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Una final sin favorito

MÉXICO -- Uno, que la cancha sintética; el otro, que la altura. Y no va por ahí la cosa. Toluca y Tijuana han sido los equipos más consistentes del torneo regular y de la liguilla. Han marcado importante diferencia y, por lo tanto, cualquiera merece la corona.

Toluca cuenta con un entrenador experimentado, que enfrente tendrá a uno de sus discípulos, no porque lo educó en alguna aula, sino porque predicó con el ejemplo siendo su entrenador en aquellos años maravillosos de los folclóricos jugadores del Toros Neza.

Enrique Meza ha tenido de todo en la vida: momentos de gloria, con cuatro títulos de liga y el mejor resultado de un equipo mexicano en torneo internacionales (la Copa Sudamericana con el Pachuca). En su haber están cuatro campeonatos de liga, hay algunos de Concacaf, la sudamericana, varias finales, números impresionantes de su paso por Toluca, Pachuca y hasta con Cruz Azul, donde sólo le faltó la cereza al pastel con alguna coronación, pero siempre tuvo al equipo en el primer lugar del porcentaje.

Pero también hizo un equipo de gran personalidad con Toros Neza, al que lo llevó a una final de Copa contra Cruz Azul y otra de liga contra Chivas, aunque ambas las perdió. Y pocos recuerdan que Morelia lo llamó para una misión imposible de salvarlo del descenso... y también lo logró. A cambio de esas, tiene la mancha negra de su paso por la selección nacional. Ha sido una de las paradojas más crueles de su paso por el futbol: fue elegido por unanimidad y expulsado de la selección por unanimidad, con la calificación amenazada y el equipo al borde del precipicio, antes de Corea-Japón 2002.

Y también tuvo un amargo peregrinar con el Atlas, aunque eso no es novedad porque en el Atlas hasta los santos cometen el pecado de alguna vez ganar.

Enfrente de su banquillo estará uno de sus mejores amigos y fiel intérprete del buen futbol sobre la cancha: Antonio el Turco Mohamed, quien juega y vive con un ángel sobre su cabeza (su hijo Faryd, fallecido durante el mundial de Alemania 2006 en un accidente automovilístico). El Turco se ha sobrepuesto a esta indeseable tragedia familia, se ha reconstruido y ha tomado nuevamente una posición de privilegio en el futbol mexicano como un hombre de futbol altamente competitivo. Desde su llegada a Xolos ha creado una revolución deportiva en Tijuana. Serio, sobrio, con ese aire alegre que empaña el recuerdo de su tristeza, pero sabedor de que la oportunidad de ser campeón está más cerca de lo que nunca imaginó su equipo.

Toluca es ayer y hoy (diez títulos os contemplan).

Tijuana es palpitante hoy (apenas 5 años de vida en el futbol profesional y 18 meses en la primera división).

Los tiempos se dan, simplemente. Nadie puede programarlos. Enrique Meza lo haq dicho en muchas entrevistas: "Sólo los tiempos de Dios son exactos".

La oportunidad está ahí para los dos. Serán 180 minutos (o más) de una dura batalla, con dos instituciones serias en lo deportivo.

Las directivas también juegan esta final. El joven Jorgealberto Hank Inzunza ha sabido emplear el dinero de la fqamilia en refuerzos precisos: ni caras ni baratos, simplemente adaptables al esquema del equipo; salvó pronto el problema del descenso y ya disputó unos cuartos de final y ahora estará peleando nada menos que el título.

En el otro lado, la tradición familiar de un proyecto lleno de seriedad y éxito. Primero don Nemesio Díaz, ejemplo de pulcritud y pasión por sus colores ("que la bola ruede a nuestro favor", su frase inmortal), ganador de los primeros títulos del Toluca. Y luego Valentín Díez, su hijo, el relevo que llegó para mantener la grandeza del apellido en el futbol profesional. Don Valentín es sin duda el mejor directivo del futbol mexicano. Porque habla poco y hace mucho. Y porque cuando habla, hace llamados a la sensatez y a evitar los errores. Es un punto de equilibrio en las juntas de dueños y tiene tal poder moral, que no necesita ser el hombre más rico del mundo para ser el más respetado.

Y qué decir de la actuación en la cancha. Toluca tomó a jugadores con hambre de revancha: Tiago, que volvía de Brasil con poca gloria (llegó a ser suplente del Inter de Porto Alegre en aquella final de Libertadores contra Chivas); Carlos Gerardo Rodríguez, que se había estancado en Pachuca; Marvin Cabrera, que estaba de salida; Lucas Silva, cuya carta pertenece al Dorados de la Liga de Ascenso; Juan Carlos Cacho, que se pasó meses en la banca de Pumas; Édgar Benítez, que fue de regalo al Toluca por el Pacto de Caballeros (los Tuzos se llevaron a Paulo da Silva). Pero lo más importante fue que el profe Meza convenció a Talavera, a Novaretti, a Dueñas y principalmente al maestro "Sinha" de que tocando la misma melodía hacer una orquesta respetable.

Con Tijuana ocurrió algo semejante: hombres con sed de revancha están brillando con luz del ayer. Fernando Arce salió de Santos porque creían que no daría mucho más; Leandro Augusto igual de Pumas, como Pablo Aguilar de San Luis o Alfredo Moreno del Atlas. Cirilo Saucedo perdió en la elección de poretero titular de Tigres ante Palos, porque así lo decidió el "Tuca" Ferreti. Y Tijuana no tiene culpa de los vacíos legales: no hay regulación en México sobre el uso de futbolistas no nacidos en este país. Los Xolos tienen a cinco extranjeros (Aguilar, Gandolfi, Fidel Martínez, Riascos y Pellerano), a tres naturalizados (Alfredo Moreno, Leandro y Diego Olsina), además de cuatro jugadores con nacionalidad méxico-norteamericana (Joe Corona, Édgar Castillo, Greg Garza y Cirilo Saucedo). Once en total.

Este jueves la final es inédita: jamás se habían enfrentado estos equipos en esta instancia.
Toluca lleva diez títulos. Si gana alcanza a Chivas.

Tijuana no lleva ninguno. Pero si gana, alcanza al Atlas...