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Historias mínimas

BUENOS AIRES -- Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

Roger Federer: rebeldía, carácter y disciplina
Los tiempos lo han hecho cambiar, mutar, madurar. Ese jugador efusivo y señalado en sus épocas de junior -inclusive en su inicio en el circuito- ha quedado bien en el olvido. Hoy, a los 32 años, Roger Federer camina desde hace un largo tiempo con el mote bien ganado de ser un verdadero caballero dentro de las canchas. "Yo estaba buscando la perfección, por eso reaccionaba de manera impulsiva e irritada. Era una forma de un carácter fuerte".

Sin embargo, la disciplina siempre lo acompañó. Y eso le marcó el camino correcto. "Cuando mis padres me decían que a la medianoche debía volver a casa, yo retornaba a tiempo. Y si lo hacía diez minutos más tarde, llamaba. Si se puede decir, yo ya era un profesional", comentó Federer, en una extensa entrevista con Annabelle, una tradicional revista femenina suiza de más de 75 años que no suele tener hombres en la portada.

"Mi fase rebelde se basaba más bien en el tenis y en el look, con pelo largo rubio o rojo, con o sin barba, pero siempre supe lo que quería", resaltó Federer, quien tenía como cable a tierra a la potencia musical. "Me gustaba el rock duro, AC/DC o Metallica. Mi antiguo entrenador, Peter Lundgren, me había acercado a ese estilo de bandas", apostilló, quien, con los años, si bien no abandonó esos gustos, amplió el espectro: "Ahora me gusta todo, desde el jazz hasta lo que pasan en la radio".

En la cancha, claramente, el suizo ha logrado controlar sus emociones. Sin embargo, afuera, a veces le cuesta: "Cuando veo un partido de fútbol del Basilea o, mismo, el encuentro de Stanislas Wawrinka ante Novak Djokovic en el Abierto de Australia, me la paso corriendo por la habitación; salto, me paro, me siento, caigo de rodillas, me siento de nuevo...". Roger, siempre Roger.

Una cuestión de actitud
"En la pista doy espectáculo, entretenimiento; si no todo sería muy aburrido". Detrás del título, no es difícil imaginarlo, se erige Ernests Gulbis. Y con sus declaraciones a la web oficial del ATP de Barcelona, una nueva declaración de principios: "No tiro pelotas fuera, son solo emociones. No las puedo ni quiero controlar. No lo hago faltando el respeto al público o a mi rival. Creo que a la mayoría de los espectadores les gusta y otros creen que soy un arrogante o que soy agresivo, pero es problema de ellos".

Comprendido el vínculo con el público. ¿Y con la prensa? "En general me llevo bien. Simplemente no hablo con la de mi país, pero es que solo escribe mierda. Los periodistas dicen lo que les da la gana. Si publican algo que no acepto, se los digo y ya no hablo más con ellos. Yo soy honesto...".

Último punto: ¿Relación con los otros jugadores? "Me llevo bien con la mayoría, salvo algunas excepciones. Igual no me interesa [cómo les vaya]. Solo a Dominic Thiem, con quien comparto entrenador y nos entendemos perfectamente. Por cierto, el otro día rompió una raqueta. Me puso orgulloso, aunque no lo hizo todo lo bien que debía. Tengo que enseñarle", sonrió el letón, poniéndose a tono con Andy Murray y su "manual para matar a una raqueta".

En el final, Gulbis desestimó la invencibilidad de Nadal, hombre record del torneo ("con mi mejor tenis le gano"), y siguió marcando distancias: "¿Cómo te has sentido en Barcelona? La mayoría de los tenistas dicen sentirse como en casa...", le preguntaron. "Me encanta este club y mi hermana ha estado entrenándose aquí, pero no, no puedo decir que me siento como en casa. Recuerde: soy honesto...".

Quimera copera, sin fronteras
No todo se reduce a la presencia o no de las estrellas, los problemas de calendario o trampas con las superficies que data desde sus comienzos. La Copa Davis tiene historias mágicas.

Un caso se dio este fin de semana. Sí, hubo acción en el Grupo II de Asia/Oceania y con un protagonista que resaltaba: el español David Catalá que, por primera vez, formó parte del equipo de Hong Kong. Nacido en Tarragona hace 25 años, es entrenador en la federación de tenis de ese país hace más de dos años pero su rendimiento en la cancha le hizo ganarse un lugar a pesar de haber dejado el tenis a los 18 años: "Mi familia no tenía dinero. El tenis, por desgracia, es un deporte muy caro. Necesitas 30.000 ó 40.000 euros cada año sabiendo que ese dinero lo pierdes", le explicaba a Mundo Deportivo.

El duelo era complejo: viajar a Jakarta para buscar vencer a Indonesia y mantenerse en la categoría. "Fue un poco por casualidad. Comenté que me gustaría salir al extranjero para sumar experiencia y crecer como persona. Y tenía allí a dos amigos trabajando para la federación. Hubo una vacante tres meses después, el director les pidió opinión sobre mí y aquí estoy", cuenta sobre su arribo como entrenador, siendo testigo de que el desarrollo del tenis asiático se está dando hace tiempo.

Este fin de semana, el desenlace fue triste: Hong Kong perdió la serie 3-1 y David tuvo su chance en el quinto punto: cedía 6-1 y 4-1 cuando el encuentro se canceló por lluvia... Quizás en tercera división continental tenga otra chance.

El duelo de primera ronda que se jugó en semifinales
"Es mejor que Ana (Ivanovic) y yo nos enfrentemos ahora debido a que una de nosotras va a estar en la final. Es genial para nuestro país". La frase de Jelena Jankovic, tras su victoria ante Alysa Kleybanova, parece no decir mucho, más allá de que podría desembocar en un malentendido por no querar estar en la definición junto a su compatriota. No obstante, tiene una historia detrás: las serbias se tendrían que haber eliminado antes.

Día de sorteo del cuadro principal. Todas las miradas, a un duelo. El gran duelo de primera ronda. Dos exnúmero uno del mundo y de buena temporada, frente a frente en el inicio del WTA de Stuttgart: Jelena Jankovic vs. Ana Ivanovic. Sin embargo, el azar les dio un guiño.

La eslovaca Dominika Cibulkova terminó su participación en Kuala Lumpur con un dolor en un talón y decidió bajarse del torneo alemán el lunes, horas antes del inicio del cuadro principal. Con su ausencia, reubicación para las preclasificadas. E Ivanovic pasó a estar en la siembra, como número nueve. Entonces, se frustró el duodécimo choque entre las serbias.

Pero por unas rondas, porque el destino -y su buen nivel- quiso que Ivanovic y Jankovic se vieran las caras en Stuttgart. Ambas avanzaron por sus llaves y se cruzaron en semifinales, donde la ganadora de Roland Garros 2008 se impuso, tras un cuarto match point, por 6-3 y 7-5 y extendió su supremacía en el historial (12-3). "Definitivamente me siento aliviada. El último game fue un drama", señaló Ana, tras la victoria.

No hubo final feliz para las serbias, de todas maneras, ya que Ivanovic dejó correr una buena ventaja (6-4 y 3-1) en la final ante Maria Sharapova y cayó tres sets.

¿El heredero de Thomas Muster?
Dominic Thiem es el único Top 100 de 20 años o menos. Además, ante la ausencia de Bernard Tomic, fue el único sub 21 en formar parte del cuadro principal de Monte Carlo. Con esa falta de jugadores promesas y esos mojones llegó a Barcelona, donde disputó el Conde de Godó.

Para evitar el apremio, el austriaco tiene un cliché: "Yo digo que soy uno de los mayores entre los más jóvenes. El circuito es muy exigente. Con 17 años yo era un bebé y necesitaba estos años para crecer. Para mí, más que la presión del circuito está la presión de los agobios, de los viajes, de los cambios de clima... " cuenta quien está 70º en el ranking, lo mejor de su carrera y que esta semana descansa por una sencilla razón: fanático de Chelsea, viaja a Londres para ver el partido de vuelta de las semifinales de la Champions League ante Atlético Madrid.

Sin embargo, en la entrevista realizada para el diario oficial que se distribuyó en el torneo catalán, el nacido en Wiener Neustadt (a 45 km. de Viena) no evitó hablar sobre sus metas: "En el Abierto de Australia, tras la fase previa, pasé una ronda, así que mi objetivo va a ser pasar dos rondas en Roland Garros. Es un torneo que me encanta. La tierra allí es más rápida. Y allí quiero llegar muy lejos".

A pesar de haber sido finalista en Roland Garros como juvenil, sí se esconde a la comparación con Thomas Muster, el último gran jugador de polvo que dio Austria: "¡Bueno! Eso sería un paso muy grande. Me lo tomo como un honor, pero lo cierto es que ambos somos diferentes. Para empezar él es zurdo. Yo quiero dominar el partido, ganar puntos, me gusta presionar y no soy lo que se dice un especialista en la defensa. Soy evidentemente distinto". Por ser "joven", tajante y concreto.