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Lo que dejaron los Juegos Olímpicos

Neymar sufre mientras todo México celebra la histórica victoria en la final olímpica AP

BUENOS AIRES -- Es imposible hablar sobre lo que dejó el torneo de fútbol de estos Juegos Olímpicos sin referirse a Brasil y su nuevo fracaso en este certamen. Una vez más, la Selección más ganadora de la historia se quedó sin el oro tras defraudar en la gran final. Su rival, México, jugó el partido que sabía que debía jugar y dio una de las grandes sorpresas de la mayor cita deportiva del planeta. Esta caída es un golpe muy duro para los anfitriones del próximo Mundial en su camino hacia el hexacampeonato.

Sólo dos veces en la historia el campeón de los Juegos Olímpicos repitió el título en la Copa del Mundo siguiente y
ambas fueron cuando todavía disputaban el torneo olímpico los jugadores mayores. Uruguay se coronó en 1928 y 1930 e
Italia lo hizo en 1936 y 1938, es decir que esto ocurrió en las dos primeras oportunidades. Por eso, este resultado no le asegura nada a nadie pero sí sirve en la búsqueda de un equipo sólido.

De hecho, desde que aquel extraordinario Seleccionado de Hungría ganó la medalla de oro en Helsinki 1952 y luego
perdió la final en Suiza 1954, el campeón olímpico reinante siempre se despide demasiado rápido de la Copa del Mundo siguiente. Lo mismo aplica para el dueño de la plata, que tampoco ha podido repetir una buena actuación en dos campeonatos consecutivos. Estos datos sólo sirven para contextualizar un análisis que no pretende ser definitivo ni nada de eso, es sólo una mirada a los Juegos Olímpicos con la mente en Brasil 2014, tal el espíritu de este Blog.

La competencia olímpica llegó a su fin y llegó el momento de destacar las claves de un torneo que dejó a un campeón
sorprendente pero muy maduro, algunos fracasos contundentes y unos cuantas Selecciones que dieron un paso adelante
justo en la mitad del camino rumbo a lo que realmente importa: la Copa del Mundo.

EL KARMA DE BRASIL
Se cumplieron 112 años desde que el fútbol se convirtió en deporte olímpico, en la segunda edición de los Juegos
modernos. Pasó más de un siglo y uno de los países más ganadores sigue sin poder subirse a lo más alto del podio.
La espina de Brasil ya va más allá de la relevancia que tengan los Juegos Olímpicos en el ámbito futbolístico, que
todos sabemos es relativa. Es un desafío muy importante que no puede superar, que se les presenta esquivo una y
otra vez. Aquellos que ganaron todo, que siempre pudieron contra todos los rivales, no consiguen brillar en este
certamen. Y en Londres 2012 la historia no cambió.

En los primeros cinco partidos, el Scratch se mostró como un equipo ofensivo, rápido y contundente que le marcó
tres goles a cada uno de sus adversarios y llegó a la final sin grandes dificultades. Este grupo casi con seguridad
será la base del plantel mundialista, porque su principal capital son las capacidades individuales y eso no está en
discusión. Nombre por nombre, Brasil se puede quedar tranquilo porque hay juventud, talento y nivel como para
continuar su crecimiento. Lo que falta es solidez defensiva, sobre todo, y conciencia de equipo, un bien en peligro
de extensión para todas las Selecciones.

Aunque Neymar no brilló de la forma que muchos creían, en este certamen dio un paso adelante en su proceso de
maduración. El jugador del Santos jugó para sus compañeros mucho más que para sí mismo y eso es clave en la formación
de un líder futbolístico. De todas formas, falló en la final, como todo el conjunto, y ya sumó su primera decepción
importante en la Selección. Según desde dónde se mire eso puede ser bueno o malo.

La estrella fue sólo una parte más de una prometedora delantera que completaron Oscar y Leandro Damião. El ex
mediocampista de Inter fue el mejor futbolista de Brasil en el torneo, tal y como había sucedido en el Mundial sub
20 de Colombia. Oscar dos Santos Emboaba Júnior tiene la inteligencia, el concepto y la calidad para ser el
conductor del Scratch durante años. Sabe cuándo acelerar, cuando dar un pase hacia adelante, cuando hacerlo para
atrás, cuando retroceder y cuándo atacar. Es parecido a Kaká, pero llega más al área. Si le suma más entrega a su
juego será un verdadero crack. Aunque, claro está, también debe seguir sumando experiencia.

Por su parte, Leandro Damião fue el máximo goleador del campeonato, pero su aporte no termina allí. Es un nueve
corpulento, que arrastra marcas y tiene una potencia extraordinaria. Llamarlo heredero de Ronaldo es una exageración por lo que representa el Fenómeno y porque el atacante de Inter de Porto Alegre juega mucho más tiempo en el área que Ronnie, pero sí es cierto que Brasil volverá a tener un nueve de gran nivel. En la final tampoco
apareció en su mejor nivel.

"Nos faltó improvisación", dijo Mano Menezes después de la derrota. Es cierto que los atacantes no jugaron bien en Wembley y eso le generó problemas, pero también lo es que la principal falla del Scratch estuvo en la contención y en la defensa y no en la generación de juego.

En suma, Brasil tiene calidad y variantes como para ilusionarse en la delantera pero muchas dificultades en
defensa. Ese fue, una vez más, el problema más grande del equipo de Menezes. Honduras, casi sin atacantes, le generó
peligro siempre, Egipto también lo había preocupado y México se aprovechó de los errores individuales y también
colectivos. Será la gran preocupación del cuerpo técnico brasileño y el principal aspecto en el que deberá trabajar
de cara al Mundial.

EL CAMPEÓN INESPERADO
México se preparó a conciencia, con tiempo, profesionalismo y responsabilidad. Realizó un trabajo que ninguno de
los otros 15 participantes ni siquiera soñó y eso le dio más resultados de los esperados. Luis Fernando Tena armó
un gran plantel que primero se clasificó sin sobresaltos en el Preolímpico continental y luego ganó el título más
importante de la historia del fútbol mexicano.

El Tri demostró su categoría de gran equipo en la final. No sólo porque anuló a Brasil desde el comienzo, sino
también porque no sintió la ausencia de su mejor jugador, Giovani Dos Santos. El hombre del Tottenham, campeón sub
17 2005, fue la usina de fútbol de México, marcó tres goles y jugó su mejor torneo con la camiseta nacional. Cumplió las expectativas y, aunque se lesionó justo antes del gran partido, fue clave en todo el camino hacia el oro.

El héroe de Wembley fue Oribe Peralta, uno de los tres mayores que apareció cuando más se lo necesitaba. El
delantero del Santos Laguna no perdonó el error de los defensores brasileños a los treinta segundos de juego y convirtió el
gol más rápido de la historia del fútbol olímpico. Luego, volvió a pegar en la segunda parte y sentenció el resultado. "Fue una recompensa al trabajo", afirmó con la medalla dorada en su pecho. Está claro que este triunfo de México sobre Brasil es el triunfo del esfuerzo grupal por sobre los intentos individuales.

José Corona, Carlos Salcido, Ricardo Mier, Jorge Enríquez y Javier Aquino son los otros integrantes de la columna
vertebral del campeón, un equipo que se defendió con criterio y atacó cada vez que tuvo la oportunidad. Ganó
todos sus partidos menos uno en la primera ronda y sólo sufrió contra Senegal en cuartos de final, aunque lo dio
vuelta y consiguió un gran triunfo en el tiempo suplementario.

Dos Mundiales sub 17, un tercer puesto en el sub 20 y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Esta generación
le han dado al fútbol azteca los mejores años de su vida. Todavía tienen mucho camino por recorrer y eso genera ilusión en el pueblo mexicano, que sólo sueña con una cosa: llegar bien lejos en un Mundial. Este equipo puede hacerlo en Brasil 2014. Sólo deben convencerse.

LOS ASIÁTICOS AVANZAN
Si hace algunos años alguien hubiese dicho que el continente con mayor representación en las semifinales de un torneo importante sería Asia, nadie le habría creído. Los equipos de esa región no tenían buenas actuaciones en los campeonatos importantes a pesar de sus intentos de contratar jugadores y entrenadores extranjeros para que "enseñen" este juego en sus países. Pero desde el Mundial 2002 algo cambió y las Selecciones asiáticas ya no son meros partenaires de los americanos y europeos.

En Londres 2012 Asia vivió el mejor certamen de su historia, ya que por primera vez fue mayoría en la etapa definitoria. Japón y Corea, los dos grandes animadores de la AFC, se metieron en las semifinales y, aunque no pudieron llegar a Wembley coronaron una gran actuación. Con diferentes estilos e ideas de juego, nipones y coreanos superaron a conjuntos como España y Gran Bretaña antes de medirse en el partido por el bronce.

Japón demostró un juego atildado, de pelota al ras del piso y vocación ofensiva. Fue muy superior al combinado
español en la primera fase y también venció sin problemas a Egipto. Por su parte, Corea apostó a un fútbol más pragmático, de marca y obediencia táctica. Eso le sirvió para empatarle a los anfitriones y luego quedarse con el tercer lugar del podio. En suma, ambos mostraron sus credenciales de cara al Mundial. Tienen planteles jóvenes y con potencial que pueden hacer ruido en Brasil.

GRAN BRETAÑA ES LO MISMO QUE INGLATERRA
Desde 1966, Inglaterra sólo jugó una semifinal de un torneo oficial: la Eurocopa 1996 en su casa. Antes y después, se sucedieron decenas de frustraciones en torneos juveniles, Copas del Mundo y campeonatos europeos. Ahora, a esa
lista indeseable se le deben sumar los Juegos Olímpicos con un combinado desconocido para el público futbolero: el
de Gran Bretaña.

Al contrario que México, el plantel británico llegó al torneo sin horas de vuelo ni conocimiento. La idea del entrenador Stuart Pearce era formar un equipo alrededor de Ryan Giggs, que luego ni siquiera fue titular en todos los partidos. El anfitrión derrotó a Senegal y a Uruguay sólo porque sus rivales no supieron cómo lastimar a su débil defensa y luego no pudo con Corea en los cuartos de final. Craig Bellamy fue el mejor de un equipo sin alma que volvió a fracasar.

LAS DERROTAS DE LOS GIGANTES
España y Uruguay no son sólo los actuales campeones de Europa y América, sino también son los mejores Seleccionados del
mundo. Ambos dominan con claridad a sus continentes porque tienen una idea clara de juego y porque lograron conformar equipos sólidos que primero piensan en el objetivo colectivo y luego en las búsquedas individuales. Sin embargo, en los Juegos Olímpicos no pudieron cumplir las expectativas y, aunque llegaron como los grandes enemigos de Brasil, se despidieron en la primera fase.

La Roja jugó el peor torneo internacional de las últimas décadas. Perdió dos partidos, empató uno y no marcó goles.
Fue superado con amplitud por Japón en el debut y luego cayó sin atenuantes frente a Honduras. No tuvo reacción, ni
juego, ni solidez, ni ninguna de las virtudes que llevaron a la Selección mayor a lo más alto. Es cierto que la mayoría del plantel no jugó nunca en la absoluta, pero también vale aclarar que estos jugadores son parte del proyecto que terminó con España campeona del mundo. Deberán replantarse varias cuestiones y la salida del entrenador Milla es una de las decisiones que debían tomarse.

En tanto, la Celeste se pareció mucho más a la del pasado que a la de este presente exitoso. Volvió a unos Juegos
después de 84 años y lo hizo con un sufrido triunfo sobre Emiratos Árabes. Luego perdió contra Senegal y Gran Bretaña y se despidió demasiado pronto. Oscar Tabárez armó un conjunto repleto de nombres de categoría, con Luis Suárez y Edinson Cavani como grandes figuras. Pero jamás se vio un equipo con sólido. Fue un cúmulo de voluntades que falló demasiado y por eso no pudo emular a los héroes de 1924 y 1928.

Estas derrotas no deberían preocupar demasiado a España y Uruguay en su camino rumbo a la Copa del Mundo, porque
tienen tiempo de dejar atrás la frustración y formar equipos diferentes, con ideas claras. El Mundial es el máximo objetivo y ambos tienen potencial como para dar pelea por el premio máximo en junio de 2014.

PARA TENER EN CUENTA
Moussa Konate convirtió cinco goles en cuatro partidos y fue la gran revelación del torneo. Senegal dejó en alto al fútbol africano porque eliminó a Uruguay en la primera ronda y luego estuvo a punto de ganarle a México pero se dejó empatar y luego falló en el suplementario. En esta buena actuación tuvo mucho que ver Konate, un delantero rápido y certero que fue una de los futbolistas que se presentaron en Londres y aspiran a brillar también en Brasil.

El egipcio Mohamed Salah y el emiratí Omar Abdulrahman Al Amoodi le faltaron el respeto a Brasil y a Uruguay y
despertaron la admiración de todos por su habilidad y desparpajo. Tienen talento y si trabajan y se lo proponen
pueden ser claves en sus Selecciones. El uruguayo Gastón Ramirez también puede ser el futuro líder futbolístico de
su equipo, a pesar de que falló contra Senegal.

Roger Espinoza no es un juvenil. Jugó el Mundial 2010 y es una pieza clave de la Selección mayor de Honduras. Sin
embargo, jamás mostró un nivel ni siquiera parecido al de estos Juegos Olímpicos. El mediocampista catracho jugó muy bien contra España e hizo un partido perfecto ante Brasil, a pesar de la expulsión. Fue el dueño de cada pelota, manejó a su equipo y siempre tomó buenas decisiones. Honduras dio un paso al frente en su juego y Espinoza tuvo mucho que ver en eso.

El fútbol de Japón nació en los pies de Yuki Otsu, un mediocampista de 22 años que ya juega en Europa, en Borussia
Mönchengladbach. Los Samurais fueron de los mejores de la fase inicial y Otsu, con su inteligencia y pegada, fue
muy importante en esos partidos. Corea no tuvo una figura concreta, pero Koo Jacheol, hombre de Wolfsburgo que se perfile como uno de los pilares de su Selección de cara al Mundial.