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Gonzalo Aguirregomezcorta | ESPN Digital 8y

Tim Duncan, una leyenda forjada con pura disciplina

No hubo temporada de despedida, ni siquiera juego del adiós. Tim Duncan se marchó en silencio, como ya se intuía, sin el ruido de la explosión que hacen las estrellas al desaparecer. El 'Gran Fundamental' dijo adiós en un segundo plano, con un comunicado de San Antonio Spurs que pone de relieve todos sus logros individuales y grupales. Los decibelios nunca fueron de su agrado, tampoco los focos. A lo que el ala-pívot siempre aspiró fue a ser él mismo, a vivir y jugar en libertad. Lo demás se fue dando gracias a una combinación de excelencia y unos socios que estuvieron a la altura de las circunstancias gracias a las dotes de conjura de Gregg Popovich. De esa manera, Duncan logró la imposición de un estilo de juego único, singular y que sirvió de inspiración a compañeros y rivales.

Lo que se hace en estos casos es mirar en retrospectiva y con Duncan los recuerdos se trasladan a 19 veranos atrás, cuando LeBron James tenía 12 años de edad; Kawhi Leonard, seis primaveras y Michael Jordan contaba con el mismo número de anillos con los que se marcha el buque insignia histórico de los Spurs: cinco. A la leyenda de Chicago Bulls aún le faltaría un sexto. Aquel verano de 1997 dejó una instantánea para la posteridad: la visita de Gregg Popovich a Saint Croix, Islas Vírgenes, donde Duncan había nacido y pasado toda su infancia. Allí vivió la experiencia más traumática de su vida: el fallecimiento de su madre, y allí comenzó a cimentarse uno de los proyectos más longevos de la historia de la NBA.

"Tan sólo estuvimos él y yo, y lo que hicimos fue nadar. Eso era a lo que se dedicaba. Él era un nadador antes que un jugador de básquetbol. Estuvimos en la playa en su propio terreno. Sabía que era una persona especial. La manera en la que la gente se acercaba a él cuando fuimos al restaurante o al mercado no era como si se tratara de un héroe. Tan solo era Tim", afirmó Popovich hace varios años.

Ese perfil bajo que ya tenía a pocas semanas de ser el número uno de su promoción y tras rechazar la idea de dejar la Universidad antes de tiempo es el que ha tenido a lo largo de su carrera como profesional. Reservado en su discurso, comedido por naturaleza, reacio al glamour y las cámaras. Los únicos objetivos ante los que se encontró cómodo fueron ante los de su equipo, donde el obturador sirvió para dar una profundidad de campo sin necesidad de flash. Cinco campeonatos, 15 selecciones al Juego de las Estrellas, dos Jugador Más Valioso de la temporada regular y tres de las Finales y situaciones inolvidables. El reguero de éxitos que dejó fue excelente. A paso firme pero de puntillas, así se solidificó uno de los jugadores más solventes en el poste que jamás tenga la liga.

ASCENSIÓN DE LOS SPURS

En 1997, Popovich convenció a Duncan del potencial al que llegarían de los Spurs y lo hizo después de que no clasificaran a la postemporada por primera vez en siete años. Aquél fue el último fracaso en la temporada regular en 19 campañas. El año de debut le valió el galardón de Novato del Año. Fue la media naranja de las 'Torres Gemelas' junto a un David Robinson que ya rozaba los 33 años de edad. El pívot encontró en Duncan a la sociedad necesaria para lograr el campeonato de 1999. Repitió en 2003 aunque su papel de columna vertebral pasó a ser secundario. En su segundo año en la liga, Duncan ya logró ser JMV de las Finales y en aquellos playoffs tan sólo cayó en dos partidos: uno en la primera ronda y otro ante los Knicks de Nueva York en las Finales. A partir de ese momento se confirmó que él sería el líder indiscutible de la franquicia y sobre su figura giraría el resto de la órbita de los Spurs.

Gracias a Duncan todo brilló a su alrededor. Tony Parker y Manu Ginóbili se unieron a la causa y vieron sus virtudes explotadas. Juntos conformaron el mejor trío de ases de la NBA (575 victorias en temporada regular, 126 en playoffs y cuatro títulos como unidad) que tiemblen los Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale (540 triunfos en la regular y 92 en playoffs). Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Michael Cooper lograron el mismo número de títulos juntos, aunque en menos victorias (490 en regular y 110 en postemporada). Desde aquellos Los Angeles Lakers, no hubo trío mejor que el de los Spurs.

MOMENTOS PARA LA POSTERIDAD

Sobran los momentos en los que Duncan demostró su esplendor. Sus 53 puntos ante Dallas Mavericks en 2001, su primer JMV de la temporada en 2002, su segundo campeonato en 2003 y cómo cortó de raíz el poderío de los Lakers de comienzos de la década. Aquellas Finales ante New Jersey Nets en los que rozó el cuádruple-doble (21 puntos, 20 rebotes, 10 asistencias y ocho bloqueos) y donde se consumó el éxito del proyecto que Popovich comenzó seis años atrás con un galardón a Coach del Año y un Duncan JMV de la regular y de las Finales. Como si 'Pop' lo hubiera vaticinado en aquella conversación de tumbona en la playa. Su trabajo defensivo ante Ben Wallace en las Finales de 2005 que le dieron su tercer anillo y su tercer JMV de la final. El campeonato de 2007 y la barrida ante los Cleveland Cavaliers de LeBron James. Aquella primera ronda de venganza en 2008 ante unos Phoenix Suns que les desbancaron un año antes en las semifinales de la Conferencia Oeste. El título de 2014 ante Miami después de que James lo propinara un golpe justiciero en 2013... Son tantos los momentos.

Sin embargo, a Durant también se le recordará por su virtuoso posicionamiento en el poste, por cortar ofensivas con la liviandad de un grande que no lo parece, pero lo es. Por su movimiento sesgado pero letal. Por ser el origen de las jugadas gracias al muro que siempre fue a la hora de proteger el aro y las penetraciones. Se trató de un tipo al que no le hacía falta saltar para bloquear esféricos. Fueron los 2 metros 11 centímetros mejor aprovechados con 3,020 bloqueos en toda su carrera, cualidades todas que no le valieron para lograr ningún premio al Jugador Defensivo del Año en toda su carrera.

Todos estos aspectos le hicieron el 'Gran Fundamental', pero sólo uno le diferencia absolutamente de la gran mayoría de los jugadores que han pasado por la liga: la combinación entre lealtad y sacrificio en aras a construir un equipo pentacampeón. Sus colores siempre fueron los mismos y rindió pleitesía al proyecto que comenzó en sus Islas Vírgenes. Sacrificó su salario para atraer a jugadores de envergadura. Nunca vivió de los excesos a los que la NBA suele tender y dijo adiós con un sueldo de cinco millones de dólares. En sus dos últimos años cobró 38 millones de dólares menos que Kobe Bryant en sus dos temporadas finales (48 millones de dólares). Tan solo vean dónde está cada equipo. Duncan incluso acudió a la reunión para tratar de convencer a Kevin Durant de que se decantase por los Spurs.

Su compromiso es incontestable y hasta que alguien demuestre lo contrario en estos tiempos de topes salariales por las nubes e intereses televisivos, su visión de las cosas seguirá siendo única e inigualable, la más ética y por ello, inolvidable. Como su figura, dentro y fuera de la duela. Duncan fue, es y será el jugador más peculiar.

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