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Historias mínimas

Comenzó la temporada 2013 y con ella los grandes triunfos, resultados y revelaciones. Pero detrás de los titulares, hubo tiempo para otras historias. Aquí, un breve paseo por alguna de esas curiosidades que sobrevolaron las primera semana del año.

Serena: emoción olímpica, sueño y aburrimiento
La menor de las Williams repetía en Brisbane que uno de sus objetivos a futuro era llegar en buena forma a los Juegos de Río 2016. Y, hablando de los atletas que la inspiran (mencionó, claro, a Michael Phelps, a Usain Bolt), buscó un guiño cómplice con la prensa local: "Honestamente, me conmoví hasta las lágrimas con el corredor australiano. No tenía piernas...". "Sudafricano", la interrumpieron". "Oh. Bueno, mismos colores. Casi", aclaró. Y cerró el concepto: "Fue muy inspirador. Allí estaba yo, viendo la competencia, con mis piernas perfectamente sanas, él corriendo. Fue como plantearme: "¿De qué me quejo yo?"".

En otro encuentro con la prensa, más adelante en la semana y ya avanzada en el torneo, Serena revelaba que estaba con serios problemas de sueño, producto de los viajes y la diferencia horaria. "Ya no sé si estoy en Florida, en Mauricio o en Brasil", bromeaba. "Cuando estoy despierta, estoy bien; pero en este momento estoy en estado nocturno", agregaba, en plena conferencia. Y en ese estado de vigilia, nada podía pensar en hacer para distraerse fuera del court: "Yo solía ser divertida, no sé qué me pasó. Para pasar un buen rato, llamen a Serena, no a esto que soy hoy". Mucho no afectarían su juego el sueño y el aburrimiento, ya que la N°3 del mundo arrasó en su primer torneo de 2013 y sumó otro título más a su colección.

Stosur y el drama de jugar en casa
La N°9 del mundo comenzó con el pie izquierdo su año, acrecentando el maleficio que carga sobre ella en tierra australiana. El año pasado, Stosur llegaba a Melbourne Park -donde nunca pasó de octavos de final- como la flamante campeona del US Open, pero se despidió en primera ronda ante la rumana Sorana Cirstea. En 2013, arribará al primer Major de la temporada sin victorias en su puesta a punto. "Sé que entrar en pánico no ayuda a nadie a conseguir un buen resultado. No hay un polvo mágico que vaya a cambiar algo de la noche a la mañana. No soy la primera jugadora en tener un Grand Slam en su país y no rendir bien", se lamentó Stosur.

En su respaldo y, como una suerte de consejeros, salieron dos tenistas que saben lo que es lidiar con esa presión de la localía y los torneos grandes: Lleyton Hewitt y el paradigma de los últimos años, Andy Murray. "Es una situación de mucho nervios, pero esa adrenalina es lo que saca lo mejor de uno. Sam tiene que pasar este momento difícil. Se está cavando un pozo del que es difícil salir, pero la clave para solucionarlo está dentro de cada uno", planteó el australiano, finalista en casa en 2005. El escocés fue más directo: "Que se olvide de todo y de todos; que sea extremadamente egoísta las próximas semanas. Uno necesita meterse en una pequeña burbuja, manejar su energía, sus sentimientos y concentrarse solo en su juego. Yo no leo diarios, no veo la televisión, no lo veo para nada beneficioso. A veces leer algo negativo puede motivarte, pero que todos te digan "Este es tu año, puedes ganar" no creo que ayude. Ella nunca jugó su mejor tenis en Australia, pero lo hizo excelentemente en cualquier otro lado. Se está poniendo demasiada presión, es una gran jugadora".

Agua, tornado y agujero: el caso Ferrer
Una de las historias más insólitas de la semana fue sin dudas el agujero que se formó en pleno court central del ATP de Doha. Allí, David Ferrer y el alemán Brown se enfrentaban en primera ronda cuando la rotura de un pedazo de pista obligó a demorar el juego por una hora. "Nunca me había pasado algo así, aunque me hizo acordar al US Open". ¿Por qué el recuerdo del español? Porque no es la primera vez que debe atravesar una situación así de curiosa en un partido.

En 2011, disputaba octavos de final ante Roddick en Nueva York, cuando la lluvia entró en escena y dejó marcas imborrables. Literalmente. El campo de juego
-que había sufrido severas precipitaciones en toda la semana- no se recuperó a tiempo y, tras innumerables idas y vueltas, el partido se pasó del Louis Armstrong (con capacidad para 10 mil espectadores) a la Cancha 13, con espacio para 580 personas. Pero el historial "caótico" de Ferrer no termina allí, ya que al año siguiente, en su vuelta a Flushing Meadows, vería cómo su semifinal ante Novak Djokovic se supendía por una alerta de tornado luego de un set donde el gran protagonista había sido, claro, el viento.

Tsurenko, una perdedora muy afortunada
Tras la baja de Maria Sharapova, la ucraniana Lesia Tsurenko ingresó al cuadro principal de Brisbane en condición de "Lucky Loser", pasando de no jugar el torneo a arrancarlo directamente en segunda ronda, gracias a la preclasificación de la rusa, que tenía libre ("Bye") en el debut. De esta manera, con varios días de descanso desde su último juego en la Qualy, Tsurenko pudo con la local Jarmila Gadjosova, que había dado el golpe ante Vinci en primera ronda, y se metió en cuartos de final.

La australiana, contrariada por esta curiosa -pero reglamentaria- situación, se despachó en la conferencia: "La verdad que la regla es chistosa...una perdedora afortunada logra pasar directamente a segunda ronda. Es un poco injusto. Pero bueno, se ve que es una perdedora realmente afortunada". Esta situación, por peculiar que resulte, es común en el circuito en casos donde el "Bye" beneficia a los favoritos. Sin ir más lejos, en el último Masters de París, la baja de Roger Federer con el cuadro ya armado permitió el ingreso del rumano Victor Hanescu, también, claro, directamente en segunda ronda. Un debate que siempre ofrece nuevos capítulos.

"Soy negro, por eso sudo mucho"
La ATP había anunciado para el inicio de esta temporada la puesta en práctica de nuevas reglas: entre ellas, la que impulsa un estricto control en el tiempo entre punto y punto, tanto para quien saca como para quien recibe. La normativa fue recibida de manera diversa por los jugadores, pero el abanderado de la discordia fue sin dudas el francés Gael Monfils. "Soy negro, por eso sudo mucho", le explicaba el francés al umpire, mientras a su advertencia por exceder los 25 segundos le seguía más de un minuto de protesta. "No estoy en desacuerdo con la regla, pero si me voy a secar las manos y se hacen 26 segundos, discúlpame, pero no es el fin del mundo", agregaría en rueda de prensa.

Otro francés contrariado con el cambio fue Richard Gasquet: "Es muy difícil jugar así. Con Zemlja el otro día tuvimos rallies increíbles y 25 segundos para recuperarte después de eso no es suficiente para mí. 30 estaría mejor". Y un interesante aporte a la discusión fue el de Andy Murray, que se mostró de acuerdo con ser más estrictos en el control del tiempo, pero explicitó sus recaudos y deslizó que no todo vale en nombre del espectáculo: "En primer lugar, creo que deberían aumentar el tiempo; 25 segundos se van muy rápido. Por otro lado, nos dicen que la decisión se tomó por la final de Australia del año pasado y yo creo que todos coincidimos en que fue un verdadero clásico. Y hoy por hoy, ante cada demora en un torneo, la misma televisión es la que pone ese partido...".