<
>

La mística Mary Pierce

Mary Pierce (centro), ganadora de dos Grand Slam, habló de su nueva vida en su visita a México Imagen Digital / FMT

CANCÚN -- Nick Bollettieri sabe cómo incomodar a 900 personas juntas. Y lo hizo el martes pasado, en el cierre de la primera jornada de la Conferencia Mundial de Entrenadores que se está realizando aquí, en el caribe mexicano. El coach más mediático en la historia del tenis narraba parte de su historia, cuando llegó al capítulo correspondiente a Mary Pierce.

"Ella vino a pedirme que volviéramos a trabajar juntos. Y yo le dije: ¡tú estás gorda!", contó Bollettieri, casi gritando. Y un silencio tan profundo como desagradable invadió el centro de convenciones.

--¿Pero cómo es tu relación con Bollettieri? Lo del otro día fue brutal, le digo ahora a Mary, la ex número 3 del mundo.

Ella escucha y sonríe. Sentada en un sillón blanco, cabello castaño ya libre de tinturas, la ganadora del Abierto de Australia 1995 y Roland Garros 2000 parece estar más allá de esos detalles. Y su respuesta no deja dudas.

--Yo amo a Nick. Siempre lo amé, y significa mucho para mí. Estuve con él a mis 13 años, antes de irme a Francia. Y regresé a los 18, en un momento crucial de mi vida, cuando mi familia se había separado y realmente no sabía qué quería hacer. Para mí fue siempre como una figura paterna. Él es tan apasionado. Tú lo pudiste ver en la presentación. Y es lo mismo con sus jugadores. Se preocupa por tí. Entonces yo amo a la gente que puede ser honesta, aunque a veces sea brutal. Fue brutalmente honesto conmigo. Pero yo sabía que me quería, y quería ayudarme. El amor, entonces, es recíproco.

Ésta es la nueva Mary Pierce. La ¿ex? jugadora, ahora devenida en entrenadora, que luce igual que en sus tiempos de estrellato (salvo por el color de su cabello), pero que parece estar en el polo opuesto al de aquella niña que llegó a ser portada de Sports Illustrated por su dramática historia: una talentosa tenista abusada física y emocionalmente por su padre Jim, el hombre que en su deseo por convertirla en campeona desató un monstruo, destruyó una familia y casi deja a su hija a un costado del camino al éxito.

Hoy, en cambio, Mary parece estar en paz. Cuenta que lleva una vida profundamente espiritual. Y también disfruta de esta nueva función de entrenadora que está empezando a explorar. "Llevo apenas cuatro años. Soy nueva, estoy aprendiendo mucho. Amo aprender, me encanta hacerlo. Todos los días espero aprender algo nuevo", cuenta la última francesa en ganar en París.

Pierce, de 38 años, llegó a Cancún desde la Florida, su hogar alternativo cuando no está en Mauricio, la isla ubicada en el Océano Índico. Allí vive desde hace casi un lustro, abrazando la religión como guía.

LA ISLA DE MARÍA. "En Roland Garros 2005 conocí a un amigo que había visitado Mauricio. Y yo siempre había querido ir. Entonces esta situación me dio la oportunidad de viajar allá pero teniendo a alguien conocido. Fui en vacaciones. Y me enamoré. De la isla, de su gente. Cuando ya no pude jugar más, en 2006, me pregunté: ¿qué voy a hacer ahora? Tenía una conexión muy fuerte en mi corazón. Allí hay una iglesia que frecuento. Entonces decidí irme a vivir allá", cuenta Pierce. Esa conexión fuerte es la Church Team Ministries International, una congregación cristiana. "Comencé estudios de la Biblia, ayudé a construir una nueva iglesia. Y quería estar allí, en ese momento. Por mi fe, y por mi crecimiento espiritual. Mauricio fue como una combinación perfecta en el momento indicado".

DOS HISTORIAS, DOS VIDAS. "¡Definitivamente he vivido dos vidas diferentes, jaja! ¡Estoy segura! Era una persona muy distinta antes de conocer a Jesucristo y entregarle mi vida, en marzo de 2000, apenas algunos meses antes de ganar el Abierto de Francia. La transformación y los cambios en mí han sido tan radicales y tan rápidos, que hasta la gente que me veía se daba cuenta cuán diferente era ahora", cuenta Mary, anteojos vintage, los mismos rasgos faciales de siempre, inconfundibles. ¿Por qué esa fecha exacta de marzo del 2000? "Si le preguntas a cualquiera que haya encontrado la Biblia y que haya nacido de nuevo, dándole su vida a Jesús, te dirá que siempre recordará ese momento. Siempre recordarás la fecha. Es ese momento único en el que entregas tu vida. Yo nunca lo olvidaré. Fue la mejor decisión. Y desde allí me convertí en la persona más feliz que podía ser. Teniendo esa alegría que siempre había buscado. Siempre hay dificultades, siempre hay problemas en la vida. Pero ahora cuando los enfrento, sé que no estoy sola. Tengo al Señor conmigo".

MIRAR SIN MIEDO HACIA ATRÁS. La tormentosa historia de Pierce con su padre ha sido el caso símbolo de los abusos sufridos por jugadoras en el tenis moderno. No fue el más violento. No fue el que peor terminó. Pero está allí, marcando un antes y un después en el lado oscuro de este deporte. Sin embargo, hoy, la nueva Mary mira lo que ocurrió en perspectiva. "Yo sé que todo pasa por alguna razón. No tengo ningún lamento. Yo siempre traté de dar lo mejor y hacer lo que era correcto. Eso no significa que lo que hiciera fuera justamente lo mejor o lo correcto. Porque todos cometemos errores. Nadie es perfecto. Pero miro para atrás y me doy cuenta de que todo lo que pasé me guió hasta ese momento en el que encontré al Señor. Cuando lo conoces, cambias. Tu corazón es el primero en cambiar. Todas las cosas del pasado sanan, y se van. Te conviertes en una nueva persona".

LA BIBLIA BAJO EL BRAZO. Mary cuenta que no reza todos los días. No necesita esa rigidez, dice. Lo hace cuando lo siente. "Pero la Biblia viaja conmigo a todos lados", admite. Cancún, por ejemplo. En esta Conferencia Mundial de Coaches, Pierce ya participó en una mesa redonda de mujeres. Durante esa hora de intercambio, jamás hizo referencia a la religión. "Yo siempre traté de vivir mi vida siendo un ejemplo. Nunca me gustó que intentaran presionarme o imponerme algo, entonces tampoco quise nunca que sintieran algo así de mi parte. Yo jamás diré: esto que haces no está bien, o esto es lo que deberías hacer. Porque al final del día no soy yo, es el Señor quien está haciendo las cosas. Yo quiero vivir mi vida satisfaciendo al Señor, y cuando la gente tiene preguntas (que las tiene), entonces puedo compartir libremente mi vida, quién es Jesús, qué ha hecho por mí y cómo también puede amarlos y hacer milagros con sus vidas como lo hizo conmigo. Él puede. Eso es lo mejor. Esas cosas son tan especiales que tampoco las quieres guardar para ti mismo. Es tan increíble y tan hermoso".

SU VIDA COMO COACH. "Me mudé a Mauricio en 2008 y allí empecé a ayudar a los dos niños de unos amigos. Era una situación temporal, porque no tenían con quien practicar. Y como yo amo a esa familia, somos muy cercanos, la "situación temporal" sigue su camino. Ya llevo cuatro años ayudándolos". Los niños son Emmanuelle y Amaury De Beer, de 17 y 14 años. Ambos son nietos de Miki y Audrey Hardy, los líderes de la congregación religiosa de Mary. Pierce se encarga de guiar sus carreras tenísticas, y trabaja inclusive con un asistente que viaja con ellos a diferentes torneos. "Es gracioso porque tengo una vida hermosa, muy satisfactoria. Desde que me lastimé la rodilla y no pude jugar más, estuve haciendo otras cosas y no extrañaba el tenis. No lo necesitaba para ser feliz en la vida. Pero de pronto se presentó esta oportunidad. Y como fan de este deporte, y yo amo el tenis, estoy muy feliz de volver a formar parte de él". ¿Y qué me gustaría lograr como entrenadora? "Veamos… ¡jaja! Lo primero que me sale decir es que quiero que mis jugadores ganen un torneo de Grand Slam. Ese es su sueño, y yo quiero ayudarlos a conseguirlo. Pero en una escala más pequeña, estar aquí en la conferencia me recordó que ser coach es tan importante, porque tiene un lugar muy especial en la vida de una persona, de un jugador. Estás lidiando con la vida de alguien más. No es solo el tenis. Esa relación que tienes, cómo los cuidas, cómo te preocupas, cómo los apoyas. Ojalá pueda haber aprendido bien de mis entrenadores y ser yo la mejor coach que puedo ser. Ojalá pueda estar allí para ellos y ayudarlos a que sean lo mejor que pueden ser".

EL SALÓN DE LA FAMA LA ESPERA. "¡Ojalá que así sea! Fui nominada, pero todavía no estoy allí, ¡jaja! No puedo decir que no significaría nada, porque estaría mintiendo. Es muy especial. Ser reconocida por lo que hice durante mi carrera significa mucho para mí, por todo lo que sufrí, por todo lo que pasé, por todos esos años de trabajo muy duro. Para mí, sería una recompensa. Gané torneos de Grand Slam, fui Nº 3 del mundo, hice grandes cosas. Y para lograr todo eso, se necesitan años y años de dedicación, sacrificio, decisiones difíciles, disciplina". Pierce comparte nominación con Lindsay Davenport y Conchita Martínez. Y también con Nick Bollettieri, quien ya le dijo a la francesa que sueña con compartir escenario junto con ella en julio próximo, en el Tennis Hall of Fame de Newport, Rhode Island. Sus caminos parecen siempre conectados, de manera misteriosa.

Y LUEGO, ¿HABRÁ RETIRO OFICIAL? "Es gracioso, porque nunca anuncié oficialmente que me había retirado", cuenta Mary, que sigue sonriendo mientras observa cómo sus nuevos colegas, los coaches, se acercan para saludarla o pedirle una foto. "Cuando me lastimé mi rodilla, esperaba regresar a competir. Mi cirujano me dijo que iba a poder. Traté de hacer rehabilitación por tres años y nunca pude volver a correr de manera correcta. Nadie logró darme una respuesta concreta de porqué mi rodilla me seguía doliendo. Entonces me dije: 'bueno, hay que ver si algún día mi rodilla no duele, quizás quiera volver a jugar'. No lo sé. Y aquí es donde estoy. Mi rodilla sigue igual. Juego al tenis seguido. Estoy en el court como coach seis días a la semana. Puedo pegarle, pero no moverme". ¿Entonces? ¿Anunciará en algún momento su retiro? ¿O dejará una ventana abierta para siempre? "No lo sé. Hay que ver. Algún día. No lo sé. Lo que sé es que en este momento no tengo que hacer nada diferente. Veremos qué me depara el futuro. Veremos".