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MVP a una carrera

NUEVA YORK -- En su última aparición en un Juego de Estrellas, Mariano Rivera se convirtió en el primer relevista que gana el Jugador Más Valioso (MVP) del evento y posiblemente uno de los pocos con tal reconocimiento en un juego importante en el que no consiguió la victoria o el salvamento.

Rivera, quien anunció desde el comienzo de la temporada que se retirará cuando los Yankees de Nueva York jueguen su último encuentro del año, lanzó una octava entrada en blanco en la victoria de la Liga Americana 3-0 sobre la Liga Nacional, el martes, en el Citi Field de Nueva York.

El panameño se convirtió en el primer lanzador más valioso de un Juego de Estrellas desde el dominicano Pedro Martínez en 1999. En total, siete lanzadores se llevaron el trofeo Ted Williams a sus casas, incluyendo al dominicano Juan Marichal en 1965.

"Asombroso, no tengo palabras para describirlo, ha sido una noche maravillosa, todo el evento", dijo Rivera, tratando de contener las emociones y las lágrimas. "Gracias a Dios por todo, mi esposa, mis hijos, gracias a todos por su apoyo", agregó.

Diez lanzadores se combinaron para limitar a la Liga Nacional a tres hits (dos sencillos y un doble), con ocho ponches y un boleto, para su tercera blanqueada en Juegos de Estrellas y primera desde 1990. De paso, el joven circuito cortó una racha de tres derrotas consecutivas y recuperó la ventaja de la casa para la Serie Mundial.

El zurdo Chris Sale, de los Medias Blancas de Chicago, trabajó dos entradas perfectas y abanicó a dos bateadores para ser el lanzador más destacado de la noche. El derecho Joe Nathan, de los Mellizos de Minnesota, permitió un imparable, pero abanicó a dos en el noveno acto para conseguir el salvamento.

Pero antes de comenzar una discusión sobre los méritos de la actuación de Rivera para merecer el MVP sobre Sale o algún otro jugador, vamos a poner las cosas claras: El nativo de Puerto Caimito recibió un trofeo (y un hermoso auto Corvette del 2014) en reconocimiento a una carrera. No a cualquier carrera, sino a una de las más impresionantes, limpias e íntegras carreras de la historia reciente del béisbol.

Con su actuación del martes, Rivera completó nueve innings de una carrera, cinco hits, cinco ponches, sin boletos, en nueve apariciones y 13 convocatorias al Juegos de Estrellas.

El gran "Mo" es el líder de salvamentos de temporada regular (638), playoffs (42), Series Mundiales (11) y Juegos de Estrellas (4). A los 43 años consiguió 30 salvamentos y tuvo efectividad de 1.83 en la primera mitad de la temporada, lo que le pone en ritmo de terminar con más de 40 rescates por octava ocasión y superar la barrera de los 650 de por vida.

Cuando el dirigente Jim Leyland trajo a Rivera a lanzar en la octava entrada, sus compañeros de la Liga Americana permanecieron en la cueva mientras calentaba, en un silencioso homenaje que confirmó la clase de admiración y respeto que se ha granjeado el pitcher de los Yankees entre sus colegas, algo no muy común en el negocio.

"Fue una sorpresa para mí, no lo esperaba", dijo Rivera.

"Escuché la canción que uso en otro estadio, eso fue grandioso, y entonces comienzo a calentar y miro a ambos lados y veo a los muchachos alineados, eso casi me hizo llorar. Estuve cerca de llorar, es una escena que jamás olvidaré", dijo.

"Ya me puedo retirar diciendo que le recibí a Mariano en su último Juego de Estrellas. Es un privilegio único e inolvidable", dijo el receptor venezolano Salvador Pérez, de los Reales de Kansas City.

"Jugar en la misma era y tener tantas oportunidades de compartir con alguien como Mariano Rivera es un privilegio, un verdadero orgullo", dijo el jonronero dominicano David Ortiz, de los Medias Rojas, el gran rival de los Yankees. "Ese señor es único", dijo el popular "Big Papi".

En una noche especial, sin embargo, el más grande cerrador de la historia no trabajó en la novena entrada, sino en la octava, pero no porque hubiera alguna duda del dirigente.

":Le dije a los jugadores antes del juego, no soy un hablador motivacional, pero mi mensaje fue que hicieran su trabajo para darle la oportunidad en el último inning al cerrador más grande de todos los tiempos", dijo Leyland.

"Les mentí, por un inning, por obvias razones. Pienso que todo el mundo entendió que traté de evitar una entrada loca de algunas carreraas que hubieran impedido que lanzara en el noveno, y por eso lo hice", agregó Leyland.

Rivera no mostró ninguna actitud que hiciera pensar que estuvo en desacuerdo con el veterano dirigente.

"Dios es bueno y permite las cosas porque Él es perfecto.

Yo no habría podido soñar este momento de esa manera. Ganar el MVP, estar con la familia, no podía imaginarlo de esa manera", dijo. "Fue un honor haber participado en un Juego de Estrellas como este y formar parte de este equipo tan especial", apuntó.

En realidad, el béisbol agradece a Rivera haber estado en Citi Field el martes 16 de julio del 2013 y abrir la oportunidad de regalarle un pequeño homenaje por su brillante e inmaculada trayectoria de 19 años.

"Si no he llorado esta noche, entonces no lloraré nunca", dijo Rivera.