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Jonah Lomu: El gigante que cambió al rugby para siempre

MIAMI -- Cuando hablamos sobre nombrar al "Mejor Atleta de Todos los Tiempos" sabemos que es una misión subjetiva durante la cual es imposible conseguir un consenso unánime, pero en lo que sí creo que todos podemos estar de acuerdo es que aquellos considerados para este singular honor deben haber revolucionado a su deporte, cambiándolo para bien y para siempre.

Bueno, en ese caso no cabe duda de que el neozelandés Jonah Lomu es un digno candidato, ya que su legado como leyenda del rugby mundial es indeleble.

Lomu murió a los 40 años de edad en diciembre del año pasado por complicaciones de una enfermedad del hígado que arrastraba desde joven, pero su genialidad no tenía límites e iba más allá de sus récords mundialistas con los All Blacks. En pocas palabras, él redefinió lo que un solo jugador era capaz de hacer en una cancha e hizo que mis amigos y yo quisiéramos jugar al rugby en Argentina de la misma manera que niños alrededor del mundo lo querían imitar desde Nueva Zelanda a la Antártida.

O como dicen en este tuit en su honor, “el rugby que juegan en el cielo se acaba de hacer más rudo”.

¿Acaso es posible ser dominante y venerado universalmente a la misma vez? Si alguna viste jugar a Lomu, entonces sabes que sí lo es.

Si estás en Estados Unidos y no sigues mucho al rugby o su historia, imagínate a un camión con la agresividad de Barry Sanders como corredor, la potencia de LeBron James y la agilidad de Wayne Gretzky.

Si estás en otro rincón del mundo, pero el fútbol es tu única obsesión, imagínate tener que tacklear a Lionel Messi como una fuerza imparable de 1.96 metros de altura y 119 kilos de peso que podía correr con la velocidad de un corredor olímpico sin protección alguna (100 metros en 10.8 segundos). No hace falta que te diga que nueve de cada 10 veces vas a terminar comiendo pasto.

En la otra, él te pasó y ni siquiera lo pudiste tocar antes de que él anote uno de los 37 tries de su carrera. Literalmente todo el mundo lo sufrió excepto Sudáfrica y Gales, pero su víctima predilecta era Inglaterra con ocho anotaciones en siete partidos.

Los primeros tres tries de su recorrido con la selección nacional fueron en el Mundial de Sudáfrica en 1995, el cual fue obtenido por aquellos Springboks que lograron unir a un país entero dividido por el apartheid. Lomu también puso su granito de arena en aquel entonces, ya que su forma de jugar lo convirtió en ídolo de todos más allá de su nacionalidad o el color de su piel.

Cuando los All Blacks contaban con Lomu en la alineación titular, su tradicional "Haka" antes de cada partido era más que un grito de guerra que te ponía los pelos de punta… era una declaración de que si eras su rival, el verdadero infierno iba a estar en la tierra misma durante los próximos 80 minutos.

¿Saben quién cuenta con el récord absoluto de tries en un mismo Mundial? Jonah Lomu, con ocho en 1999. El neozelandés Julian Savea y sudafricano Bryan Habana igualaron aquella marca en 2007 y 2015, respectivamente, pero esta nunca fue superada. Al mismo tiempo, Lomu está segundo en esta categoría con siete en la Copa del Mundo de 1995, algo que nadie más puede decir.

Lomu también comparte la distinción de contar con la mayor cantidad de tries en la historia de los mundiales junto a Habana, con un total de 15. Sin embargo, lo que a Habana le tomó tres torneos conseguir entre 2007 y 2015, Lomu lo consiguió en solamente dos.

Es más, contra Italia en el Mundial de 1995 él anotó uno de esos tries que lo catapultaron al súper estrellato.

Lomu le roba la pelota a un jugador italiano, está de espaldas y lo intentan derribar, pero él se da vuelta y se lo saca de encima como si nada. Luego viene otro rival y lo intenta derribar desde atrás, hasta le jala la camiseta casi arrancándosela, pero Lomu sigue con una determinación incontenible de anotar. Dos italianos más se lanzan hacia él y rebotan como tú o yo rebotaríamos tratando de agarrar a una pared de ladrillos, hasta que finalmente anotó el décimo try de su carrera.

De Lomu tengo un recuerdo muy particular grabado en la mente. Era el 1 de diciembre de 2001 y los All Blacks jugaban contra Los Pumas en Argentina frente a un Estadio Monumental colmado por 75 mil personas. Yo estaba pegado a la TV postergando estudiar para el examen final de matemática a los 14 años de edad.

El reloj marcaba los 27 minutos del primer tiempo y Los Pumas ganaban por 7-3 con una defensa férrea. Nueva Zelanda no la podía penetrar de ninguna manera hasta que Lomu dijo “basta”, recibió al balón por la derecha y corrió como 30 metros sin pasarle el balón a nadie, sacándose a cuatro Pumas de encima en el camino.

Los All Blacks ganaron aquel partido por 24-20, pero el dramático try ganador en tiempo de descuento no hubiera sido posible sin aquel esfuerzo anterior de Lomu, quien había roto 40 millones de corazones argentinos, pero se llevó un aplauso repleto de admiración de todos modos.

Aquel fue el try número 34 de su distinguida trayectoria. El último llegaría 11 meses después contra, por supuesto, Inglaterra. Su carrera fue breve, duró apenas siete años, pero qué siete años que fueron.

Lo único que le faltó fue coronarse como campeón mundial, pero eso es apenas un detalle en un legado muchísimo más grande que un trofeo. Lomu supo ser el mejor jugador del mejor equipo del planeta y ningún wing volvió a ser visto de la misma manera con cada balón que él apoyaba detrás de los postes.

De alguna forma, el mejor tributo no es el que se le pueda dar en estas mil palabras, sino que el que sus propios colegas, como el ex medio scrum y leyenda del rugby argentino Agustín Pichot, le ofrecieron tras su muerte.

“Te fuiste Amigo... Amigo... con un corazón gigante... Con una humildad gigante... Siempre te voy a recordar... Siempre... Ahora me siento pequeño, como cuando jugábamos en contra o juntos... Como cuando te abrazaba... era abrazar un niño gigante... Un amigo gigante... Te voy a extrañar big man... Siempre... Fuiste único”.

Único e irrepetible, imposible de imitar. El mejor atleta de todos los tiempos.