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Marcelo Méndez buscará la Champions de vóley: su hijo Juan Manuel y Fede Baroni cuentan cómo es trabajar con el técnico del momento

Días atrás, la Confederación Europea de Vóleibol (CEV) publicó el Equipo de los Sueños elegidos por los fans en una votación vía web: el entrenador de ese All Star tuvo más votos que cualquiera de los jugadores preferidos por los aficionados. Ese hombre, Marcelo Méndez, buscará transformarse en el primer entrenador argentino en ganar la Champions League de vóleibol de Europa: será este domingo a las 11.00 (hora argentina), con transmisión de Star Plus.

¿Qué sabemos de Méndez? ¿Cuánto lo conocemos? Podemos, por supuesto, observar cuestiones obvias. La tranquilidad y la mesura al momento de dirigirse a sus jugadores: nada de gritos o gestos estridentes. La felicidad de los momentos consagratorios: viene de conquistar por segunda vez la Plus Liga de Polonia y ya lo vimos celebrando el bronce olímpico en Tokio 2020.

También se notan la reflexión y la pausa cuando aparece en los medios de comunicación: en esos diálogos suele destacar el poder de la construcción colectiva. En algunas de esas últimas entrevistas, el técnico de la Selección Argentina y del Jastrzebski Wegiel se jactó de trabajar con quien desea: está en un momento de su carrera en el que puede decidir cómo armar sus cuerpos técnicos. Y tiene vía libre para eso.

“Trabajar con Marcelo es una responsabilidad muy grande, porque él es en primer lugar autoexigente y luego es exigente con los demás: con quienes trabajamos con él y con los jugadores”, dice Federico Baroni, preparador físico de la celeste y blanca y del club polaco, en diálogo con ESPN. “Pero a su vez lo disfruto mucho. Tuve la suerte de construir una relación muy buena con Marcelo, tanto en lo laboral como en lo personal”, se regocija el PF.

“Más allá de que sea mi papá, es un motivo de orgullo trabajar con él. Estoy aprendiendo de uno de los mejores, sino el mejor de los entrenadores del mundo de este momento”, detalla Juan Manuel Méndez, uno de sus tres hijos, quien trabaja en el departamento de estadísticas del club polaco. “En lo que es pura y exclusivamente profesional, tanto en los entrenamientos, como en la preparación de los partidos y en la competencia, todo es una clase de vóley permanente. Una clase de vóley y de manejo de grupos”, agrega.

“La llegada a los jugadores es buenísima. Él no se muestra como un gran amigo ni trata de hacer bromas con ellos. Pero encuentra la forma de ser cercano y empático. Y en el manejo del grupo, siempre encuentra la palabra justa en el momento justo”, desmenuza Juan Manuel.

Esas palabras encastran de manera perfecta en lo que observa Baroni, quien no solo compartió estas dos temporadas en Polonia, sino un largo recorrido en Selección. “Marcelo no es un entrenador de hablar mucho. Pero cuando lo hace es muy claro y concreto. Tiene intervenciones muy precisas en cuanto a qué dice y en qué circunstancia lo dice”, argumenta.

“Tiene una gran capacidad para discernir qué cuestiones son realmente importantes para la gestión del equipo y cuáles no lo son”, lo elogia Baroni. “Si comparo entre la Selección y el club, puede que haya cambios de Marcelo respecto de las características y necesidades de los diferentes grupos. Pero él tiene un estilo de conducción definido y lo sostiene. Lo esencial no se modifica”, puntualiza.

El reloj interno, para manejar los tiempos de las prácticas o entrenamientos, es otra de las características que se destacan de Méndez: la experiencia, por supuesto, resulta fundamental.

“A mí me resulta apasionante cómo diseña y maneja los entrenamientos. Y cómo lleva el tiempo y el ritmo de esas prácticas. Nosotros usamos un sistema que se llama Catapult, que te va tirando informes, pero muchas veces él ni mira esos informes en tiempo real y sigue llevando bárbaro una práctica. Son cosas que te dan los años, y sobre todo los años a este nivel tan alto”, explica Juan Manuel Méndez.

“Del mismo modo, y ya hablando de vóley, hay cosas que a mí me lleva horas ver y que él, al momento de observar los videos, las mira y de una vez ya sabe lo que va a pasar, cuál es la tendencia. Quizás a mí me llevó un montón de horas, repetir imágenes varias veces, y mi papá ya intuye lo que va a pasar. Lo mismo sucede en los partidos: porque puede encontrarle la vuelta a una tendencia que venía totalmente en contra. Son cosas que aún me sorprenden”, explica.

Henrique, un brasileño para completar el cuartetazo

Si bien no es argentino, hay otro integrante de sangre sudamericana en el cuerpo técnico del Jastrzebski Wegiel: el brasileño Henrique Furtado, quien ya había trabajado con Méndez en el SADA Cruzeiro de Brasil, el equipo con el que el actual técnico de la Selección ganó tres Mundiales de Clubes.

“Henrique es el más argentino de todos los brasileños”, dice Baroni. “Y no habla castellano, ¡habla argentino! Ja. Y toma mate amargo, como corresponde, y come asado. Es una persona excepcional. Es una mezcla del ‘Gordo’ Ronaldo y Romario”, agrega Baroni.

Respecto de su tarea, el preparador físico destaca la confianza de Méndez sobre su trabajo y las nociones que posee el entrenador. “Marcelo siempre me demostró mucha confianza en lo que hago. Me siento muy seguro y respaldado trabajando con él. Además, tiene conocimientos interesantes sobre el entrenamiento de fuerza y se interesa por el monitoreo de la carga de entrenamiento y partidos que llevamos a cabo con el uso de GPS”, explica.

Los lazos entre los tres argentinos y Furtado son esenciales en la convivencia contidiana. “Por una cuestión idiomática muy simple hay más comunicación entre nosotros cuatro, más allá de que hay muy buena relación con todo el equipo y el cuerpo técnico”, dice Baroni.

Por supuesto, hay costumbres argentinas que se hacen carne, aunque el cuarto integrante del cuartetazo tenga sangre brasileña. “En los viajes, el mate es infaltable. Marcelo tiene un ‘kamado’ en su casa (vasija de barro o porcelana tradicional de China y Japón para utilizar como horno a leña o carbón) y a veces cocina y nos invita. ¡Y yo compré una parrilla! La tengo en el club y a veces, después de los entrenamientos, hacemos algún asadito”, puntualiza Baroni.

Independientemente de las costumbres, que se repiten y otorgan pertenencia y buenos momentos, el trabajo es muy intenso. A veces no alcanzan las horas.

Antes de aterrizar en Turquía para la Súper Final de la Champions, Méndez no solo estuvo atento a la serie final de la Plus Liga y a la finalísima del máximo torneo continental: en Argentina, la Selección ya comenzó los entrenamientos y el cuerpo técnico le envía informes y videos para que el entrenador pueda observar el día a día.

“Laburar en la Plus Liga, la liga polaca, es hermoso. Para mí hoy es la mejor liga del mundo, la más fuerte. Son 16 equipos y todos están armadísimos ‘hasta los dientes’. Por ejemplo, Slepsk Malow Suwalki, el equipo de Mati Sánchez y Joaco Gallego, tiene un muy buen plantel y ni siquiera clasificó a los playoffs. En marzo jugamos contra ellos y ganamos ‘cortando clavos’ en tie-break”, explica Méndez. “Ese nivel de exigencia te pone al máximo en todo momento”, amplía.

Para bien o para mal, la pasión sudamericana está en el ADN de los argentinos de cualquier deporte: sean jugadores o integrantes de un cuerpo técnico. “¡Cómo lo vivimos y lo sufrimos nosotros no tiene comparación! Los polacos y los europeos lo viven a su manera, pero nosotros tenemos cosas que nos hacen únicos”, arranca Méndez. Hasta las cábalas son inexplicables. “Por ahí estamos 20-15 en el último set y la gente se empieza a parar. Inclusive la misma gente que trabaja con nosotros. Y con Fede nos miramos y decimos: ‘¡Siéntense, por el amor de Dios! No se mueva nadie hasta el punto 25”, enfatiza Méndez.

El domingo 5 a las 11.00, Jastrzebski Wegiel saldrá a hacer historia. Marcelo Méndez y su equipo de trabajo, con dos argentinos y un brasileño de corazones que laten a mil, buscarán subirse a la montaña más alta de Europa: la Champions League. Del otro lado de la red estará Itas Trentino de Italia. El cuarteto sudamericano del equipo polaco sueña con repetir las fotos y videos e las celebraciones del último domingo, cuando cantaron “bis” en la Plus Liga. ¡Que así sea!