En la víspera del partido ante El Salvador, Aguirre habla de memoria, de 11 guerreros, de guerra, de olla de presión. ¡Por favor! Si lo único que tiene que hacer es ganarle a un país que futbolísticamente no existe en el plano internacional y calificar en la zona futbolística más pobre del mundo...

Aguirre: cuentas pendientes (Mexsport)

MÉXICO -- Si usted cierra los ojos, le pone un poco de imaginación y se deja llevar por la "sangre caliente", el sentido de venganza, de rencor y hasta de odio, seguro que podría ver a Javier Aguirre con su uniforme caqui rasgado, una ametralladora en el hombro, la granada en la mano, un casco, algunas plantas sobre la cabeza y la cara pintada al estilo Rambo y amenazando con su voz aguda y grave: "Si quieren guerra, guerra tendrán".

El técnico mexicano cerró la semana con declaraciones subidas de tonos, exageradas y que sin duda trataron de poner "fuego" en el vestidor mexicano sobre la responsabilidad que tienen este sábado para lograr su clasificación al Mundial.

"No hay venganza pero sí tenemos memoria por la forma en que nos maltrataron en El Salvador", le dijo Aguirre los periodistas. "Si ellos vienen con 11 guerreros, nosotros seremos 11 guerreros en la cancha, 100 mil guerreros en la tribuna y millones de guerreros por todo el país. Es una guerra, una guerra sin muertos".

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Aguirre que parecía enojado y subido del tono acostumbrado de sus declaraciones dijo que recién por la mañana había visto el partido El Salvador-México jugando en San Salvador y que le pareció que hubo muchas anomalías de las que nadie se quejó en su momento. Habló del arbitraje y también de la manera en que la delegación mexicana fue maltratada.

¿Para quién era el mensaje? ¿Hacia donde iba dirigido? A los salvadoreños, a lo centroamericanos. No, yo creo que no. Yo creo que Aguirre venía molesto con algo que sucedió antes, quizá algo que le molestó en el plantel, dentro del mismo, algún tipo de comportamiento de los jugadores, alguna declaración, algo difícil de descifrar en un hombre que generalmente no suele perder la compostura.

Yo no aprovecharía el hasta cierto punto raro comportamiento de Aguirre de hoy para tacharlo de irresponsable, poco ético y alejado de una moral cuando estamos a unas horas de un partido que seguramente en la cancha y fuera de ella provocará altos índices de pasión. Yo creo que Aguirre le mandó un mensaje a sus propios jugadores y no a la selección de El Salvador ni tampoco a los aficionados salvadoreños. Quiero pensar eso, estoy seguro de eso es porque si fuera lo contrario sí que me pareciera inapropiado lo que el técnico mexicano dijo o trató de decir la mañana de este viernes.

Pero tratemos de movernos hacia delante. Puedo imaginarme la noche. La puedo palpar y sentir. La algarabía comienza en el Estadio Azteca y se esparce como una pandemia incontrolable: La avenida Reforma, el Ángel de la Independencia, las banderas, los tonos tricolores, el grito desenfrenado, los bailes y las consignas. El "nos vamos al Mundial... nos vamos al Mundial" en coro, desde lo más profundo del alma y desde lo más puro del corazón. Pero... ¿será acaso una noche para celebrar con tanto desenfreno y éxtasis?

¿Qué se ganó o mejor dicho todavía: qué se ganará? Nada, un boleto garantizado al Campeonato Mundial de fútbol y sólo eso, sin ninguna garantía de que el fútbol mexicano dará, durante el próximo verano en Sudáfrica, un paso rumbo al crecimiento que tantos anhelan los mexicanos.

"Con Lavolpe fuimos el lugar 15 en el último Mundial y cuando me tocó dirigir a mí, en el 2002, nos quedamos en el puesto 11", dijo Aguirre sobre las expectativas de calificar a un Mundial.

Estoy seguro de que mucha gente en México celebrará y lo hará con mucho ímpetu y yo no soy nadie para pedirle que no festeje a un pueblo ávido de festejos. Eso ya es problema de cada quién, pero tengo, al mismo tiempo, la obligación de decirles que festejar un triunfo sobre El Salvador, en el Estadio Azteca para calificar a un Mundial en la zona futbolística más pobre del mundo no parece un motivo suficiente para sacar los mariachis a las calle, ponerse el sombrero de charro y gritar "Viva México". Lo único que haría ese tipo de comportamiento es mostrar nuestros atrasos, nuestras carencias, nuestra penuria e indigencia futbolística a nivel mundial.

¡Por favor, Aguirre! Hablas de guerreros, de una olla hirviendo, de memoria, de guerra, de hacer sentir la localía cuando vas a jugar mañana ante la selección 85 del mundo y cuando vas a calificar a un Mundial gracias a haber derrotado a Costa Rica, a Honduras y a Trinidad y Tobago. Con todo respeto y en tu idioma, Vasco, en tu mismo idioma: "No ma..., guey".