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Del orfanato al estrellato

Jimmy Graham se ha transformado en uno de los dos mejores alas cerradas de la NFL. AP

MIAMI -- Hoy todos ven sus más de dos metros de altura y su roja cabellera, e inmediatamente reconocen a uno de los mejores, sino el mejor ala cerrada de la NFL.

Su confianza es segunda de ninguna y su amabilidad con sus pares y la prensa indescriptible.

A simple vista, uno nunca se daría cuenta que Jimmy Graham viene de un pasado más que oscuro.

De hecho hubo un momento en el cual el actual ala cerrada de los New Orleans Saints caminaba por la vida con una bolsa de basura, donde cargaba sus pocas pertenencias a los 13 años.

Su padre se fue de su casa antes de que cumpla un año y su madre estaba inmersa en un sinfín de problemas legales y nunca se involucró en la vida de su hijo.

A tal punto que Graham debió pasar siete meses de su vida en un orfanato.

"Fue el peor momento de mi vida", recuerda Graham con cierta tristeza en su cara. "Tenía que pelearme con otra persona para poder comer".

Graham tenía una pasión por el fútbol americano, pero no mucho más. Sus notas en la escuela eran muy malas y no veía una escapatoria.

Hasta que un domingo cualquiera en Goldsboro, North Carolina, decidió ir a la iglesia.

"Simplemente fui porque había comida gratis", aclaró Graham.

Lo que no sabía Graham es que allí encontraría a su ángel guardián.

Su nombre es Becky Binson, quien en ese entonces tenía 25 años, y era una madre soltera de una niña de cinco años que estaba estudiando enfermería.

"Apenas lo vi me causó una impresión tremenda", expresó Vinson. "Uno se daba a cuenta a leguas que era un buen chico y no quería que se convierta en una estadística".

A Graham le gustó la comida y la compañía y comenzó a hacer un hábito de asistir a la iglesia.

Su relación con Vinson continuó desarrollándose y esta última comenzó a llevarlo a su casa todos los domingos.

Vinson también tuvo una infancia dura y por esa razón logró conectarse con más facilidad con Graham. Aunque no estaba para nada contento con la labor en la escuela del hoy jugador de fútbol americano.

"Inicialmente me enojé cuando Becky empezó a criticarme", enfatizó Graham. "Nunca nadie se había interesado por mi vida. Pero luego la veía a ella trabajando tan duro como madre soltera y sin dinero y me inspiró. Me empujó a ser una mejor persona".

Llegó el punto en el cual Graham estaba comiendo prácticamente todas las noches en la casa de Vinson. A esa altura, el siguiente paso parecía evidente.

Vinson se juntó con la madre biológica de Graham y le solicitó ser su guardián legal.

No hubo oposición, y así comenzó una nueva vida para Graham.

"Es un ángel de persona", repite una y otra vez Graham al referirse a Vinson. "No fue sencillo, no teníamos dinero y había momentos en los cuales ella nos preguntaba qué necesitábamos más porque había que elegir. Sin embargo ella nunca dudó en abrir sus brazos y recibirme. Su sueño era que yo vaya a la universidad y yo se lo iba a cumplir".

Graham ya jugaba al fútbol americano, pero cuando decidió transferirse a una escuela cristiana donde no se practicaba el deporte, no tuvo otra alternativa más que dedicarse al básquetbol.

Eventualmente Graham empezó a mejorar, hasta que un día recibió el llamado de la Universidad de Miami.

Le ofrecieron una beca para jugar al baloncesto, y la primera batalla estaba ganada.

"Fue uno de los días más felices de mi vida", dijo Graham.

Tras aceptar la oferta, Vinson aceptó un trabajo en el hospital Mount Sinai en Miami, transfirió a su entonces hija de 11 años a una escuela en el Sur de la Florida, y fueron apoyar a su hijo/hermano.

Todavía recuerdo como en el inicio de su carrera, algunos de sus compañeros de equipo se burlaban de Graham porque comía tan rápido.

"De donde yo vengo, o comes rápido o no comes", repetía siempre Graham.

Nunca fue el jugador más dotado en el tabloncillo, pero sí era el que más se esforzaba noche tras noche.

El éxito deportivo hubiese sido lindo, pero la batalla ya estaba ganada para Graham.

No obstante, tras cuatro años en el programa de baloncesto, todavía le quedaba una arruga más a su carrera deportiva.

Le quedaba un año de elegibilidad en el fútbol americano, deporte que no practicaba hace casi 10 años, y decidió inclinarse hacia su primer amor.

"Quería cumplir ese sueño", explicó Graham.

Su tamaño era imponente (6´8" y 265 libras), pero estaba un tanto oxidado. Formó como ala cerrada con los Hurricanes, y aunque era una pesadilla para los rivales, dejaba caer demasiados pases.

Así y todo, los Saints confiaron en su potencial y lo escogieron en la tercera ronda del draft del 2010.

Esa apuesta ha pagado sus dividendos y más.

Hubo un proceso de adaptación en su primera temporada, pero desde entonces ha totalizado 2292 yardas y 20 touchdowns en 31 partidos.

En otras palabras se ha transformado en uno de los dos mejores alas cerradas de la actualidad junto a Rob Gronkowski, que ahora está batallando con lesiones.

Graham hoy gana poco más de 500000 dólares por años, más que suficiente para él, pero menos de lo que se merece si tenemos en cuenta su nivel de juego.

El entrenador Sean Payton ya ha dicho que pretenden darle una extensión a largo plazo a Graham, cuyo contrato se expira luego de esta temporada.

Se está hablando de un acuerdo de seis campañas y 60 millones de dólares.

"Lo primero que haría es darle todo lo necesario a Becky, aunque conociéndola nunca me pediría nada", concluyó Graham. "El dinero no me importa, ella me salvó la vida".