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River: "Que el domingo cueste lo que cueste..."

BUENOS AIRES -- "Que el domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar", casi como un himno, como un estribillo de combate, en cada previa a un Superclásico la gente de River despide a sus jugadores con esa exhortación pública para que su equipo consiga un triunfo ante el rival de toda la vida. El pasado domingo no fue la excepción y desde las tribunas del Monumental llegó ese pedido. Ahora bien, en este punto hay que decir que el plantel hizo una buena lectura de la realidad y, como para no repetir errores del pasado, se mentalizó en el compromiso más cercano.

Lanús era su objetivo y fue ahí donde puso la cabeza. Porque sabía que una derrota lo hubiese dejado muy lejos de la pelea por el título. A la hora del análisis podrá decirse que River "ligó", que empezó jugando mal y sin embargo se fue al entretiempo en ventaja, lo cual es cierto, pero no está mal usufructuar ese guiño de la fortuna. Porque, hay que ser justos, fueron muchos los momentos en este campeonato en los cuales tuvo excelsos pasajes futbolísticos y la alarmante falta de contundencia lo privó de transformar ese virtuosismo en puntos.

Hay que destacar, entonces, que ante un rival armado, que también tenía la necesidad de ganar para seguir prendido en el torneo local, exhibió armas que cualquier equipo necesita. ¿Cuáles? Cuando el fútbol no aparece debe privar el temperamento, la concentración, la entrega, el sabe superar los momentos en los cuales se está siendo maniatado.

Y justamente la proximidad del Superclásico podría haber convertido ese predominio del rival en una debacle futbolística. A cualquier jugador de River se le vuelve complicado abstraerse de Boca y pensar en el oponente de turno. Máxime cuando en su casa el público sólo le trasmite ansiedad. El equipo de Ramón supo como disociar esa idea, como tamizar los pedidos de la gente respecto de lo que estaba sucediendo, y sacó adelante una parada muy brava. Con resultados desde lo numérico que lo posiciona en un sitio expectante.

El choque de la Bombonera sí será un partido bisagra. Para un equipo tan errático, que está buscando una estabilidad emocional y en su juego, el impacto de ganarle o de perder ante el rival de toda la vida le marcará su destino. Es que se trata de esos compromisos que dejan huella, para bien o para mal. Fortalecen desde lo espiritual cuando se ganan, o pueden horadar al punto de causar un efecto devastador cuando se pierden.

Conclusión, River fue muy inteligente y supo manejar la adrenalina en la previa al choque más trascendente del semestre, el próximo fin de semana deberá repetir esa frialdad espiritual en un escenario que hacer hervir la sangre. Quizás la fórmula esté en jugar con la cabeza y no con el corazón. Que se entienda bien esta idea, poniendo todo, pero con inteligencia. Evitando los desbordes a los que puede empujar el entorno. Ahí River, además de conseguir el mejor empujón anímico para la parte final del torneo, se estaría recibiendo de equipo...