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Un memorable ganador

El plantel de Barça festeja un nuevo título EFE

BRISTOL -- Históricamente el futbol reconoce a los ganadores y recuerda a los que juegan bonito. El Barcelona ha sido capaz de hacer ambas cosas y durante un periodo de tiempo considerable. El cuadro catalán ha ganado tres ligas consecutivas, con Pep Guardiola en el banco, títulos que suman a los dos que habían conseguido con Frank Rijkaard. Cinco ligas en siete temporadas para un equipo que guarda en sus vitrinas las justificaciones del más concluyente calificativo: son un equipo de época.

El punto y aparte lo marcará Wembley en dos semanas. Sin ser determinante en la calificación que se le da a este equipo, las finales de las Copas Europeas son el adorno elegante en la estantería. La Liga 2010/11 seguramente tendrá un lugar especial en la colección blaugrana. Cada título conlleva una cuota de dificultad particular, sin duda no habrá quien reste mérito a los que Guardiola ha ganado con anterioridad. Para el Barcelona, el festejo que desataron en el campo del Levante no será el final del camino mas complicado para llegar a un título pero no encontrará uno mas complejo que el que han seguido para ganar esta Liga.

Jugar bien al fútbol tiene muchas connotaciones y depende de las variables particulares para cada equipo. Jugar bien para el Barcelona es seguir la línea filosófica que arranca en la pelota y termina en Johan Cruyff. Tener la pelota fue algo que el Barça hizo toda la temporada. Obligó a los rivales a plantarse ante una lucha por la recuperación y el traslado rápido con riesgos de imprecisión, camino que iba desgastando hasta el deseo de enfrentarlos. Sometiendo a los rivales a una lucha de voluntades internas. Querer no es poder ante el Barcelona, se juega como se puede no como se quiere. El Barcelona juega bien a lo suyo. Lo mas cercano a la embellecimiento del juego. Tiene la pelota mas que el rival, un acto valioso de la fe en su idea.

El trayecto tortuoso hace que al final la satisfacción por el premio sea mayor. Guardiola podría encontrar en esta Liga una gratificación mas grande que las dos anteriores que suponían también una complejidad en si. La primera porque era la primera temporada al frente, la segunda porque entraba en juego su poder de gestión en el éxito. A esta tercera Liga la influyeron variables propias y ajenas que conjuntadas hicieron el recorrido enmarañado. Llegó el tercer delantero diferente que Guardiola ha tenido en tres temporadas. David Villa, que con Adriano fueron los últimos fichajes de Laporta-Beguiristain & Co., lleva 18 goles que lo avalan aunque el cierre de temporada, un gol en los últimos 16 partidos, han dejado al Barcelona sin definición y vulnerable. Su llegada no deja de ser acertada, la movilidad constante abrió espacios. Es un delantero genial para el juego de posición.

De los campeones mundiales españoles, siete son del plantel blaugrana. El jugador sufre tras un Mundial, toma tiempo en encontrar su mejor momento de forma en la siguiente temporada. Una de las grandes virtudes de la forma de trabajo blaugrana es que no se entrena para jugar toda una temporada, entrena para jugar el siguiente partido. La administración de esfuerzos fue singularmente exitosa aunque no libre de complicaciones. Xavi se vio obligado a parar en septiembre para evitar una lesión considerable, Puyol lo hizo desde enero por una recurrente molestia de rodilla. Bojan, Jeffren, Pedro, Adriano, Maxwell, muchas bajas para un plantel corto. Sino eran las lesiones sin contacto, eran las entradas fuertes como la de Ujfalusi a Messi o el destino jugando en contra. El tumor de Abidal fue un golpe anímico muy fuerte para el vestuario de Guardiola. Un motivador también. Pero solo hasta que se conoció el alcance de la enfermedad. Abidal fue titular en el partido ante Levante, pero ya había ganado el suyo, el mas importante.

Políticamente el Barcelona vivió días convulsos, la nueva directiva de Sandro Rosell quería limpiar la casa de los residuos de la era Laporta. Hasta esto tuvo que gestionar Guardiola, que las agitaciones de las oficinas no bajaran al vestuario. Lo que no impidió, fue la sistemática cadena de mensajes que desde el Real Madrid le enviaba José Mourinho. El cruce mediático se planteó desde temprano en la temporada. Los recados continuos del técnico portugués fueron labrando una ruta que Guardiola no estaba dispuesto a recorrer. El permanente ruido de las quejas arbitrales, por el calendario o por el esfuerzo de los rivales quedarían en susurro ante la insinuación de dopaje coordinado en el Barcelona, sugerencia presuntamente generada institucionalmente por el Real Madrid. La temporada fue anímicamente desgastante para el vestuario. Competir en la cancha era exigente ante la previsible cautela de aquellos que se consideraron inferiores desde del primer silbato, pero prolongar la competencia en días sin partido los llevó a admitir deterioro interno. El efecto Mourinho, quizás el rival mas complicado de superar, también quedó relegado.

La victoria del descaro por jugar siempre a los suyo. Al Barcelona del sello se le suma otro título, el que premia la regularidad, referencia de un equipo que juega bien. Además de la efectividad de su juego, al Barcelona le acompaña siempre la pelota. Se festeja el título de un equipo que no pierde el libreto y que lo ejecuta con elegancia. Es uno menos para salón de los grandes que no ganan, una bandera menos para los resultadístas. El resultado da trofeos, pero la forma de conseguirlos dejan recuerdos. El Barcelona es un memorable ganador.

En Twitter: @Palomo_ESPN