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Destacados a la inversa

Esta vez nos enfocamos en aquellos jugadores de Grandes Ligas que no tuvieron tantos logros en su carrera. No podemos llamarlos "los peores jugadores", porque eso sería algo difícil de definir. Además, si un jugador es muy malo no dura mucho en un equipo.

En lugar de eso, señalaremos al peor jugador de cada club en una temporada en particular. Te daremos tres candidatos por cada equipo de las peores temporadas de cada franquicia en los últimos 50 años. Hemos recorrido los récords de los equipos comenzando en 1959 y logramos reunir lo que creemos son tres candidatos viables de novena.

Hemos usado varios criterios para arribar a nuestras selecciones. Verán números citados en crudo, pero a fin de calificar, la temporada debió pasar el examen de ser evaluada en el contexto apropiado en cuanto a tiempo y lugar. Después de todo, una efectividad de 5.50 en 1998 es algo muy diferente a otra similar en la campaña de 1968. Para ayudarnos a darle forma a las listas hemos usados valores métricos de Baseball Prospectus, tales como el valor dividido sobre el valor del jugador reemplazante y las victorias por encima del jugador reemplazante, así como estadísticas de ERA+ y OPS+ tal como son calculadas por Baseball-Reference.com. Intentamos lograr una mezcla de lanzadores y bateadores para cada equipo, dentro de lo posible.

El tiempo de juego de cada jugador tuvo una gran influencia. Cualquiera puede tener un mes malo, pero lo que nosotros buscábamos eran aquellos jugadores que mantenían sus malas actuaciones durante la mayor parte o toda la temporada (y en algunos casos, en temporadas múltiples). Para el propósito que nos ocupa, el tipo que tuvo 550 apariciones al plato recibió más consideración que el tipo con 350. De hecho, hemos puesto un mínimo de 300 apariciones al plato para poder ser incluidos en la lista. El lanzador que participó en 150 entradas pasó a ser un candidato más fuerte que el que hizo 100 entradas. Intentamos mantenernos con los lanzadores que lanzaron al menos 80 entradas, por lo cual nos vimos inclinados muy fuertemente hacia los lanzadores abridores.

Probablemente podríamos haber elegido a uno o más campocortos como representantes de cada una de las 30 franquicias. Los receptores también estuvieron excesivamente representados. Debido a que ambos ocupan posiciones mayormente defensivas (especialmente los campocortos de la década de 1960 y 1970) le dimos "puntos adicionales" a aquellos jugadores que no fuesen campocorto o receptor. Una posición de esquina recibió siempre una ventaja. La defensa también fue considerada. Un gran número de jugadores con malísimas actuaciones ofensivas fueron indultados de ser incluidos en la lista debido a su habilidad con el cuero.

También comprendemos que un gran número de estas temporadas vienen con explicaciones. Que quizás el jugador estaba en camino ascendente y comenzando suavemente, o quizás estaba terminando una gran carrera de muy mala manera. Las lesiones también jugaron un rol importante, especialmente con los lanzadores. Si nominamos todas las temporadas que fueron impactadas por esas circunstancias especiales las elecciones hubiesen sido mucho más cerradas.

DIVISIÓN ESTE DE LA LIGA NACIONAL

Bravos de Atlanta

Rowland Office, JD, 1977 (.241 PROM./.282 OBP/.311 SLG, 19 extrabases en 428 turnos): Sin potencia. Raramente pisaba las bases. Pobres estadísticas defensivas. Office personificaba las frustraciones de los Bravos de Atlanta en la era post Hank Aaron/pre Dale Murphy.

Encontrar candidatos en los Bravos no es fácil, a menos que uno cuente a los campocortos. Ha habido muchos campocortos sin habilidad ofensivas a lo largo del tiempo. Los aficionados de los Bravos pueden dar un paseo por las tierras del recuerdo y rememorar los outs de Luis Gómez, Rafael Belliard, Jerry Royster, Marty Pérez, Andrés Thomas y Craig Robinson. Se podría discutir la inclusión de cualquiera de ellos, como el porcentaje en base de Thomas de apenas .228 en 1989. Pero elegir es ignorar al resto.

Vinny Castilla

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Vinny Castilla no podía batear tan bien al nivel del mar

Vinny Castilla, 3B, 2002 (.232/.268/.348, 12 HR, 61 RBI en 543 turnos): En realidad, Castilla nunca fue tan bueno como lo indicaban sus estadísticas infladas en Colorado, ni tan malo como lo fue en el 2002 con los Bravos. Por lo menos Atlanta no le pagó la estúpida cantidad de dinero que le pagó Tampa Bay basándose en lo que había hecho en esa altitud de Colorado. El porcentaje de bateo acumulado de Castilla fue de apenas .348.

Pascual Pérez, P, 1985 (1-13, 6.14 ERA, 95.1 entradas, 113 H, 57 BB, 57 ponches): El inolvidable Sr. Pérez hizo 22 salidas en el 1985, y los Bravos ganaron solamente seis de ellas. No logró pasar la cuarta entrada en nueve oportunidades. Tuvo la efectividad más alta de la liga y una tasa de 1:1 en ponches vs. pasaportes. Para completar, tenía problemas de salud (tuvo dos viajes a la lista de lesionados) y también fue suspendido por 10 días. Su estilo de vida cuestionable también subyacía en el trasfondo. Cansado de sus andadas, los Bravos lo dejaron libre la primavera siguiente.

Marlins de Florida

Brian Moehler, L, 2006 (7-11, 6.57 ERA, 122 entradas, 164 H, .325 de promedio oponente): Es el raro lanzador de la Liga Nacional que otorga más de 12 hits por cada nueve entradas. De hecho, desde 1959, solamente 11 lanzadores de la Nacional permitieron más carreras limpias por cada nueve episodios (mínimo de 80 entradas lanzadas) que Moehler en el 2006.

Chuck Carr, JC, 1994 (.263/.305/.330, 2 HR, 30 RBI en 433 turnos): Carr estuvo con los Marlins durante los primeros tres años de su existencia, y en ese tiempo se las arregló para alzarse con tres de las ocho peores cifras de OPS+ en la historia del equipo. De esas tres, la de 1994 fue la menos impresionante, cuando combinó un OBP de .305 OBP con un porcentaje de bateo acumulado de .330. Si están buscando razones para descartarlo en esta lista, les podemos decir que era un jardinero bastante bueno y que tenía una tasa de éxito de 80 por ciento en 40 intentos de robo de base.

Eric Owens, JD/JC, 2001 (.253/.302/.335, 5 HR, 28 RBI en 400 turnos): Owens era un jugador bastante inclasificable que aterrizó con los Marlins luego de un intercambio con San Diego en la antesala de lo que probó ser el mejor año de su carrera. Su línea de estadísticas del 2001 está ahí, como en el aire. No es apabullante en su destello de privaciones extremas, sino que simplemente te lleva hacia el sonambulismo gracias a su banalidad.

Mets de Nueva York

Willie Montañez, 1B, 1979 (.234/.277/.317, 5 HR, 47 RBI en 410 turnos): Ya sabemos lo que nos van a preguntar: "¿Donde está Marv Throneberry?". No tiene comparación, realmente. Aún tomando en cuenta las infames habilidades de fildeo de Throneberry, su producción ofensiva de 1962 fue mucho mejor que el terrible 1979 que Montañez tuvo que pasar. Montañez fue el típico caso de un primera base que batea como un campocorto (y un campocorto malo, encima). Los Mets pudieron finalmente enviarlo a los Vigilantes en agosto, luego de 442 turnos al plato. Con Texas, Willie comenzaría a evocar los ecos del talento que mostró en su año de novato, unos ocho años antes. Sin embargo, la alegría le duró poco.

Doug Flynn, 2B/SS, 1977-1981: Para poder poner a Flynn tendremos que desestimar la prohibición de usar a jugadores del medio del cuadro. Lo haremos porque el trabajo de Flynn en un uniforme neoyorquino es tan impresionante que en sus cinco años con el equipo jugó por debajo del valor de jugador de reemplazo. Llegó como campocorto desde Cincinnati como parte de un intercambio en el cual los Mets se deshicieron de su mejor jugador de todos los tiempos, Tom Seaver. Flynn procedió entonces a realizar lo que probablemente sea la peor muestra ofensiva de todos los jugadores de los Mets de todos los tiempos: OBP y porcentaje de bateo acumulados mellizos de .220 en 300 apariciones en el plato. Jugó mayormente en segunda base, y aún si hubiese jugado en esa posición con la habilidad de un Bill Mazeroski (no lo hizo), eso no hubiese justificado su línea de por vida con los Mets de .231/.264/.275. En lo concerniente a tareas suplementarias diremos que no robaba bases, fue golpeado por un lanzamiento una sola vez en toda su carrera y se metió en aproximadamente 15 situaciones de doble matanza por temporada.

Jay Hook, L, 1963 (4-14, 5.48 ERA, 152.2 entradas, 168 H, 21 HR): En la historia de las mayores, solamente un pequeño porcentaje de jugadores realmente no necesitó jugar pelota. Hook ciertamente fue uno de esos hombres: fue un individuo brillante, cuya carrera en Grandes Ligas fue meramente un preludio a su trabajo verdadero en el mundo de la industria. (Hook poseía un grado universitario en termodinámica, se retiró después de la temporada de 1964 y aceptó un trabajo en Chrysler). El hecho de que sea nominado en esta lista no debe tomarse como una manera de medir su talento, ni tampoco debería ser así para los otros candidatos de esta encuesta. Una mala temporada o dos jugando al béisbol no hacen a la vida de nadie. Hook fue el lanzador ganador en la primer victoria en la historia de los Mets el año anterior, y se mantuvo en buen nivel en la temporada inaugural. En 1963, sin embargo, permitió por lo menos cinco carreras en seis de sus primeras ocho salidas, y terminó con un récord de 3-14 como lanzador inicial. Su competencia principal en este puesto está en la temporada de 1962 de Craig Anderson, en la cual tuvo marca de 0-11 como lanzador inicial.

Filis de Filadelfia

Sparky Anderson, 2B, 1959 (.218/.282/.249, 0 HR, 12 extrabases en 477 turnos): El futuro miembro del Salón de la Fama como piloto tuvo un solo año como jugador de Grandes Ligas y dejó una sola cosa en claro: su futuro en el deporte no iba a suceder con un bate en las manos enfrentando a bateadores vivos. Sparky se pasó la temporada entera como segunda base de los Filis, y se las arregló para conectar solamente nueve dobles y tres triples en 527 apariciones en el plato.

Don Carman, L, 1989 (5-15, 5.24 ERA, 149.1 entradas, 153 H, 86 BB, 81 ponches): Los Filis a menudo han tenido que ver a sus grandes jugadores retirarse con números pobres: Robin Roberts en 1961, Steve Carlton en 1986 y Jim Bunning en 1971 fueron algunos de los que terminaron lanzando muy mal en sus últimas asignaciones con Filadelfia. Sin embargo, Carman lanzó más frecuentemente que todos ellos, y con resultados igualmente malos, o peores. Tuvo marca de 3-13 como lanzador inicial en 1989, cuando los Filis ganaron en solamente seis de sus 20 salidas.

Rick Wise, L, 1968 (9-15, 4.55 ERA, 182 entradas, 210 H, 67 ponches): Fue el Año de los Lanzadores, pero no estuvo marcado de ese modo en el calendario del joven Rick Wise. Este lanzador de 22 años de edad tuvo la efectividad más alta de la Nacional con 4.55. Hoy en día, esa cifra te daría un contrato de cuatro años a $10 millones cada año, pero en 1968 esa efectividad era altísima. Quizás fue solamente una actuación desafortunada, porque Wise dio solamente 37 boletos y permitió tan sólo 12 jonrones, y ciertamente mejoró más tarde para terminar con 188 victorias en su carrera.

Expos de Montreal /Nacionales de Washington

Peter Bergeron, JC, 2001 (.211/.275/.285, 3 HR, 16 RBI en 375 turnos): Consideren esta línea de .211/.275/.285 en el 2001 y el hecho de que se ponchó casi cada cuatro turnos sin el usual acompañamiento de poder. Agréguenle un bajo porcentaje de robo de bases (de 17-10) y sus malas estadísticas defensivas en el jardín central, y tienen a un candidato de primera.

Coco Laboy, 3B, 1970 (.199/.254/.299, 5 HR, 53 RBI en 432 turnos): Odiamos tener que incluir a Laboy, una de las caras famosas de la franquicia que pareció dar la talla perfectamente en Montreal con su nombre francófono (a pesar de ser puertorriqueño). Había dado vueltas en las ligas menores desde la administración de Eisenhower, cuando finalmente la expansión de la liga le abrió una puerta de entrada. Coco respondió con una temporada bastante buena en 1969 y hasta se ganó cierta consideración para el premio de Novato del Año. Sin embargo, su segundo año fue un infierno. Bateó apenas para .199 y vio su total de jonrones pasar de 18 a apenas cinco. Jugó tan mal en tercera que lo terminaron despidiendo del puesto, y en resumidas cuentas terminó por completo su carrera como jugador regular.

Wayne Twitchell, L, 1978 (4-12, 5.78 ERA, 112 entradas, 121 H, 71 BB, 69 ponches): Por primera vez en su carrera, Twitchell dio más boletos que ponches, lo cual le ayudó a ganarse un WHIP de 1.71. Su efectividad fue de más de 5.00 como lanzador inicial y como relevista. Los zurdos fueron los que más problemas le dieron, conectándole cifras dignas de Cooperstown: .348/.455/.591.

DIVISIÓN CENTRAL DE LA LIGA NACIONAL

Corey Patterson

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Corey Patterson entró en declive al conectar para .215 en 2005

Cachorros de Chicago

Corey Patterson, JC, 2005 (.215/.254/.348, 13 HR, 34 RBI en 451 turnos): Si evitamos jugar a "échale la culpa al campocorto" aquí, entonces la temporada 2006 de Ronny Cedeño puede ser obviada para darle prioridad a lo que Patterson hizo el año anterior. Patterson bateó para promedio de .215, suplementado solamente por 20 boletos no intencionales en 481 turnos al plato. Mostró algunos destellos de poder, pero nada comparado con la producción de sus dos temporadas previas. Esta actuación prácticamente terminó con cualquier especulación de su posible futuro como estrella del deporte.

Shawn Estes, L, 2003 (8-11, 5.73 ERA, 152.1 entradas, 182 H, 83 BB, 102 ponches): La buena noticia para los fanáticos de los Cachorros es que la mayoría de los lanzadores que han pasado las peores temporadas del equipo han lanzado una cantidad limitada de innings. Estes es la excepción, por lo cual recibe la nominación. Estes no llegó a la quinta entrada nueve veces en 28 salidas, y promedió un boleto cada dos entradas. Sus oponentes se anotaron un OBP de .387 ante sus disparos, la peor cifra de los últimos 50 años entre lanzadores de ese club con al menos 100 entradas lanzadas.

Rubén Quevedo, P, 2000 (3-10, 7.47 ERA, 88 entradas, 96 H, 21 HR, 54 BB): Lanzó solamente 88 entradas, pero es difícil soslayar sus resultados. A pesar de que tuvo un par de buenas salidas, también hubo algunas otras cuyas líneas lucieron así: 6.2 9 7 5 5 2; 1.1 4 4 4 5 2; 3.2 10 9 9 1 6; 2 4 6 4 5 3. Quevedo también lanzó en seis partidos como relevista, pero solamente en uno de esos juegos salió indemne. Su efectividad como relevista fue de 31.91. Su tasa de jonrones de 2.15 por cada nueve entradas es la séptima peor en la Liga Nacional en los últimos 50 años.

Rojos de Cincinnati

Paul Householder, JD, 1982 (.211/.265/.326, 9 HR, 34 RBI en 417 turnos): Está claro: 1982 no fue el paraíso de los bateadores en el que el béisbol se ha transformado desde entonces, pero cuando un jardinero esquinero pisa las almohadas solamente 120 veces en 455 intentos, entonces no es de sorprenderse que su equipo pierda 101 juegos.

Eric Milton, L, 2005 (8-15, 6.47 ERA, 186.1 entradas, 237 H, 40 HR): Fue una desgracia para Milton tener que pasar los años 2004 y 2005 jugando como local en dos estadios que son los menos amigables para lanzadores de volados: el Citizens Bank Park de Filadelfia y el Great American Ball Park de Cincinnati. Excepto por el hecho de que de los 83 jonrones que permitió ese año unos 42 llegaron en otros estadios. Sus oponentes tenían un porcentaje de bateo acumulado de .543 en su contra, el peor de la historia de los Rojos desde el mismísimo día en que se pagó la cuota inicial para poner en marcha la franquicia.

Bobby Tolan, JC/JD, 1973 (.206/.251/.304, 9 HR, 51 RBI en 457 turnos): Un jardinero con un OPS de .555 definitivamente atraerá atención en una encuesta como ésta. Alguna vez fue un buen jugador (dos temporadas seguidas de 100 carreras anotadas cada una). El poder de Tolan disminuyó en 1972 y nunca realmente regresó antes de su retiro en 1979. Su tasa de boletos también declinó, lo que deja muy poco a su favor. Eso lo hizo un candidato ideal para los espantosos Padres de San Diego de aquellos años, quienes lo adquirieron ese invierno.

Astros de Houston
Derek Bell, JD, 1999 (.236/.306/.350, 12 HR, 66 RBI en 509 turnos): Consideren esto como un preludio de la Operación Cierre Definitivo. En medio de una de las más grandes eras ofensivas de todos los tiempos, Bell perdió todo valor en la temporada de 1999. Aunque su jardinero derecho anotó un OPS+ de 66 y aportó una defensa muy cuestionable, los Astros aún así se las arreglaron para ganar la división.

Bob Knepper, L, 1989 (4-10, 5.89 ERA, 113 entradas, 135 H, 60 BB, 45 ponches): Knepper fue sumamente inconsistente a fines de la década de 1980s. Bueno en 1986, no tanto en 1987. Retomó su buen nivel en 1988, y luego perdió su efectividad en 1989. Los Astros no lo aguantaron más y lo dejaron ir en Agosto luego de que reportara efectividad de 5.89 en 20 salidas. La rotación de los Astros fue bastante esquizofrénica ese año, con Mike Scott y Jim Deshaies armando la base de un equipo que ganó 86 juegos, pero con Knepper y Jim Clancy (ver próximo jugador) agregando la ineficiencia que le dio 76 derrotas al equipo.

Jim Clancy, L, 1989 (7-14, 5.08 ERA, 147 entradas, 155 H, 66 BB, 91 ponches): Clancy otorgó la segunda mayor cantidad de boletos intencionales en la historia del equipo, lo cual usualmente no es una buena señal. De hecho, la mayor parte de los lanzadores que han otorgado más de los 15 que él dio en 1989 han sido relevistas. Cuando no estaba poniendo jugadores en las bases intencionalmente, sus compañeros generalmente los dejaban ambasarse con una defensa débil. Aunque la efectividad de Clancy de 5.08 era un 50 por ciento más alto que el promedio de la liga, su promedio de carreras era mayor a 6.00.

Ted Simmons

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Ted Simmons fue ocho veces miembro del Equipo de las Estrellas

Cerveceros de Milwaukee
Ted Simmons, BD, 1984 (.221/.269/.300, 4 HR, 52 RBI en 497 turnos): Lo más preocupante de la temporada de Simmons en 1984 fue que la mayor parte de ella tuvo lugar desde su puesto de bateador designado. Cuando no estaba en ese puesto estaba en primera o tercera, por lo cual su falta de productividad tenía lugar en posiciones en las que se espera algo de potencia. Su línea de AVG/OBP/SLG fácilmente se registra como la peor de la historia por parte de un bateador designado que califica para un título de bateo (502 apariciones en el plato).

Mike Matheny, C, 1996 (.204/.243/.342, 8 HR, 46 RBI en 313 turnos): Hemos evitado mayormente a los receptores en esta encuesta debido a sus contribuciones defensivas y al hecho de que no suelen jugar tanto como los demás jugadores. Matheny, sin embargo, es difícil de evitar, con esa terrible racha de mal bateo entre 1996 y 1998. Tres de los doce peores OPS+ en la historia de los Cerveceros le pertenecen, y en 1996 (OPS+ de 44) tuvo un punto particularmente bajo. Su poder no luce tan mal debajo de esa superficie, pero tengan en cuenta que éste era un tiempo de felicidad para el béisbol de potencia.

Glendon Rusch, L, 2003 (1-12, 6.43 ERA, 123.1 entradas, 171 H, .331 porcentaje permitido): Rusch siempre fue un lanzador enigmático: puede ser vapuleado como si fuese el peor de todos, pero es perfectamente capaz de lanzar una joyita ocasionalmente. Claro, eso podría describir a casi todos los lanzadores de batalla entrados en años. En el 2003, poco fue lo que le salió bien a Rusch cuando tomó la bola en sus manos. Tuvo un ERA de 7.36 en 19 asignaciones. (Su efectividad era mucho más civilizada, 2.35 en 23 innings, como relevista). Los Cerveceros ganaron sólo cuatro de sus salidas.

Piratas de Pittsburgh

Bill Virdon, JC, 1962 (.247/.286/.345, 6 HR, 47 RBI en 663 turnos): ¿Alguien conoce a un jugador que haya aportado menos que esto en 705 apariciones al plato? Virdon bateó primero en la alineación unas 146 veces para los Piratas, con un OBP de .278. Claro, eso es culpa del piloto Danny Murtaugh, no de Virdon. También él hizo lo suyo para irse a la banca cuando logró ser atrapado intentando robar bases 13 veces en 18 intentos.

Marvell Wynne, JC, 1985 (.205/.247/.258, 2 HR, 18 RBI en 337 turnos): Wynne tuvo un espantoso giro para mal en 1985, cuando los diestros castigaron a este bateador zurdo con estadísticas de .181/.232/.235. Lo que ya se vislumbraba como una mala temporada se transformó en algo mucho peor hacia el final, cuando Wynne se las arregló para conectar solamente un sencillo en sus últimos 25 turnos, sin boletos gratis.

Kevin Young, 1B, 1993 (.236/.300/.343, 6 HR, 49 RBI en 449 turnos al bate): En los últimos 50 años es difícil encontrar una peor campaña de pitcheo para los Piratas que la temporada de 1973 de Steve Blass. Sin embargo, no deseamos incluirla aquí dadas las circunstancias que lo rodeaban, debido a que perdía el control tan seguido que se acuñó el término "Síndrome de Steve Blass" para referirse a lanzadores que pierden repentinamente su habilidad de tirar strikes. Si fuésemos a evaluar a los lanzadores basándonos en sus marcas de victorias y derrotas, entonces la marca de 1985 de José de León se llevaría la victoria, pero De León lanzó mejor que eso (4.70 ERA, .231 promedio oponente).

Ante la ausencia de peores opciones, elegiremos la temporada de novato de Young. Si los Piratas estaban mirando a la primera base cuando buscaban reemplazar la potencia perdida con la partida de Barry Bonds como agente libre, ellos no recibieron eso de parte de Young, quien conectó solamente seis jonrones en 508 turnos al plato. Hay que remontarse hasta antes de la Segunda Guerra Mundial para encontrar a un jugador regular de los Piratas en primera base que haya aportado tan poca potencia.

Cardenales de San Luis

Lou Brock, JI, 1978 (.221/.263/.252, 0 HR, nueve extrabases, 12 RBI en 298 turnos): "Claro, que bien", estarán diciendo ustedes, "péguenle a un pobre viejo cuando está en el piso". El problema es (y quizás todos los equipos deberían tener la suerte de tener este problema) que los Cardenales no tenían muchos candidatos con temporadas espectacularmente malas. La mayoría de los más obvios, como Dal Maxvill a fines de la década de 1960, Yadier Molina en 2006 y Terry Pendleton a comienzos de su carrera jugaban defensa tan bien que su tarea en el fildeo ayuda a mitigar su insolvencia en el plato. En 1978, Brock tenía 39 años, y no hizo mucho más que llegar a acercarse a la marca de 3.000 hits con 66 más. Conectó nueve dobles y provocó solamente 15 boletos no intencionales en 317 apariciones al plato. Brock bateó primero en el orden para los Cardenales en 68 oportunidades, más debido a la tradición que a su habilidad. Ciertamente lució como un final triste para una buena carrera, pero volvió muy bien en 1979 (.304 promedio) y obtuvo su hit número 3.000.

Eli Marrero, C/1B, 1999 (.196/.236/.297, 6 HR, 34 RBI en 317 turnos): La lección aquí es obvia: A menos que quieras ser incluido en una lista como esta, no juegues una mala temporada en un equipo que esté pasando por una explosión ofensiva. En 1999, 10 lanzadores, incluyendo a su compañero de equipo Darren Oliver, tuvieron mejor porcentaje de bateo acumulado que el .297 de Marrero.

Danny Jackson, L, 1995 (2-12, 5.90 ERA, 100.2 entradas, 120 H, 48 BB, 52 ponches): Se le dio la bola en 19 oportunidades y solamente logró hacer cuatro salidas de calidad. Abandonó el juego antes de la quinta entrada en seis ocasiones, y terminó con marca de 2-12. Claro, en ese momento se estaba curando de una lesión de la que nunca se recuperó, por lo cual lo incluimos con un poco de pena.

DIVISIÓN OESTE DE LA LIGA NACIONAL

Russ Ortiz

US Presswire

La campaña de 2005 no fue muy buena para Russ Ortiz

Diamondbacks de Arizona

Russ Ortiz, L, 2005 (5-11, 6.89 ERA, 115 entradas, 147 H, 65 BB, 46 ponches): Intenten no concentrarse en lo mucho que le costó esta temporada a los Diamondbacks en el aspecto económico. (Pero si tienen que hacerlo, verán que fueron $7 millones en una época en que esa cifra era mucho dinero). En lugar de eso, vean la tasa de ponches vs pasaportes de Ortiz en 46:65, y un ERA que estaba dos carreras por encima del promedio de la liga. Ortiz siempre fue generoso con los pases, pero los ponches empezaron a decaer cuando su problema de brazos se desarrolló más, y los Diamondbacks se vieron obligados a pagar la cuenta de una carrera que estaba llegando rápidamente a su fin.

Casey Fossum, L, 2004 (4-15, 6.65 ERA, 142 entradas, 171 H, 31 HR): Los compañeros de Fossum no le dieron mucho apoyo en el 2003, com promedio de apenas tres carreras por partido durante sus salidas. Aunque eso ayuda a explicar el récord de Fossum de 4-15, no llega a exonerarlo debido a que solamente pudo lograr nueve salidas de calidad en 27 intentos. Su ERA estaba dos carreras por encima del promedio de la liga. (es tentador incluir a Edgar González en esa misma temporada en la cual tuvo marca de 0-9 y recibió muchos hits, pero solamente lanzó como abridor en 10 juegos).

Karim García, JD, 1998 (.222/.260/.381, 9 HR, 43 RBI en 333 turnos): Los Diamondbacks se las han arreglado para evitar temporadas desastrosas por parte de jugadores de posición. Solamente un jugador que calificó para el título de bateo terminó la temporada por debajo del nivel de reemplazo, y ése fue el campocorto Alex Cintrón en 2004. Tony Womack estuvo cerca, y ciertamente fue sobreestimado durante su paso por Arizona, pero es difícil ponerlo como candidato en este concurso. García es el único esquinero en tener una de las 10 peores temporadas en OPS+ en la historia de los Diamondbacks. Tenía solamente 22 años cuando eso sucedió, y logró mejorar (pero nunca tanto como muchos pensaban que lo haría). Su OBP de .260 es el peor en la historia del equipo para jugadores con más de 200 apariciones al plato.

Rockies de Colorado

Mike Hampton, L, 2002 (7-15, 6.15 ERA, 178.2 entradas, 228 H, 91 BB, 74 ponches): ¿No es acaso sorprendente estar discutiendo sobre una temporada que sucedió apenas hace seis años, sabiendo que el contrato que la hizo posible todavía está en vigencia? El ERA+ de Hampton de 78 en 2002 es el peor de todos los tiempos para un jugador regular de Colorado.

Alex Cole, CF, 1993 (.256/.339/.305,0 HR en 348 turnos): Los Rockies se las han arreglado para evitar temporadas de incompetencia decisiva en su breve historia, por eso la presencia de Cole aquí es justificada por haber sucedido en su temporada inaugural. Tuvo 399 apariciones en el plato en 1993 y sigue siendo el jugador de Colorado que más turnos tuvo sin conectar un solo jonrón. (Juan Pierre es el siguiente, con 219 turnos al bate en 2000.)

Clint Barmes, SS, 2006 (.220/2.64/.356, 7 HR en 478 turnos): Terminó octavo en la votación para novato del año en la temporada previa, y probablemente hubiese clasificado más alto si no se hubiese roto el cuello transportando carne de ciervo, un regalo de su compañero de equipo Todd Helton. Su siguiente temporada no fue del todo placentera, con solamente 22 boletos en 535 apariciones al plato, llevando a un OBP de .264. Eso fue, por lejos, la peor actuación de un jugador de los Rockies con al menos 300 turnos al plato.

Dodgers de Los Ángeles

Hideo Nomo, L, 2004 (4-11, 8.25 ERA, 84 IP, 105 H, 19 HR): Nomo salió a la lomita como lanzador inicial en 18 partidos para los Dodgers y logró completar salidas de calidad en solamente cuatro de esos encuentros. Recordemos que una "salida de calidad" es el mínimo absoluto que necesita un lanzador para mantener a su equipo en el partido: permitir tres carreras o menos en seis entradas lanzadas. En solamente dos de esas cuatro salidas de calidad Nomo pudo hacer algo más que el mínimo: dos veces permitió dos carreras en seis entradas. Tres veces permitió siete carreras. Dos veces permitió seis sin poder pasar de la segunda entrada. En toda la historia de la franquicia, incluso en sus años de Brooklyn, solamente un lanzador tuvo un ERA+ peor, y fue un jugador de 18 años de edad (Cal McLish en 1944).

John Shelby, JC, 1989 (.183/.237/.229, 1 HR, 12 RBI en 345 turnos): Shelby tuvo una temporada aceptable en 1987, llegando hasta a ajustarse a la despegada ofensiva que ocurrió ese año. Sin embargo, dos años más tarde se había transformado en esto: un bateador sin potencia y por debajo del promedio. Shelby bateó de .249 en 1989. Desafortunadamente, esas fueron las únicas bolas que pudo poner en juego (y solamente 13 de ellas fueron extrabases, unas 11 de ellas dobletes). En el otro cuarto de sus turnos simplemente se fue ponchado.

Andruw Jones

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¿Jones hizo swing sin pegarle a la bola otra vez?

Andruw Jones, JC, 2008 (.161/.261/.254, 3 HR, 14 RBI en 205 turnos): No íbamos a incluir a ninguna actuación de la temporada 2008 en esta encuesta, pero lo que Jones está haciendo actualmente es difícil de soslayar. Se ha dejado caer en mala forma, y los Dodgers han sido lo suficientemente tontos como para obviar eso y recompensarlo con un excelente contrato. Ha tenido poca actividad en agosto, por lo cual quizás no llegue al mínimo de 300 apariciones al plato que hemos puesto como condición previa, pero hay que admirar la exquisita depravación de la línea de .161/.261/.254 que ha acumulado hasta ahora.

Padres de San Diego

Bill Greif, L, 1972 (5-16, 5.60 ERA): A pesar de que los Padres no están pasando exactamente por una temporada de primer nivel, sus aficionados pueden contentarse con el hecho de que sus tres candidatos vienen de los años primordiales del equipo. Lanzando en un estadio hecho para los pitchers en una temporada casi tan infame por su falta de carreras como fue la de 1968, Greif se las arregló de todos modos para anotarse un ERA de 5.60. Tuvo marca de 4-15 como lanzador inicial, y tuvo el peor ERA+ en la historia de los Padres. En el lado positivo, ese año tenía solamente 22 años de edad y luego lanzaría mucho mejor al año siguiente, pero su remontada tuvo poca duración.

Dave Roberts, 3B, 1974 (.167/.246/.252, 5 HR, 18 RBI en 318 turnos al bate): Roberts había conectado 21 cuadrangulares en 1973, su segundo año en Grandes Ligas. Luego de eso, sin embargo, todo se tornó problemático. No logró conectar su primer cuadrangular de 1974 sino hasta el 13 de mayo en su 110ma aparición en la caja de bateo. Eso también marcó la última vez que su promedio de bateo superó los .200. En definitiva, experimentó una caída de .220 en su porcentaje de bateo acumulado del año previo, y sus días como jugador regular se terminaron a la edad de 23 años.

Cito Gaston, JC, 1969 (.230/.275/.309, 2 HR, 28 RBI en 391 turnos): El futuro piloto de los Azulejos de los dos veces campeones de la Serie Mundial tuvo una buena carrera en las mayores. Ésta, su temporada de novato, no fue tan buena. Gaston llegó a San Diego desde ligas menores de Atlanta gracias al sorteo por la expansión de la liga, y había mostrado algo de potencia. Ese toque reaparecería en 1970, pero en 1969 apenas pudo conectar dos cuadrangulares en 419 turnos al bate. Nunca fue un gran defensor en el jardín central, y logró un promedio de bateo acumulado de .300. Su transformación en 1970 fue milagrosa, y alcanzó a ser incluido en el Equipo de las Estrellas. Sin embargo, en 1969 fue una de las razones principales por las cuales los Padres ganaron solamente 52 partidos.

Gigantes de San Francisco

Mark Davis, L, 1984 (5-17, 5.36 ERA, 174.2 entradas, 201 H, 25 HR): Durante un período especialmente duro, Davis permitió 10 carreras en cinco entradas el 7 de mayo, y luego no pudo retirar a un solo bateador en su siguiente salida. Fue enviado luego al bullpen, desde donde lanzó con suficiente solvencia como para ganarse el regreso a la rotación. Eso pareció funcionar durante un tiempo, y luego ya no funcionó. La carnicería comenzó de nuevo, y al final, Davis tuvo una marca de 5-17 con el peor ERA+ de Grandes Ligas.

Neifi Pérez, SS/2B, 2004 (.232/.276/.295, 4 HR en 381 turnos): La buena noticia para los fanáticos de los Gigantes es que encontrar jugadores de posición en esta encuesta no fue fácil. ¿Saben cuántos Gigantes están entre las peores 200 temporadas de VORP desde 1959? Correcto: ni uno solo. Podríamos señalar a Hal Lanier por su inexistente ofensiva durante la mayor parte de su carrera en San Francisco, pero para hacer eso deberíamos soslayar su gran tarea con el guante. En lugar de eso, buscamos a Pérez, cuya línea de .232/.276/.295 es, en un contexto histórico, peor de lo que Lanier hubiese podido soñar en la década de 1960. Eso lo terminó por sacar del equipo el 17 de agosto de ese año. Claro que, tal como dicta el destino en ocasiones, Pérez fue recogido por los Cachorros y bateó uno de los mejores promedios de su vida en las cinco semanas subsiguientes.

Ron Bryant, L, 1974 (3-15, 5.61 ERA, 126.2 entradas, 142 H, 68 BB, 75 ponches): El año anterior, Bryant había tenido marca de 24-12 y terminado tercero en la votación por el premio Cy Young. Sin embargo, el 15 de marzo de 1974 Bryant sufrió una lesión en un accidente en una piscina que le demandó 30 puntos de sutura y un viaje al hospital. No hizo su debut en 1974 hasta el 19° juego del equipo, y fue un partido duro. Las cosas se pusieron peor de ahí en adelante porque no pudo pasar de la primera entrada en cuatro ocasiones separadas. Tuvo el ERA más alto de las mayores ese año y su carrera, lamentablemente, pareció terminar en ese instante.