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Instinto de depredador

CHICAGO -- Como los mejores depredadores del reino animal, Aroldis Chapman puede oler y sentir el miedo de sus presas, cuando éstas se paran en el plato con la supuesta intención de hacerle frente.

Sobre la lomita, el cubano es lo más parecido a una pantera en posición de ataque cuando se dispone a lanzar, incluso, hay quienes lo pueden asemejar a esas inmensas y terroríficas águilas negras cuando hace su wind up y estira sus brazos para venir hacia el home.

Lo cierto es que Chapman intimida, y lo hace de diferentes maneras. Primero, por su envergadura en el montículo que le hace creer a los bateadores que les está pitcheando en sus narices. Segundo, por esa potencia que tiene en sus pitcheos y por la cual infunde mayor pavor a sus rivales.

"Aroldis simplemente es un animal. Yo nunca había visto ni había trabajado antes con un pitcher que le generara tantas dudas y miedos a los bateadores. A él no hay forma de vencerlo, cuando le dan un batazo o algo es por suerte o porque él lo deja", dice Dioner Navarro, receptor de los Cachorros de Chicago y quien en el 2012 fungió como receptor alterno de los Rojos de Cincinnati, catcheándole en cuatro encuentros.

Ese aura que hace de Chapman un lanzador temido, tiene también sus pruebas físicas, que ratifican el por qué de ese miedo que infunde.

El zurdo, quien es capaz de lanzar su recta sobre las cien millas por hora de forma consistente, es el lanzador con la relación más alta de ponches logrados por cada nueve entradas de labor, al ser de 14.2 en lo que va de temporada. Pero ese promedio trasciende más allá de esta campaña, que apenas tiene un mes.

El cubano es tan solo el tercer pitcher en la historia de Grandes Ligas que en sus primeros cuatro años ha registrado un promedio 14.14 hombres ponchados por cada nueve episodios de labor. Por encima de él en esa marca están Craig Kimbrel, de los Bravos de Atlanta, con 15.68; y Kenley Jansen, de los Dodgers de Los Ángeles, con 14.15.

Chapman no oculta el conocer ese miedo que es capaz de infligir en sus rivales, así como tampoco niega que ese un arma del que se vale para tomar ventaja cuando está sobre la lomita, a la hora de cerrar los juegos y de asegurar la victorias de los Rojos.

"Hay algunas veces en las que si veo el miedo, porque hay algunos jugadores a los que no les gusta enfrentarme en esos momentos, que no les gusta batear. Pero la mayoría sale a batear normal. Lo que ellos más quisieran es darme un batazo, hacer contacto, sacármela o cualquier", dijo el cubano de 25 años de edad, quien en relación al beneficio que le da esa sensación que genera en los rivales expresó: "A veces aprovecho eso, aunque yo lo que me enfocó es en sacar out. Pero sí, hay muchos que se desesperan y eso me conviene a mí, yo lo aprovecho".

Poco a poco, con los resultados que ha ido obteniendo en la heredada función de cerrador, Chapman ha calado como uno de los mejores en sus función en los últimos dos años, en los que ha estado a tiempo completo en ese rol.

En esta campaña incluso, el zurdo tiene seis oportunidades de salvar en igual número de chances. Si bien es cierto que no es esa la mayor cantidad de las mayores, en donde para variar es Mariano Rivera, de los Yankees de Nueva York, el líder, con 11, junto a Jason Grilli, de los Piratas de Pittsburgh , y Sergio Romo, de los Gigantes de San Francisco. Chapman ha sido el que mayor dominio ha ejercido ante sus contrarios, al tener un porcentaje de hombres en base (WHIP) de 0.60 y una efectividad de 0.68. Eso entre los cerradores con al menos diez entradas lanzadas.

Pese a esas estadísticas el cubano no se atreve a calificarse como el mejor apagafuegos de la actualidad, aunque confiesa que espera estar cerca de serlo.

"Pienso que todavía me falta tiempo y poner más números. Para mí el mejor cerrador de todos los tiempos es Mariano y lo sigue siendo ahorita", expresó el zurdo, quien señaló lo que ha aprendido de tanto ver a Rivera lanzando: "Me gusta cómo pitchea, me gusta su forma, cómo se mueve en el box, en la lomita. Somos dos pitchers diferentes, pero me gusta eso".

En ese camino para ganarse la etiquita que lo distinga como el mejor cerrar de la actualidad en Grandes Ligas, Chapman no espera hacer más de lo que ha estado siendo, solo mantenerse con su ritmo y dejar que esos registros hablen y sean cada vez más irrefutables.

"No sé qué más puedo hacer. Solo tengo que salir a hacer mi trabajo en cada oportunidad y nada", aseguró el cubano, quien con el conocimiento de la liga y su madurez ha ido ajustando esos problemas en su control que cuando llegó en las mayores lo hicieron también un pitcher de temer, ya que en ocasiones los bateadores no sabían hacia donde podía ir esos poderosos lanzamientos que enviaba el zurdo.

En lo que va de esta temporada Chapman ha logrado 21 ponches en 13 entradas y un tercio de labor, en las que también ha otorgado tres bases por bolas. Al mirar la relación de ponches por boletos se ve un 7.0, que resulta el mejor registro que ha alcanzado en los cuatro años que lleva en las mayores.

Las muestras de efectividad y dominio que ha dado en su función, desde que la sumió en el 2011, parecieran ser suficientes para que de una vez por todas los Rojos desechen esos planes que han llevado a Chapman a trabajar durante los dos últimos entrenamientos de primavera como abridor, rol en el que comenzó su carrera, pero del cual se desencantó una vez probó la emoción y adrenalina que produce el cerrar juegos.

Y es que el cubano quiere quedarse de una vez por toda en esta única función de cerrador, en la que asegura sentir más cómodo, así como ser esta la que más disfruta.

"Espero que sí, que ya con esto no siga pasando lo que ha estado pasando en los dos spring trainings anteriores, en los que he tenido que ir como abridor y después como relevo. Creo que a partir de ahora voy a estar como relevo", dijo el zurdo.

El manager del equipo, Dusty Baker, apoya la moción de Chapman. ¿Cómo no? Si entiende que así su equipo es mejor. Solo hay que dejarlo hacer su trabajo.