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Para Cuevas: "París será un premio"

Getty Images

BUENOS AIRES -- Se viven semanas raras en el cuerpo de Pablo Cuevas. Después de dos años, entrena en la capital argentina pensando en qué tiene que mejorar entre una gira que pasó y otra que está por venir. Lejos en el tiempo está su lugar en el top 50 pero también sus dudas sobre el regreso.

En el medio pasaron lesiones en la rodilla derecha, dos operaciones y mucha incertidumbre del mejor tenista uruguayo en los últimos 15 años. "No es que me quería guardar información. No tenía la respuesta. Ni yo ni los médicos. Era duro. Cuando me lesioné hace dos años pensaba que en el peor de los casos me perdía Wimbledon y que podía llegar a jugar Copa Davis, estaba ilusionado. Después pensaba en los Juegos Olímpicos. Habérmelos perdido fue lo más duro", confiesa quien antes del parate ya acumulaba cinco semifinales ATP.

Tres meses con muletas, sin apoyar el pie, obligaban a bajar la ansiedad: "Fui dándome cuenta de que era grave el tema. Un golpe duro fue después de la primera operación: ya estaba entrenando y me tuve que operar otra vez. En ese momento ya sabía que no iba a tardar menos de 6 meses... al final pasaron 11 más. Ya lo tenía en la cabeza pero no sabía si iba a volver a jugar".

Primero, Cuevas sufrió de osteocondritis que le provocó inflación y además dolor en su rodilla. Después, nunca supo si sufrió un infarto en el hueso o si esa segunda lesión se produjo cuando empezó aquellos entrenamientos. Datos inexactos que no hicieron mermar sus fuerzas: "Uno de los motivos que me tuvo con ganas de volver es que me quedé con la sensación de que tenía más para dar. Ayudó mucho que cuando paré estaba ganando buenos partidos".

Por eso, es imposible comparar sus vivencias con el comienzo de una nueva carrera tenística, con las inseguridades que eso conlleva: "Ya había recorrido el camino. No es lo mismo que a los 15, 16 años, cuando sos más inconsciente y con tiempo de intentarlo. Ahora sabía cómo hacerlo. Por otro lado, por lo general, cuando uno se lesiona, antes empieza a perder partidos. En mi caso fue atípico, venía subiendo y en mi mejor momento. De hecho, sin jugar, mantuve mi ranking por tres meses. El haberme lesionado en el mejor momento me hizo mantener ese último recuerdo y esa confianza". No le falta razón a quien había vencido a Andy Roddick en sets corridos dos meses antes en el Masters 1000 de Miami.

Orgullo rioplatense, es hijo de Gabriel, un argentino de Concordia, y de Lucila, una uruguaya de Salto, y nació en aquella ciudad entrerriana minutos después de que la familia festejara el año nuevo de 1986... en Salto. Su familia vive en Uruguay, país que representa, pero vive en Buenos Aires (por estas horas pasa sus días entrenando en el Vilas Club y en el Buenos Aires Lawn Tennis Club) y es hincha de Independiente, aunque simpatiza por Peñarol. "En estos dos años estuve más tiempo en mi casa que en toda mi vida, por eso volveré recién después de Roland Garros".

Finalmente, el regreso tuvo su fecha. El 16 de abril, en la cancha central del Tenis Clube de Santos, las placas del tablero decían "Pablo Cuevas" y "Matteo Viola". Y fue victoria, en tres sets, ante el italiano que se encuentra entre los 130 primeros del mundo: "En cuanto al nivel de tenis me sorprendí para bien", afirma haciendo un balance de los cinco partidos disputados en tierras brasileñas ya que, luego de alcanzar la segunda ronda, sumó cuartos de final en San Pablo. "Pero me faltaba aire. Venía entrenándome dos horas por día y el primer partido duró dos horas y media donde, además, había una carga de tensión por ser el esperado debut. Volví dolorido de todos lados, pero contento porque la rodilla respondió bien".

A sus 27 años, vivió las mejores sensaciones de un veterano: "En esta gira estaba contento, no me quejé de nada. Ni de comidas, pelotas o canchas. Esta vez quedaron de lado. Ojalá desaparezcan para siempre. Por estos primeros meses no tengo nada de qué quejarme. Lo disfruto". Dejó de lado los disgustos típicos del circuito, mientras recibía los saludos de sus colegas: "Los más allegados me felicitaron. Se les veía mucha alegría en la cara, como si hubieran pensado que no iba a poder volver. Estaban contentos. En algún momento se me pasó por la cabeza que podía no quedar bien pero nunca dejé de trabajar".

Ahora se vienen momentos más agradables para quien siempre tuvo a Gastón Gaudio como referente. De revés a una mano como el campeón de Roland Garros 2004, el rioplatense cuenta con 12 meses para utilizar su ranking protegido en 12 torneos. Después de jugar en el ATP de Niza (parte desde la clasificación), el primero lo usará en Roland Garros, donde se consagró campeón en dobles en 2008 y se lesionó en aquel 2011. Hasta allí viajará con Alberto Luli Mancini como entrenador, con quien ya había trabajado durante la recuperacíon: "Hoy pienso en todo lo que remé para estar jugando. Ir a París será un premio a esa lucha. Me va a gustar estar ahí. Obviamente que no llego con la preparación que me hubiese gustado pero sí para intentar ganar algunos partidos. Varias veces llegué preparado y con ilusión. Este año no voy pensando en los puntos o en las rondas. Quiero volver a disfrutar estar en un torneo grande. Es el que más me gusta. No me lo quería perder".

¿Y después de Roland Garros? "A Wimbledon no voy a ir. Fui una vez y me gustó pero en donde más puntos podría sumar es en la gira posterior de polvo de ladrillo donde sí usaré el ranking protegido. El resto depende de cómo me vaya sintiendo. Me gustaría jugar los Masters 1000 y otros torneos grandes pero depende de los resultados. Hoy lo veo un poco lejos a eso. A Roland Garros voy como si fuera un premio. Pero después de meterme entre los 50, mi idea era consolidarme dentro de los 30 mejores. Trataré de sumar puntos y pensar que de a poco tengo que poner la cabeza en sumar porque el ranking protegido en algún momento se va a terminar".