidable la velada en la
que el carismático boxeador quilmeño, lejos de su mejor versión,
defendió su corona de los medianos del CMB ante el inglés Martin
Murray.

Se habló mucho durante la semana sobre el mal clima que se
pronosticaba para la jornada y esta vez, a diferencia de muchas
otras, la lluvia no falló y, finalmente, una hora antes de que
arrancara el show en Vélez, le puso fin al extraño "veranito" que
deambuló los últimos días por Capital Federal y Buenos Aires.

La velada, se sabía, no iba a suspenderse por más que "el
cielo se cayese", pero sí hubo alteraciones en el cronograma de
peleas, por lo que el combate principal, el del moderno ídolo
argentino, se adelantó unas dos horas, para las 21.30, algo
celebrado por el público que desde las 17 comenzó a poblar Vélez.

De todos modos, el ánimo de los asistentes, acompañados en su
mayoría por paraguas o pilotos, no decayó nunca y los conductores
Horacio Cabak y Mariano Iudica se encargaron del entretenimiento
entre pelea y pelea antes del plato principal, que lógicamente,
sin necesidad de ningún arengador, arrancó las máximas ovaciones.

La batalla de la "Chica 10", Claudia López, ante la
dominicana Dahiana Santana motivó que el público por primera vez
centrara su atención exclusivamente sobre el ring, y el disgusto de
la gente se hizo notar cuando se conoció el fallo, polémico, a
favor de la extranjera, pupila de Pablo Sarmiento, entrenador de
Maravilla.

Después, el mítico anunciador estadounidense Michael Buffer
dijo presente sobre el cuadrilátero y bajo el aplauso de los cuatro
costados, cada vez más colmados, arrancó el combate de semifondo
entre el local Luis Carlos Abregú y el canadiense Antonin Decarie
.

La banda de Defensa y Justicia, con sus bombos, comenzó a
alentar desde la popular visitante (no cesaría hasta el final de la
noche) y, pese a que la pelea del Potro no fue la mejor, desde el
octavo round el público entró en calor con algunas manos y una
caída del rival, para delirar luego con el triunfo por puntos.

La emoción llegó más tarde con el homenaje a los grandes
campeones argentinos en pantalla gigante y la posterior entonación
del himno, muy particular y atractiva por cierto, a cargo del grupo
Bajofondo, con el gran Gustavo Santaolalla, ganador de dos Oscar.

Iudica, quien abusó quizá de las arengas en contra de la
nacionalidad del retador, alentando una y otra vez el clásico "Y ya
lo ve, y ya lo ve, el que no salta es un inglés", presentó la pelea
estelar y con el `gritómetro` a full al ritmo del "dale campeón,
dale campeón", la gente estalló a favor de Maravilla.

Bajo una fuerte cortina de agua y una silbatina casi de la
misma magnitud, el inglés Murray ingresó al estadio acompañado por
su séquito y un tema de Bob Marley ("Everything`s gonna be
alright"), con paso y rostro tranquilo, recibiendo un gran abucheo
al subir al ring.

Y luego sí, el momento esperado... Imágenes del astro, fuegos
artificiales, flashes al por doquier y con René de Calle 13 delante
suyo cantando "Latinoamérica", apareció Maravilla, con bata roja
y negra, sus cinturones de campeón sobre su cabeza, y cerca de 40
mil espectadores vitoreándolo a cada paso.

El clásico "Let's get ready to rumble (preparados para la
pelea)" de Buffer abrió la pelea, la silbatina a Murray fue total y
el alarido para Martínez, con el "dale campeón, dale campeón" y el
"olé, olé, olé, Sergio, Sergio", seguramente le habrá erizado la
piel a una gran mayoría de los que colmaron el estadio.

Sonó la campana y todo alrededor del ring se detuvo, incluso
la lluvia atenuó, porque nada ni nadie quería perderse detalle.
Pero enseguida volvió el aliento, con distintas canciones típicas
del folclore del fútbol, y también regresó el agua en su máximo
esplendor, con los primeros relámpagos y truenos de la noche.

Los rounds iniciales fueron de estudio, tanto arriba del ring
como en las tribunas, y recién en el séptimo asalto llegó una gran
ovación, cuando tras un segundo cabezazo del inglés, el propio
Martínez, con sangre en su rostro, motivó con su mano a que el
público lo alentara más fuerte.

"El que no salta es un inglés" y "A este p... le tenemos que
ganar" fueron los hits preferidos, hasta que el estadio se detuvo,
literalmente, con la caída del ídolo en el octavo episodio. Y el
miedo a una derrota sobrevoló Liniers en los siguientes parciales,
en los que fue apenas tímido el aliento.

Los dos últimos asaltos fueron seguidos con absoluto
nerviosismo, nadie quería que perdiera el astro, y en el último
final, con los mejores golpes de Maravilla, el público estalló en
gritos hasta el momento del campanazo final, para quedar a la
espera del fallo.

Con una bandera argentina en su espalda, Martínez se trepó
sobre las cuerdas para saludar a los cuatro costados y el público
lo vitoreó, pero la máxima ovación llegó cuando Buffer anunció que
el ganador era un boxeador oriundo de "Quillllmeeesss,
Argentinaaaa".

Así, Maravilla, a sus 38 años y sin mostrar su mejor nivel,
le puso un broche de oro a la gran noche de su carrera deportiva en
su tierra natal (reside en España) y le agradeció al público
asistente desde el ring: "Gracias Argentina, gracias por su apoyo,
acá está el campeón".

Los asistentes, espantados por la lluvia, abandonaron
rápidamente el estadio José Amalfinati. No se fueron empachados de
boxeo, seguramente, pero sin dudas podrán decir que vieron en vivo
una fiesta única del boxeo, de las mejores de la historia de las
desarrolladas en el territorio argentino.