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Juan Díaz se recibió de estrella

MASHANTUCKET, Connecticut -- Tras la noche del sábado en el Foxwoods Resort Casino, el boxeo ha sumado una nueva estrella a su Olimpo: Juan Díaz, quien derrotó contundentemente a Acelino Freitas y así dio el salto de calidad que se esperaba de él.

En realidad, el futuro promisorio de Díaz (32-0, 16 KOs) se venía avizorando desde hace algún tiempo. No en vano conquistó el título de los ligeros de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) con sólo 21 años de edad, cuando derrotó a un rival de los más complicados, como el mongol Lakva Sim, en julio de 2004.

Desde aquel entonces, Díaz superó una lesión que lo mantuvo alejado de los cuadriláteros durante casi ocho meses y aún así retuvo ese cetro en cinco ocasiones.

Sin embargo, su carrera reclamaba un gran nombre, como para ratificar su condición de potencial estrella de este deporte.

Entonces, nada mejor que una pelea unificatoria, ante una figura como Freitas (38-2, 32 KOs), que hasta no hace mucho supo ser una de las grandes sensaciones del pugilismo, posición a la que llegó a base de su temible pegada.

Diez defensas del título de los superplumas de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y el título de ese mismo organismo en la categoría superior (conquistado en dos oportunidades) le otorgaban al brasileño las credenciales necesarias como para ser considerado una figura indiscutida.

Pero, claro, los años no vienen solos. Y, menos, en este deporte, en el que el tiempo es un enemigo implacable.

No obstante, como decíamos en nuestra columna previa, los noqueadores siempre deben ser respetados, cualquiera sean las circunstancias. Por eso, esta pelea era en los papeles una de las más atrayentes del año. Y, al cabo, estuvo a la altura de lo esperado.

Porque durante los primeros cuatro asaltos Díaz aplicó esa presión infernal que suele dejar sin recursos a sus rivales. Pero Freitas logró acertar varios contragolpes - en gancho o uppercut, sobre todo - que en más de una oportunidad hicieron reflexionar al méxico-estadounidense sobre la conveniencia de atacar de esa forma.

Ante el pedido de su esquina, liderada por su entrenador Ronnie Shields, Díaz comenzó a usar su jab de mano izquierda con mayor frecuencia y enseguida comenzó a pagar dividendos.

En realidad, más que un jab ese golpe tuvo características de recto, por su potencia y trayectoria.

Ante esa situación, Freitas lució desconcertado, como si no pudiera evitar que el guante rival se estrellara indefectiblemente contra su rostro.

Más tarde, el brasileño admitiría que "veía esa mano que venía, pero realmente no podía esquivarla". Extraño por un lado, aunque quizás sea un síntoma inequívoco de que es tiempo de retirarse.

En ese mismo sentido, alguna vez, después de su segundo combate ante el colombiano Rodrigo Rocky Valdez, el gran argentino Carlos Monzón dijo algo así como que "cuando uno ve venir el golpe pero no es capaz de evitarlo, es tiempo de dedicarse a otra cosa". Y a los pocos meses anunció que colgaba los guantes.

POTENCIA IMPARABLE
Lo cierto es que la utilización de esta nueva arma - el jab - le abrió el camino a Díaz para lo que siguió. En el quinto asalto, conectó una combinación tremenda que tuvo a Freitas tambaleando durante un buen rato, a punto de irse a la lona.

Seguramente, si Díaz tuviera una pegada más considerable ése hubiera sido el fin de la historia. Pero, evidentemente, esa es su única deficiencia.

De todos modos, en las siguientes dos vueltas, siempre sin desesperarse, Díaz siguió arriando en base a potencia a su rival, que sólo atinaba a responder como podía con algún contragolpe cada vez menos preciso.

En el octavo, Díaz volvió a desequilibrar con una izquierda seguida por una derecha, que colocaron otra vez a Freitas al borde de la cornisa.

El brasileño sobrevivió como pudo el intenso bombardeo al que fue sometido, pero ya daba la sensación de que, interiormente, ya no quería más.

Y así fue, nomás. Porque Freitas no salió a combatir al siguiente asalto, por lo que Díaz se impuso por nocaut técnico en el noveno asalto.

¿Fue el propio Freitas quien, al igual que ante Diego Corrales hace unos años, simplemente abandonó?

El entrenador principal del brasileño, el puertorriqueño Oscar Suárez, se hizo responsable.

"Fui yo el que paró la pelea. No podía permitir que Acelino recibiera tanto castigo innecesariamente", fue la sensata explicación de Suárez.
Sin embargo, lo que el entrenador quizás jamás pueda lograr es quitarle de encima a Freitas el peor de los rótulos que puede pesar sobre un boxeador: la cobardía.

Si esto es cierto o no, es tema debatible. Pero es innegable que en los círculos boxísticos al brasileño ya se lo acusaba hacía algún tiempo de no tener un corazón demasiado grande. Sobre todo, tras el abandono ante Corrales. Y esta no resultó muy diferente.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado antes de lanzar este tipo de acusaciones a la ligera porque, después de todo, las mismas suelen venir de aquellos que nunca se subieron a un ring, lo cual las desmerece.

De cualquier manera, Freitas, quien no quiso hablar tras el combate, se haría un gran favor a sí mismo si cuelga los guantes.

Párrafo aparte para dos de los jueces, Glenn Feldman y Clark Sanmartino, quienes deberían sentarse a meditar un poco. Al finalizar el séptimo asalto, Feldman tenía a Díaz ganando sólo por un punto, mientras que Sanmartino tenía un empate. Increíble.

Díaz, por su parte, ahora se prepara para su siguiente gran prueba de fuego. En los próximos meses quizás su carrera le permita terminar el colegio terciario (college), para después poder ingresar a la Universidad de Leyes.

"Ojalá pueda lograrlo. Lo que ocurre es que el entrenamiento para la pelea con Freitas me quitó mucho tiempo en este semestre. Pero tarde o temprano me graduaré", explicó Juan.

"Freitas fue una pelea muy dura, pero pude manejarla sin problemas. Ahora quiero ser campeón de todos los organismos, que me traigan a Joel Casamayor", agregó Díaz.