<
>

¿Quién es Juan Mónaco?

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) -- Como en un abrir y cerrar de ojos,
Argentina ya tiene otro nombre que empieza a sonar cada vez más fuerte.

Apareció Gisela Dulko haciendo ruido en Indian Wells, cuando llegó a
los
cuartos de final, y ahora Juan Mónaco, en el siguiente Masters Series,
en
Miami, avisó que también es dueño de virtudes técnicas y sobre todo
mentales
para soñar con un futuro hermoso.

El pibe, el mismo que debutó en un torneo del ATP Tour hace poco
más de
un mes, en Buenos Aires, donde recibió una invitación y trepó hasta
cuartos,
ahora alcanzó la tercera rueda en el campeonato considerado el quinto
Grand
Slam.

Y vaya si pegó duro, porque luego de pasar la etapa
clasificatoria,
consiguió dos victorias bárbaras y recién perdió con un top-ten el día
que
cumplió 20 años.

¿De dónde salió Mónaco? La pregunta, que más de uno ya se hizo en
el
Abierto de Argentina, cuando este chico desenfadado, con una
personalidad y
una actitud de primera derrotó al ecuatoriano Nicolás Lapentti y a su
compatriota Juan Chela, hoy resulta inevitable. Ni qué hablar para los
no
tan fanáticos que no habían reparado en esos éxitos. Y más aún para los
seguidores del tenis del resto de América Latina.

Claro, si este pibe, que en Buenos Aires le jugó un partidazo nada
menos que a Guillermo Coria, N° 4 del mundo y campeón de esa cita en
polvo
de ladrillo, viene de eliminar a Gustavo Kuerten en la segunda rueda de
Miami.

No le tembló el pulso contra el brasileño, ex rey del circuito y
triple campeón de Roland Garros, al que aplastó en el primer set y le
dio
vuelta una desventaja de 3-1 en el último parcial.

Como en el caso de Dulko, que es un año menor, Mónaco empezó a
llamar
la atención de pequeño en su país, hasta que logró sumar experiencia y
fortalecerse mentalmente lejos de su casa, cuando contó con el
estupendo
asesoramiento del argentino José Luis Clerc y del ecuatoriano Colón
Núñez en
Estados Unidos.

Otro ejemplo de un jugador al que le sirvió de mucho
tener
otro roce.

Pero esa no fue su única experiencia en el exterior, ya que luego
de
esa temporada, como Batata Clerc no pudo entrenarlo más, le recomendó
que
continuara con su formación en España, a las órdenes del Pato Alvarez.

Pasaron dos años y medio y regresó a su país, ya que no se le daban los
resultados que pretendía y quería volver a estar cerca de sus afectos.

Lo mismo le ocurrió a Dulko, que reencontró en Argentina el sostén
familiar necesario para sentirse más cómoda, feliz y confiada en sus
fuerzas. Mónaco, contento con el crecimiento que le aportó su trabajo
afuera, valora mucho lo que le aportaron Clerc, Núñez y Alvarez en
cuanto al
orden dentro de la cancha, la fe y la garra.

Ahora con Luis Lobo como coach, la nueva sensación del tan exitoso
tenis argentino no se siente diferente, en cuanto a la manera de
moverse y
sentir el juego, que los demás colegas de su país.

Prefiere las canchas
lentas y, de las rápidas, se adapta mejor a las duras de cemento, es
decir,
las menos veloces, que están a una distancia considerable de la carpeta
sintética y del césped.

YA ES PELIGROSO PARA CUALQUIERA
Acostumbrado a participar en los futures, la menor escala de los
torneos profesionales, aún por debajo de los challengers, Mónaco dio la
primera señal interesante ni bien comenzó el 2004.

Es que ganó
justamente un
challenger, en San Pablo, hasta que luego alertó a muchísimos más con
su
primera semana inolvidable, en el ATP de Buenos Aires.

Enseguida, nomás, logró su victoria más impactante, por el ranking
de
su rival, ya que venció al chileno Nicolás Massú (12°) en el ATP de
Costa do
Sauipe, otra vez en Brasil.

Empezaba a pedir pista y comenzaba a
sacarle
rédito a una pretemporada que, como él asegura, fue muy exigente y
positiva.
Y un dato no es menor: aprovechó para practicar con Massú, Chela y
Mariano
Zabaleta, un amigo de su misma ciudad.

Ahora, en el cemento de Miami, superó a dos rivales que también
buscan
tener un nombre propio: el ecuatoriano Giovanni Lapentti (hermano menor
de
Nicolás) y el español Fernando Verdasco, reciente finalista en la
arcilla de
Acapulco.

Y, acto seguido, se anotó dos triunfos para sacarse el
sombrero,
contra el ascendente sueco Joachim Johansson (51°) y frente a Guga
Kuerten
(19°).

Cuidado con Mónaco, entonces, porque esto demuestra que hoy por
hoy ya
es un hueso duro de roer para cualquiera. Es cierto que debe acumular
muchísimas más horas de vuelo y de cancha, pero ya dejó en claro que su
mentalidad ganadora y combativa es un arma clave, fundamental para
intentar
seguir los pasos de sus actuales espejos, que son Willy Coria y David
Nalbandian.

Claro que casi todos van a reparar en el triunfo sobre Kuerten,
que se
había coronado en su país aunque todavía sin el nivel de sus mejores
días,
pero primero había conseguido una magnífica victoria sobre Johansson.

El
europeo llegaba con el título de Memphis bajo del brazo, había sido
verdugo
de Schuettler, Fish, Blake y Kiefer y doblista en el batacazo de Suecia
en
Australia por la Copa Davis.

Muchas veces, el tenis muestra esto y parece, a simple vista, más
espectacular ganarle a un peso pesado que a un apellido menos llamativo
y
convocante pero de resultados recientes más valiosos.

Y si algo le
faltaba,
se anotó otro maravilloso 6-1, como contra Kuerten, antes de perder muy
apretado con el durísimo tailandés Paradorn Srichaphan (10° del mundo)
en el
tercer set.

Si uno tiene en cuenta que Mónaco recién disputó ocho partidos en
torneos del circuito mayor y que Miami fue su primer Masters Series, lo
suyo
fue una hazaña. Hay que pensar que recién ahora va a meterse entre los
140
primeros del ranking.

Por eso esa enorme felicidad, que comparte con
Coria y
Zabaleta. Y le agradece especialmente a Agustín Calleri, también
entrenado
por Lobo, porque le explica cómo debe jugarle a cada rival.

No para quedar bien, Coria destacó especialmente que Mónaco, dos
años
menor que él y que Nalbandian, va a destacarse ya que le ve un hambre
de
gloria impresionante.

Por eso, reiteramos, más allá de su agresividad,
de la
gran potencia para tomar la iniciativa, de un saque varias veces
punzante y
de devoluciones profundas, sobresale porque posee una determinación
propia
de esos jugadores distintos.

Para ser más concretos, no hace falta pensar demasiado en ejemplos
similares. Y comprender que eso hace la diferencia en el tenis. Pero
tampoco
es este el momento de empezar a pedirle y aún menos pretender que sea
noticia en cada ciudad que pise, porque ya irá encontrando nuevos
obstáculos
y los adversarios lo observarán más para entender por dónde les
conviene
atacarlo.

Más de uno estará pensando qué sería de Argentina si hubiera una
estructura más profesional en el trabajo de base y con mayor apoyo
hacia los
juveniles.

En fin, nuevamente el esfuerzo individual, sustentado en
entrenadores de jerarquía, también triunfa. Aunque cueste más, a veces
también se llega por esa vía. Así, vale y se disfruta el doble. Eso
Mónaco
lo sabe muy bien.