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Jugadora con talento y carisma

Como profesional, Rebecca Lobo fue el símbolo y la mejor anotadora del Liberty de Nueva York AP Photo/Bill Kostroun

No muchos atletas pueden decir que estuvieron allí, en acción, el día que se produjo un cambio drástico en su deporte. Pero Rebecca Lobo sí puede.

El 16 de enero de 1995, durante su último año como estudiante en Connecticut, el equipo de baloncesto femenino Huskies jugó con el poderoso Tennessee por primera vez. Fue una competencia televisada a escala nacional, de tal importancia que la Associated Press optó por postergar su encuesta de votación por un día para poder tomar en consideración los resultados del partido.

La victoria 77-66 de las Huskies, y el lleno total de las galerías del Gampel Pavilion, pusieron de manifiesto que la UConn había cruzado a un plano diferente de existencia en el panorama atlético. El programa había asistido a un Final Four en 1991, pero no fue hasta 1995 cuando el baloncesto femenino de la UConn se convirtió en un fenómeno totalmente desarrollado.

"Creo que lo más grande que rescataré de su carrera aquí es que Rebecca vino a Connecticut y nos convirtió en un programa nacional después de haber sido un programa regional", dijo el entrenador de las Huskies, Geno Auriemma.

Lobo, quien obtuvo el cuarto puesto entre las atletas hispanas más influyentes de todos los tiempos en una votación realizada por un panel de destacados especialistas convocados por espnW y ESPN Deportes, nació en Hartford, Connecticut, y creció en Southwick, Massachusetts. Al principio ella quiso vivir en un sitio muy diferente y alejarse del nordeste para ir a la universidad.

"Pero yo sabía que el entrenador Auriemma era la persona para quien yo quería jugar más que con cualquier otra", dijo Lobo. "También quería ayudar a llevar adelante un programa hacia donde no había llegado antes. Pero nunca me hubiera imaginado lo que pasó en la UConn durante mis dos últimos años.

"En retrospectiva, nuestro equipo de la UConn de 1995 desempeñó un papel decisivo para atraer la atención nacional hacia la Universidad de Connecticut y hacia el deporte del baloncesto femenino. El tener a ESPN en nuestro patio trasero se tradujo en un mayor interés por parte de aquellos que estaban en la red. No creo que fuera coincidencia que ESPN comenzara su cobertura extendida del torneo un año después de nuestra intervención [campeonato]."

IMPULSORA DE LA WNBA
Lobo, cuyo padre es de ascendencia cubana, fue el rostro de las Huskies y los seguidores de la UConn la adoraban. Pero ella también tiene su base hispana de aficionados que se desarrolló durante su época en la WNBA.

"Especialmente en baloncesto universitario, no hubo muchas atletas hispanas durante mi carrera", dijo Lobo. "Me sorprendió la forma en que la comunidad latina me acogió, especialmente durante mi carrera en la WNBA.

"Recuerdo estar con las Houston Comets y jugar un partido en Los Ángeles. Hubo toda una sección en el Staples Center llena de niños y niñas hispanos que venían a alentarme. Asombroso".
Lobo, quien ganó una medalla de oro con el equipo olímpico de los EE. UU. en 1996, jugó en la WNBA desde sus inicios en 1997 hasta 2003. Luego, muy bien preparada, realizó un cambio hacia su segunda carrera.

"Me encantó la radiodifusión desde que estaba en la universidad", dijo Lobo, quien fue admitida en el Salón de la Fama del Baloncesto Femenino en 2010. "Y sabía que esa era la carrera profesional para mí".

Lobo conoce el baloncesto tan bien y tiene tal carisma natural, que uno tiene que preguntarse si por lo menos consideró desempeñarse como entrenadora. Ella dice que no.

"Creo que se necesita cierta personalidad para ser una entrenadora realmente exitosa, y yo no nací con esa personalidad", dijo. "¡Por supuesto que encuentro el entrenamiento con los equipos de primaria de mis hijas sumamente gratificante y no lo dejaría por nada del mundo!".

Lobo tiene tres hijas y un hijo con su esposo, el periodista y novelista, Steve Rushin. Lobo trabaja tanto con el juego universitario como con la WNBA, una liga que ella ayudó a establecer.

"La WNBA está llena de atletas sumamente dotados", añadió. "Hubo muchas baloncestistas excelentes en los años tempranos de la liga, pero hay muchas más de esas baloncestistas ahora. Creo que la calidad del juego en la W es sobresaliente y mejora año a año".

Debido a su trabajo en radiodifusión para ESPN, el rostro y el nombre de Lobo mantienen su prominencia en el mundo del baloncesto femenino. Por lo tanto, ella se mantiene como un modelo visible a seguir para las atletas hispanas.

"Creo que es siempre importante contar las historias de aquellos que se pueden sentir insuficientemente representados en determinadas áreas", dijo Lobo. "No había muchas atletas hispanas prominentes cuando yo era chica. No había muchas competencias de deportes femeninos en televisión, punto. Es bueno ver que ahora las niñas pequeñas pueden encontrar fácilmente a quién admirar, incluso a atletas como Diana Taurasi, Lisa Fernández, etc.".

Auriemma considera que así como Lobo ayudó a popularizar el baloncesto femenino desde la cancha, lo que hace ahora, también tiene un impacto tremendo y duradero.

"Rebecca hizo que la gente disfrute del juego como jugadora, y como locutora hace lo mismo", añadió Auriemma. "Y cada año mejora más y más en la forma en que ayuda a los aficionados a disfrutar del partido.

"Cuando se es tan buena jugadora, y se es tan brillante y elocuente como ella, se puede llevar el partido a los aficionados de manera que les permita apreciarlo mejor".