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Historias mínimas

Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

Wimbledon en colores

Una de las novedades que trajo consigo la gira de pasto fue el retorno de Victoria Azarenka, ausente desde Indian Wells por una lesión en el pie. Fueron largos meses de recuperación con base en Los Ángeles, pero continuos viajes a Nueva York y Alemania para nuevos tratamientos. En el medio, separación del estrafalario Redfoo (el mismo que quiso clasificar al US Open en 2013) y un espacio para la introspección: "Obviamente extrañé el tenis. Pero al mismo tiempo fue una etapa de aprendizaje. ¿Qué descubrí? Que amo pintar".

"Es algo que se me apareció de la nada y quise intentarlo. Siento que es la mejor manera que uno tiene de exteriorizar sus emociones", puntualizó la ex N°1 del mundo. Y para ilustrar el carácter netamente recreativo, recordó: "Cuando empecé, no se me ocurría qué pintar. Entonces me dejé llevar: usé mis manos y todos los colores que tenía. En vez de lavarme, me limpié sobre la remera que llevaba puesta. Después me olvidé del asunto y se secó, así que cuando salí de mi casa me encontré con gente que se sorprendía y me decía '¿De dónde sacaste esa remera? Es buenísima'".

"En la obra que había empezado en casa le dejé un rincón a cada uno de mis amigos, para que aportaran lo que quisieran. Es una manera de concentrar los pensamientos y las sensaciones de la gente que quiero y tenerlos siempre conmigo", cerró la anécdota la bielorrusa, que ya tiene a su curador de arte dentro del circuito: Ernests Gulbis.

"No tengo mucha cultura en materia artística. Ernests es un tipo muy inteligente y me contó un poco de la historia del arte, del impresionismo, de los cuadrados negros, de los movimientos que buscaron reinventar todo". Gulbis amplió la escena: "Mi familia tiene una colección personal, mi padre ha hecho mucho por el arte local. Vika me explicó de su acercamiento a la pintura y hablamos un rato. Fue una charla muy agradable". ¿El contexto? "Una linda cena. Somos viejos amigos, nos conocemos hace tiempo. También hablamos de temas mucho más interesantes, pero eso ya queda entre nosotros...".

Rituales de bienvenida
Aljaz Bedene nació en Eslovenia hace 24 años, pero desde 2008 vive en Inglaterra y, por estos días, se encuentra tramitando el pasaporte británico, con una fuerte polémica deportiva en torno a su decisión: la Copa Davis. El ahora 140° de la ATP (llegó a estar 71° en 2013) ya jugó tres series para su país de origen, pero si recibe la aprobación burocrática estará en condiciones de hacerlo bajo nueva bandera, erigiéndose como nuevo N°1 del pelotón nacional que escolta a Andy Murray.

El primero en dejar claro su descontento fue Dan Evans, vital para la vuelta del equipo al Grupo Mundial, el año pasado: "No tengo nada contra él. Simplemente es algo que yo no haría. Mucha gente cambia su nacionalidad. Pero haber ya jugado para otro país... es extraño. No creo que sea lo correcto".

"James [Ward] y yo hemos hecho un trabajo más que decente cubriendo a Andy en la Davis -siguió-. Pero igual no tiene que ver con eso. Aun en el caso de que yo no hubiera ganado un solo partido, igual creo que no debería jugar. Digo, ni siquiera habla con acento inglés...".

Ward no quiso enredarse en el debate ("No soy yo quien debe opinar al respecto") y el propio Murray mantuvo un discurso protocolar: "No es algo que me preocupe. Las reglas están allí, yo no hago las hago". Pero Daniel Cox, hoy cuarta raqueta nacional (214°) y compañero de Bedene en la Gosling Tennis Academy, se corrió hacia el otro extremo, ejerciendo casi una defensa pública:

"Lo conozco desde que somos juniors. Ha vivido aquí por mucho tiempo, habla el idioma a la perfección. En la Academia siempre ayuda a los otros jugadores, incluso a los más chicos. Es una gran persona", ponderó Cox. Y subrayó: "Entiendo las críticas, pero está contemplado y pasa en todos los deportes. Yo no veo el problema. ¿Qué puede haber de negativo en tener más jugadores disponibles para el equipo?".

Un mundo sin umpires
"Desháganse de los árbitros y jueces de línea. Pongan ojo de halcón en todas las canchas y que los jugadores sean los que decidan si una pelota entró o no". Esta sería más o menos la premisa detrás de la propuesta, medio en broma, medio en serio, que John McEnroe lanzó en la previa de Wimbledon, a tono con sus duras declaraciones sobre el actual circuito de dobles, algunos meses atrás.

Pero lo cierto es que hace pocas semanas el propio Rafael Nadal caminó por una crítica parecida. En su caso, con la célebre regla de 25 como motor: "¿Por qué no poner un reloj en la cancha y dejar de lado al juez, si no entienden el juego?".

En Londres, no hubo adhesión: "Con el ojo de halcón podría funcionar, pero creo que siempre va a hacer falta un tercero", opuso Murray. Gulbis tampoco apoyó la idea, luego de un largo monólogo sobre lo necesario que sí sería deshacerse de los "vampiros" del tenis (cierto círculo de "chupasangres" que rodea al jugador de elite), preso de una confusión inicial entre el sonido de "umpires" y "vampires". Pero el más visceral en su postura fue Tomas Berdych, afectado por una experiencia peculiar en su partido de primera ronda ante Victor Hanescu:

"Después de lo que me tocó pasar allí, no creo que esto sea una buena opción. Quiero decir: hubo una jugada donde el árbitro directamente le preguntó si había tocado la pelota. Él dijo que no, pero fue muy claro que sí lo había hecho. Se escuchó el contacto, incluso. Así que ahí ya tienes un caso donde no habría justicia".

La anti-cábala no funciona contra Nadal
MonteCarlo 2013. Marinko Matosevic estaba contrariado. El australiano sufría la intensidad de Rafael Nadal, se sentía superado y no tenía plan B más que desacomodar las botellas que religiosamente ubica el español al lado de su silla. Conclusión: cayó 6-1 y 6-2.

Wimbledon 2014. Mismo plan. Lukas Rosol, acostumbrado a ganarle a Nadal en Wimbledon (lo hizo una sola vez pero generando un inolvidable ruido en la edición 2012) buscaba repetir este año. Pero se sentía superado. En ese contexto, no se le ocurrió otra cosa que esperar a que Nadal se pare luego de un descanso y cruce la cancha, listo para retomar el juego para repetir la dosis de Matosevic: disimuladamente, con la punta de su raqueta, volteó una de las botellas del español.

Ya en conferencia de prensa, más allá de cábalas, el checo asumió un cambio de táctica del número uno del mundo que revirtió el encuentro, luego de ceder el primer set: "No quiero decir qué hizo. No quiero responder a esta pregunta. Para el próximo partido, tengo que trabajar en ello. Él cambió y no tuve reacción. Para el próximo partido, cuando lo enfrente, voy a hacer algo especial". Todo indica que irá más allá de la botella de Nadal...

Virtual Tennis II
Segundo partido de Jerzy Janowicz ante Somdev Devvarman. Segundo en Grand Slam. Segundo a cinco sets. Y segunda conferencia post partido fuera de lo común. En 2013, tras su victoria en el US Open, la charla había girado en torno a la polémica que hubo durante el duelo; ahora, la conversación, por la intención del polaco, se dirigió hacia los video juegos. ¿Quién dijo que las segundas partes no son buenas?

Cansado por estar en cancha durante más de tres horas ante el indio, Janowicz bajó la intensidad por completo en la conferencia. A tal punto que pasó a responder con pocas palabras. Sin embargo, no perdió la espontaneidad que suele regalar dentro de la pista. Los últimos doce meses del polaco no fueron buenos, con relación a las expectativas generadas tras estar entre los mejores cuatro de Wimbledon. Apenas una semifinal. Y ante una consulta del corresponsal del New York Times sobre qué fue lo más difícil que le tocó vivir en este tiempo, el N°25 del mundo hizo de las suyas. "Cayó mi nivel en el campo de batalla (battlefield, en inglés), soltó.

El periodista intentó que Janowicz se explayara más sobre la cuestión. Buscó la razón del porqué de la merma de su rendimiento. Y ahí la sorpresa. "Tengo un índice de muerte más alto". Atónitos, todos. ¿Cómo en un video juego?, le consultaron. Respuesta afirmativa del polaco con un simple monosílabo. ¿Tenés un video juego preferido?, continuaron desde el lado de la prensa. "Sí, el battlefield".

La tradición no se rompe
Se sabe que en Wimbledon son estrictos con los colores, a tal punto de que controlan y dan el visto bueno de las prendas más de dos meses antes. Blanco, blanco y blanco. Los espacios para los detalles de distintos tonos son escasos. Y los jueces son los encargados de que esta línea se lleve a cabo en el All England Club. El año pasado hubo algunos casos llamativos, como el pedido de una modificación por una suela de zapatilla naranja. Ahora fueron más allá.

En su duelo de dobles de la primera ronda, Marc López recibió un llamado de atención por tener puestos ¡calzoncillos negros! El umpire le explicó que no podía jugar de esa manera, ante la incrédula mirada de su compañero Marcel Granollers. Y también de los rivales, los rumanos Marin Draganja y Florin Mergea.

Finalmente, luego de conversar y llegar a un punto razonable, el español recibió el permiso para jugar sin necesidad de tener que ir a cambiarse al vestuario. Fue victoria en cinco sets y pase a segunda ronda. Eso sí, le pidieron que para la continuidad del certamen use ropa interior blanca. La tradición no se rompe, ni siquiera en los calzoncillos.