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El tango se baila de a dos

PARIS (EFE) -- Veintisiete años después de que Guillermo Vilas levantase la Copa de los Mosqueteros en Roland Garros, otros dos argentinos, Guillermo Coria y Gastón Gaudio luchará el domingo por el trofeo que más han perseguido en los últimos tiempos.

La final argentina llega después de que el tenis de este país estuviera acechando al español y tras las que disputaron Albert Costa-Juan Carlos Ferrero (2002), Carlos Moyá-Alex Corretja (1998) y Sergi Bruguera-Alberto Berasategui (1994).

Es otra final en familia, como la de los estadounidenses Andre Agassi-Jim Courier (1991) o la de los australianos en los años sesenta.

Primera en un Grand Slam entre dos argentinos, uno de ellos, Coria, campeón júnior aquí en 1999, reúne a dos jugadores que pueden celebrar mañana, cualquiera que sea el resultado, saltando a la central con la bandera albiceleste juntos.

Pero el camino de cada uno de ellos ha sido diferente. Mientras que el potencial de Coria animó a los directivos de la Asociación Argentina de Tenis a confiar sus dineros en el futuro del jugador de Rufino, al igual que en de Nalbandian, fueron los amigos y familiares de Gaudio los que avalaron su carrera.

Uno, Coria, es seguidor del potente River Plate. Otro, Gaudio, del Independiente de Avellaneda.

COMPATRIOTAS, PERO NO AMIGOS
Aunque ante el gran público será una final entre colegas, lo cierto es que la amistad no es la relación fuerte que existe entre ellos.

"Uno no puede ser amigo de todo el mundo", señaló Gaudio, que admitió que entre ellos existen "diferencias de criterio", y que en algunas cosas no están de acuerdo.

"Tenemos puntos de vista diferentes pero no problemas personales", intentó maquillar el bonaerense que en Hamburgo hace dos años ya tuvo un enfrentamiento con Coria.

LA OBSESION DE CORIA
Para Guillermo, la final se ha convertido en una obsesión desde que perdió las semifinales el año pasado contra Martin Verkerk. Desde entonces su único pensamiento ha sido ganar en París. Y lo tiene todo meditado, desde una estricta dieta que le ha preparado el médico español Angel Ruíz Cotorro, ya que evita tomar vitaminas por el miedo al dopaje (dio positivo por nandrolona en el 2000 en Barcelona) hasta rodearse de sus familiares, especialmente de su mujer Carla, que a veces le cocina en el apartamento familiar que utilizan aquí.

A Coria le da igual quien entregue el torneo y sin son siete los sets que necesite para vencer a Gaudio. Lo que no quiere es quedarse con "con la cara pintada", expresión que utilizan los argentinos al ser masacrados por otro rival.

"Ríos era de esos, pero por las lesiones no está donde debería", dijo, y por supuesto seguir a rajatabla la rutina. Anoche, por ejemplo, durmió 11 horas y cuarto. Cenó y desayunó en la cama y apenas salió.

Su rutina lo lleva también al terreno de las cábalas. Utiliza la misma raqueta siempre que puede, y las zapatillas (las cambió por unas de hierba para vencer a Moyá y Henman), tocar la línea con su marco, sobre todo antes de restar, y sentarse en la misma silla en la pista, aunque a veces no puede conseguirlo, y entonces coloca su bolsa de raquetas en el lado que él considera "positivo".

Para Coria será clave mantener la ansiedad y también la cordura que le hizo ir contra corriente y contraer matrimonio a finales del año pasado, a pesar de las críticas.

"Car", como llama cariñosamente a su bella esposa, "me da consejos positivos, es inteligente y me asesora como manejar problemas fuera de la cancha", comentó, "me casé porque era lo que mi corazón sentía".

Su primer sueño es ganar Roland Garros, luego ser número uno del mundo y después ganar una medalla de oro olímpica, por primera vez para Argentina en Atenas.

Su desilusión, no haber podido jugar contra Pete Sampras en Wimbledon, donde planea actuar este año con una preparación especial. "Pero si pude hacerlo contra Agassi, y ganarle en Roland Garros".

GAUDIO SABE QUE NO ES FAVORITO
Para Gaudio, Sampras también es un reflejo, y de hecho el de Washington elegía al bonaerense para entrenarse en tierra. Pero "El Gato", tiene como la mayoría de argentinos dos ídolos indiscutibles, Guillermo Vilas y Diego Armando Maradona.

"Vilas es demasiado, todos empezamos a jugar al tenis por él", comentó.

Está feliz de momento por lo que ha conseguido porque según él "es mejor estar cerca que perder en la segunda ronda", pero es consciente que Coria es el gran favorito.

"El es tres del mundo y yo el 40. El ha ganado todos los torneos que compitió en polvo de ladrillo y yo ninguno", señaló.

A diferencia de Coria, ha dormido poco y mal por los nervios, pero también razona que es difícil relajarse con lo que hay. Dice que su duelo contra Guillermo es como el clásico por excelencia River-Boca, y también confiesa que está algo harto ya de tanta espera y que le parece llevar aquí cuatro años.

Un dato les une, a pesar de que son conscientes de que su fuerte es la tierra, los dos jugarán Wimbledon en dos semanas.