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El envión anímico finalmente llegó

BUENOS AIRES -- Y el tan comentado (y esperado) envión anímico, finalmente llegó... Después de la victoria de River en la Bombonera mucho se especuló acerca de lo que podría generar esa victoria en el equipo de Ramón, siempre hablando de la parte espiritual. Las estadísticas avalan que ganarle a Boca (y más en condición de visitante) suele repercutir en forma positiva en la continuidad de la campaña. Pues bien, a tres días del épico triunfo River recibió a Newell's, uno de los equipos que, a priori, están catalogados como uno de los mejores de los últimas años. Y le ganó con mucha claridad, sin dejar resquicio para la discusión.

Con un planteo táctico distinto a lo habitual, pero inteligente. Demandando un mayor esfuerzo para marcar a futbolistas que tiene incidencia directa en el ataque, tal los casos de Manuel Lanzini y del Keko Villalva, quienes hicieron un ida y vuelta permanente para tapar las subidas de los laterales de Newell's, que son una salida permanente. Entonces, quizás con menos brillo, es cierto, pero con inteligencia en un momento donde el Millo llegaba a ese choque con el estrés del Superclásico encima, con el cansancio físico y con la presión de saber que Colón y Vélez ya había ganado sus respectivos compromisos. No es poco entonces.

Con el triunfo, el equipo de Ramón cosechó su tercera victoria en forma consecutiva, algo que no lograba hilvanar desde el Torneo Final 2013, pero más allá de lo que puedan representar los números fríos, lo importante es que la cabeza del equipo está cambiando. Da la sensación de que, de a poco, se va convenciendo de que puede, de que ganar en forma sucesiva ya no es una quimera. Y si bien todavía es prematuro para establecer un juicio definitivo, parecería ser que estar arriba no lo marea ni lo intimida.

Hoy trabaja de manera diferente los partidos. O digámoslo diferente, hoy se observa que lo está haciendo. Porque, sin desmerecer la labor del cuerpo técnico, antes no parecía que así fuese. Con todo lo que esto trae aparejado, porque en un fútbol altamente resultadista seguir el camino de los permanentes cambios tácticos sólo es ponderado cuando se gana. Algo que, por supuesto, no está bien.

Es hasta odioso efectuar una crítica mirando sólo la columna que está a la derecha de la tabla, la de los puntos. En este torneo mediocre algo de regularidad y pericia para diagramar cada compromiso, sumado por supuesto a riqueza de jugadores, algo que en está descontado que River posee, puede ser suficiente para pelear por el título.

De a poco el Millo va ordenando sus piezas y cada fecha que pasa la ilusión de su gente va tomando una dimensión mayor. Ante Newell's prolongó la felicidad del Superclásico. Y sigue ahí, al acecho. En los tramos finales deberá estar fuerte de mente. Si logra dosificar su propia ansiedad (principalmente cuando juega de local) y sostener su fútbol con menos vaivenes, pocos podrán quitarle la pilcha de candidato.